Desde hace 50 años Ricardo Tobar se dedica a pintar tumbas, ahora su hijo decidió seguir sus pasos

“La idea de trabajar en pintar las tumbas surgió porque necesitaba salir adelante debido a la falta de trabajo”, menciona este salvadoreño de 80 años.

50 años han pasado desde que Ricardo Tobar pinto su primer lápida, era 1969. Ahora, a sus 80 años, los achaques de la edad no le impiden continuar con esa tarea, con la que ha llevado el sustento a su familia durante todo este tiempo.

Por Jonathan Tobías

2019-11-02 11:17:48

50 años han pasado desde que Ricardo Tobar pintó su primer lápida, era 1969. Ahora, a sus 80 años, los achaques de la edad no le impiden continuar con esa tarea, con la que ha llevado el sustento a su familia durante todo este tiempo. Su hijo menor, Santos Tobar, decidió seguir sus pasos y en el día de los santos difuntos, lo acompaña entre los pasillos del cementerio La Bermeja.

“La idea de trabajar en pintar las tumbas surgió porque necesitaba salir adelante debido a la falta de trabajo”, menciona Tobar. Recuerda que todos los días salía a las calles de San Salvador vendiendo medicina, sin embargo, siempre sus ingresos han sido muy escasos para solventar todos los compromisos que debía asumir en el hogar.

“Ahora me siento satisfecho que uno de mis hijos me ayuda”, señala, mientras se mantiene sentado en una de las lápidas, con muy poca energía, descansando para recuperar fuerzas y cumplir con los pedidos que le han solicitado muchos de sus clientes.

Ambos, padre e hijo, señalan que en los últimos años el trabajo ha ido en disminución, y que gran parte se debe al poco interés de las nuevas generaciones por mantener viva la tradición. “Antes les gustaba a las familias mantener las lápidas limpias durante todo el año, pero ahora ya no le dan mucha importancia”, manifiesta.

Sus años dentro de esta labor le ha permitido formar parte de experiencias que recuerda con mucha precisión. Según relata, tuvo la oportunidad de pintar la tumba del coronel Óscar Osorio, quien fue expresidente de El Salvador entre los años 1950 y 1956.

“Nosotros crecimos en medio de las tumbas. Mi papá influyó en que me dedicara a esto haciéndolo de un buen trabajo”, recuerda Santos. Parte de sus ingresos siempre fueron destinados para ayudar a su madre, quien luchaba contra la diabetes, sin embargo, un golpe muy duro llegó a la familia cuando hace cinco años falleció debido a la misma enfermedad. “Yo sé que mi madre ya murió pero la siento conmigo siempre que estoy trabajando”, dice Santos, lleno de la nostalgia de recordarla.

Durante estos años, ambos se han encargado de mantener limpia y pintada la tumba de se madre para honrarla. “Hay personas que dejan las tumbas de sus seres queridos abandonadas, pero yo pienso que tenerle su lugar bonito es una forma de recordarlos”, señala Santos, como haciendo una invitación a todas las personas a que hagan los preparativos necesarios para que este sábado 02 de noviembre lleguen a los cementerios a revivir los gratos momentos con sus seres queridos que ya han fallecido.

Familia compran arreglos para seres queridos

En el barrio San Miguelito, en San Salvador, varias cuadras son las que se encuentran repletas de arreglos florales en ocasión del día de los santos difuntos. Colores, variedad y mucha creatividad por parte de los comerciantes han sido el blanco para atraer a clientes que ya compran los adornos que, con mucho amor, serán dedicados en las lápidas de sus seres queridos.

Cristino Pérez es uno de los comerciantes que se encuentra en la zona. “Se ha visto muy poco movimiento a comparación de los años anteriores pero esperamos que la gente se acerque más”, manifiesta Pérez, mientras acomoda varios de los arreglos en las afueras de su local. Los precios varían dependiendo de los estilos, sin embargo, los más accesibles se encuentran desde los cinco dólares en adelante.

Una tradición de décadas

A paso muy lento, cargando flores y tomados de la mando, Luis Martínez y Gloria Martínez van cruzando el portón del cementerio La Bermeja. A sus 80 años de edad, la pareja de esposos no han perdido la tradición de poder enflorar a sus antepasados.

Ambos son residentes de los Estados Unidos, sin embargo, sus padres, abuelos y tatarabuelos se encuentran enterrados en una tan sola tumba. “Todos los años venimos y lo seguiremos haciendo mientras Dios nos siga prestando vida”, señala Gloria Martínez, mientras va acomodando flores en la tumba de sus seres queridos.

En el cementerio se encuentran alrededor de 14 familiares, el primero que enterraron fue en 1930 y el más reciente en 2007. “No vamos el propio día por lo lleno que se mantiene pero creo que la acción sea cual sea el día es lo que cuenta”, menciona Luis Martínez.