Nelson tiene 20 años de administrar un negocio de lácteos en San Martín y aunque siente que toda su vida ha trabajado arduamente no recibirá una pensión al final de su edad productiva, pues todos sus ingresos los ha obtenido de manera informal.
Como Nelson, miles de trabajadores están en la misma condición pues el mercado laboral salvadoreño da muy pocas posibilidades de aspirar a una pensión durante su vejez y los datos lo comprueban: de 110,000 Personas Económicamente Activas (que tienen o buscan empleo) y que surgen cada año, solo 18,648 logran cotizar a una AFP (administradora de pensiones).
Eso significa que solo el 17 % de los que están en edad productiva están cotizando para su futura pensión, lo que deja vulnerable al resto de salvadoreños que no tendrán este ingreso extra cuando dejen de trabajar.
Según los datos de la Superitendencia del Sistema Financiero (SSF), a diciembre de 2019 el número total de cotizantes era de 734,819, una cifra que hace diez años, en 2009, fue de 548,333, lo que significa que en diez años el número de cotizantes creció 186,486.
Esas personas están afiliadas a una AFP, pero eso no significa que estén cotizando, lo que requiere de un empleo formal en el que el patrono también aporte para que mensualmente obtenga en su cuenta de ahorro individual un total de 15 % de sus ingresos.
El número de afiliados (que están inscritos en una AFP) sí ha crecido en los últimos diez años. Ahora el número de afiliados totaliza los 3,567,118, un incremento de más de un millón y medio de personas. Sin embargo, eso no significa que estén aportando para su futura jubilación.
El presidente de la Asociación Salvadoreña de Administradoras de Fondos de Pensiones (Asafondos), René Novellino, explicó que el número de cotizantes sigue siendo más bajo que el de la población en edad productiva porque la mayoría se desempeña en puestos de trabajo informales que no cuentan con cobertura de seguridad social.
Aunque en 2017, tanto el gobierno como empresa privada acordaron una reforma de pensiones, ninguna de las que se hicieron en su momento abordó el tema de la cobertura previsional pues estas se enfocaron principalmente en resolver déficit fiscales que apretaban las finanzas del Estado y en agregar beneficios para los cotizantes.
De hecho, la reforma de ese año no logró aumentar el número de cotizantes, pues desde esa fecha el número de cotizaciones creció en 23,000 pasando de 711,758 en diciembre de 2017 a 734,819 en diciembre de 2019.
“En términos porcentuales significa un incremento de 3.2% en dos años.
En ese sentido, no se aprecia que haya un crecimiento muy vigoroso en este número, el cual depende fundamentalmente de la generación de empleo formal”, señaló Novellino.
Y es precisamente la creación de empleos formales la solución a esta baja cobertura de cotizantes.
Novellino afirmó que para enfrentar esta baja cotización se tendría que trabajar, principalmente, en propiciar que los salvadoreños accedan a puestos de trabajo en el sector formal.
“Para ello, se deben impulsar políticas públicas que incentiven la inversión pública y privada; que generen dinamismo económico y creación de empleo formal”, señaló el especialista.
Reformas en camino
En la Asamblea Legislativa el tema ha vuelto a abordarse desde varias perspectivas, por lo que se ha creado una comisión ad-hoc para estudiar las más de 14 propuestas que hay al respecto.
Sin embargo, la mayoría de ellas van encaminadas a modificar beneficios para los afiliados, mejorar su rentabilidad y tocar vacíos legales como el destino del saldo sobrante cuando la persona ha fallecido. Pero ninguna de ellas está relacionada a mejorar la cobertura.
Según el diputado de GANA, Francis Zablah, la informalidad es un tema clave en relación a las pensiones pues si no hay empleos formales la gente no cotizará.
Según el diputado, este es un tema que debe tratarse de una forma integral. De hecho, afirma que en la Comisión de Economía se están abordando reformas para que los pequeños empresarios se formalicen y puedan incluir a sus empleados en las cotizaciones.
Para el legislador, la baja cotización para pensiones es el resultado de un mercado informal que ha crecido significativamente.