Una promesa a su madre fue el motor de Alcira para emprender un negocio

La salvadoreña arrancó vendiendo 20 accesorios y ahora ya cuenta con dos pequeñas sucursales de Alci Boutique en San Vicente. Conoce su historia

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Una de las sucursales de Alci Boutique está ubicada sobre la Avenida Crecencio Miranda, en San Vicente. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Por Liseth Alas

2019-03-19 6:28:49

Alcira Cabrera emprendió su negocio en línea desde hace casi cuatro años con el afán de sacar adelante a su hermano menor, quien quedó a su cargo tras el asesinato de su madre.

Ella vende ropa, carteras, relojes y diversos accesorios para damas y caballeros. Además ofrece artesanías con paisajes que identifican a su natal San Vicente, en las cuales se encarga de plasmar su “toque” en la decoración.

Alcira se encarga de estampar camisas, bolsas y gorras con lugares emblemáticos de San Vicente. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Tiene 27 años es visionaria y se las ingenia para “reinventar” sus productos para que estos se adapten al gusto de sus clientes. Esto considera que la ha llevado a ganarse la confianza de muchos de sus compradores que se han encargado de recomendar su trabajo con otras personas.

Alcira cuenta que esa credibilidad, también, la motivó a formalizar su negocio llamado Alci Boutique, para que los clientes que deseen lleguen personalmente a ver la mercadería, sino simplemente hacen su pedido vía Facebook o WhatsApp, para su posterior envío.

En Alci Boutique personalizan los regalos, según el gusto de cada cliente. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Aunque el camino para emprender su venta no fue fácil luego de la tragedia familiar que enfrentó. La decisión la tomó al asumir las riendas de su casa y quedar desempleada.

La vicentina cuenta que en 2014 se vio obligada a renunciar a su trabajo en un call center y abandonar los estudios universitarios que había comenzado en San Salvador para dedicarse de lleno al cuido de su hermano menor, para cumplir con la voluntad de su madre: velar por el niño.

Alcira relató que esa misión se la reiteró su progenitora durante la última llamada telefónica que la señora le hizo antes de su muerte, pues solo pasó un poco más de una hora de que habían finalizado la conversación cuando Alcira recibió la mala noticia.

Tras quedarse sin empleo, se complicó su situación económica y en medio de la depresión por la que atravesaba se decidió a emprender el negocio en línea con un capital semilla que le aportó su abuela.

Con ese dinero compró “dos decenas de accesorios”, que comprendían doce relojes para hombre y mujer, seis billeteras y dos carteras, “no alcanzó para nada más”, detalló.

De esa manera surgió en septiembre del 2015 Alci Boutique, negocio que arrancó ofreciendo sus productos en una página de Facebook. Aunque se sentía desmotivada y con temor a fracasar aseguró que no se dio por vencida.

“Yo lo hice con aquello que ni voy a vender ni me va ir bien, quizá, pero necesito hacerlo”, indicó. Para su sorpresa, lo logró quitándose la pena y aprovechando los momentos en los que realizaba algunas diligencias para ofrecer sus productos y de esa manera en “el lapso de una semana había vendido todo”. Hasta en su página de Facebook le sugerían algunos clientes que instalará un local para poder ir a ver la mercadería.

“En el lapso de septiembre y noviembre (2015) se me multiplicó todo el producto así como mágicamente, porque los vendía y porque en lugar de gastarme la ganancia la iba reinvirtiendo”, explicó.

También, se aventuró a alquilar una cochera en el centro de San Vicente para ubicar su boutique y posterior rentó otro pequeño local siempre en el casco urbano de ese municipio, con lo que ahora suma dos sucursales, donde ha empleado a dos jóvenes madres solteras.

Alcira se encarga de “reinventar” algunos de los accesorios que vende para darles un “toque” de originalidad. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Con su esfuerzo y dedicación, Alcira afirmó que con sus ventas paga la educación de su hermano y ajustando un poco su presupuesto también ella ha logrado retomar sus estudios universitarios y este año espera egresar de la carrera en Mercadeo y Negocio Internacional .

Asegura que todo lo aprendido en su centro de estudios trata de aplicarlo en su pequeña empresa y también comparte sus experiencias laborales con sus compañeros.

En su boutique se ofrecen algunos souvenir vicentinos que surgieron de un proyecto académico que presentó en su clase y los que ha continuado creando, porque que tienen demanda.

Las tazas decoradas con lugares emblemáticos de San Vicente son parte de un proyecto universitario que lo agregó a su negocio. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Tazas, gorras, llaveros, camisetas, almohadillas, termos y bolsos estampados con lugares emblemáticos que identifican a la capital salvadoreña de la cumbia y del camote, son algunos de los objetos que se pueden encontrar en su tienda, los cuales ella se encarga de decorar.

“San Vicente tiene mucho que mostrar al mundo, por eso debemos promover lo nuestro”, sostuvo. Con esos accesorios ha participado en las ferias de turismo, agregó.

Algunos turistas se llevan su recuerdo de San Vicente. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Su tienda se adecua a cada temporada festiva ofreciendo ropa y artículos innovados. También exhibe algunas manualidades que elaboran jóvenes emprendedores que le piden apoyo para vender sus accesorios y costear sus estudios.

En su rol de madre (de su hermano), estudiante y trabajadora, Alcira está consciente de que hay días buenos y malos en el negocio, pero que debe echarle ganas para sacar adelante a su familia.

Ahora su hermano tiene 16 años y cursa su primer año de universidad en la carrera de Química y Farmacia.

“A veces me he quebrado llorando, yo decía yo no puedo sin mi mamá, me hace falta”, pero comenta que su hermano le da la fuerza y el animo que necesita. Ella lo describe como un muchacho aplicado, hacendoso, solidario, y en ocasiones le ayuda a vender algunos productos con sus compañeros de estudio.

Ahora, la vicentina tiene como objetivo graduarse de la universidad y sueña con lograr hacer que su negocio llegue a establecerse como una reconocida marca. “Yo soy una pulguita y mi meta es llegar a ser un elefante y ayudar a las personas que van comenzando (un negocio)”, añadió.

Las almohadillas son parte de los souvenir salvadoreños. Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Tras los altos y bajos que ha enfrentado, Alcira considera que no hay excusa de que un joven reniegue por falta de recursos económicos para costear sus gastos, pues con una venta de chocolates se puede emprender un negocio para obtener ingresos. “Es cuestión de que se quiten la pena” para salir adelante, puntualizó.