Empresario Jorge Bahaia Giha deja legado en Ahuachapán

Se encargó de llevar la industria a Ahuachapán, un departamento que era netamente cafetalero. Además de su espíritu emprendedor e innovador, también apoyó el deporte, hogares de niños, la Liga Nacional contra el Cáncer y construyó la casa de retiro “El Peregrino”.

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El reconocido empresario fue amante de los deportes sobre ruedas.

Por Magdalena Reyes

2021-01-20 8:30:26

Desde muy pequeño don Jorge Bahaia Giha trabajó en la tienda que tenía su mamá en Ahuachapán vendiendo desde chicles hasta radios, telas, entre otros. Su padre falleció joven y junto a su madre le tocó apoyar las necesidades de su hogar.

Una vez cuando era un niño su mamá le dio dinero para ir de paseo con sus amigos, pero él prefirió comprar cacerolas que hacían falta en su hogar, algo que conmovió mucho a su madre.

Todas las vacaciones al terminar el colegio trabajaba duro y no perdía tiempo en cosas que lo desviaran de sus metas. Finalizó sus estudios de bachillerato en el Colegio Orantes en San Salvador.

También fue un gran deportista en su juventud: jugaba basquetbol, un deporte en el que fue campeón junto a su equipo; practicaba fútbol y béisbol.

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En 1954 contrajo matrimonio con Yolanda Massis Zaid y expresaba que “fue un amor a primera vista cuando la vi con su sombrero verde y su vestido amarillo”. Siempre fueron una pareja muy trabajadora y juntos abrieron una tienda en el centro de Ahuachapán llamada “Casa Bahaia”.

De su matrimonio nacieron tres hijas: Elizabeth, Margarita y Sonia, quienes eran su mayor tesoro y desde pequeñas les enseñó junto a su esposa Yolanda el valor del trabajo, la humildad y la solidaridad con el prójimo.

Sus hijas cuentan que aun en vacaciones las despertaba temprano y las ponía a trabajar en Casa Bahaia, además de inscribirlas en clases de piano, batería e inglés, de manera que no tuvieran tiempo de ocio.

“Papoye”, como le llamaban de cariño sus nietos y bisnietos, era visionario, emprendedor y nunca se quedaba quieto.

Pero además don Jorge fue competitivo toda su vida, por lo que corría y competía en go karts, carros y motos; aprendió a volar avionetas y como amaba la mecánica tomó un curso por carta de mecánica del Instituto de Mecánica de Buenos Aires, algo que le sirvió para aprender de maquinaria textil y para su gran pasión por los carros.

 

Jorge Bahaia Giha nació el 4 de Noviembre de 1929 en el departamento de Ahuachapán. Sus padres fueron Simon Bahaia y Maria Giha, ambos de Palestina. Se casó con Yolanda Massis Zaid en 1954. Foto EDH / Cortesía

 

 

Sus inicios empresariales

Don Jorge fue pionero en importar productos innovadores que no habían en El Salvador como radios alemanas, máquinas de escribir, motos inglesas, instrumentos musicales, armas y municiones, telas, entre otros.

Y como era muy dedicado al trabajo contaba que cuando construyó el edificio de su tienda inspeccionaba de cerca a los trabajadores, a quienes les daba los clavos contados para que no gastaran más material de lo que necesitaban. Se levantaba temprano para ir a vender a los pueblos en Ahuachapán y poco a poco progresó.

A principios de 1960 fue a una feria textil en Puebla, México, y decidió aventurarse en el mundo de la industria textil; compró cinco máquinas para fabricar calcetines, las puso en el patio de la casa de su mamá y se quedaba hasta tarde todas las noches aprendiendo cómo usarlas.

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En 1964 fundó formalmente su empresa a la cual le dedicaría toda su vida: Facalca Hiltex, una fábrica de calcetines que con el tiempo se expandió a confección de prendas, fabricación de telas, toallas, hilos de algodón y texturizados.

La empresa con el tiempo llegó a generar más de 1,500 empleos, tanto en el mercado local como por medio de sus exportaciones.

Don Jorge fue de los pocos empresarios que en la época del conflicto armado no abandonó el país, siguió creyendo en El Salvador y no quiso dejar su amado Ahuachapán.

Facalca Hiltex generó empleo digno para Ahuachapán aun en los tiempos más difíciles, convirtiéndose en el mayor empleador de un departamento tradicionalmente cafetalero.

Su esfuerzo y trayectoria fueron premiados por la Cámara de Comercio de El Salvador, otorgándole la Palma de Oro en 1990, el máximo galardón para un empresario en el país que, como muchos solían decir:“Don Jorge puso Ahuachapán en el mapa, un pueblo abandonado”.

Una de las frases que siempre repetía don Jorge era: “Una onza de humildad vale más que mil libras de honores”, por lo que siempre enseñó a sus hijas y nietos a respetar a los demás, a trabajar duro, a nunca agachar la cabeza y pedirle a Dios para lograr los propósitos.

Su lado altruista
Apoyó el fútbol

Fue benefactor del equipo de fútbol de Ahuachapán en Primera División: el Once Municipal. Daba pláticas motivacionales a los jugadores, apoyo para transporte y alimentación, bonos por rendimiento, entre otros.

impacto social

Ayudó a “El Hogar del Niño Dr. Gustavo Magaña” y a La Liga Nacional contra el Cáncer. Construyó una casa de retiro llamada “El Peregrino” y una escuela que llevaba el nombre de la fábrica FACALCA HILTEX.

Sus frases:

“Hijo, sea bueno con Dios pero también con la gente”; “Rece todos los días, es el alimento del alma, mañana, tarde y noche”; “Nunca se duerme sin agradecer a Dios la oportunidad de un nuevo día donde siempre debe haber hecho una buena obra que es un peldaño al Cielo”; “La humildad abre muchas puertas, la soberbia las cierra”.