Verduras guatemaltecas viajan 400 kilómetros hasta su mesa

Ocho de cada diez hortalizas que se consumen en El Salvador vienen de Guatemala. Unos 40 camiones por semana entran por nuestras fronteras con verdura chapina.

Un equipo de El Diario de Hoy recorrió Patzicía, en Chimaltenango, Guatemala. Es uno de los principales lugares de cultivo agrícola del vecino país, de donde provienen la mayor parte de frutas y verduras que se consumen en El Salvador. Video EDH / Eduardo Alvarenga.

Por Tania Urías

2020-02-24 9:20:32

Patzicía es un municipio del departamento de Chimaltenango en Guatemala, ubicado a 2,130 metros sobre el nivel del mar (msnm) y colmado de valles donde se cultivan toneladas de hortalizas que se venden a unos 32 países, según la Asociación de Agroexportadores de ese país. El Salvador es uno de sus principales mercados.

Si bien Patzicía no es el único lugar al que el país le compra hortalizas y frutas, sí es el sitio a donde llega la mayoría de comerciantes.

Los pobladores de este fértil municipio, en su mayoría indígenas muchos de los cuales ni siquiera hablan español, son los proveedores de casi todas las cebollas, zanahorias, tomates, lechugas, remolachas, papas y más, que están en su dieta diaria.

La nación vecina, por encima de 46 países, es desde donde El Salvador más importa frutas y sobre todo hortalizas. Solo en 2019, el país importó $98 millones de dólares en verduras y frutas desde Guatemala, contra $27.6 millones que importó de Nicaragua y $25.4 millones de Estados Unidos, en el mismo periodo.
Según Ernesto Hernández, directivo de la Asociación de Importadores de Frutas y Verduras de El Salvador – dice que Guatemala, a diferencia de nuestro país, está volcada a la producción de verduras y a su exportación.

Al país y por las tres fronteras, que conectan con Guatemala, dice Hernández, ingresan unos 105 camiones por día con estos productos, llegan de Guatemala, México y Estados Unidos, 7 de cada diez son guatemaltecos.

Según una publicación de Central America Data, solo en 2018 los principales exportadores de frutas y hortalizas en Centroamérica fueron Honduras y Guatemala, con $65 millones cada uno, seguido de Costa Rica, con $32 millones, Nicaragua con $11 millones, El Salvador con $4 millones y Panamá con $3 millones.
Cuarenta camiones por semana

Se consultó a la Dirección General de Aduanas el dato oficial de ingreso de camiones con mercadería desde ese país, pero al cierre de esta nota, no se habían obtenido los datos.

Sin embargo los importadores calculan que cada tres días, entre 12 y 15 camiones llegan a los alrededores de este extenso y fértil valle de Patzicía para comprar todo tipo de verduras y algunas frutas.

Foto EDH / Lissette Lemus

Los conductores de los camiones salen de nuestro país entre las seis y las ocho de la mañana y recorren, en promedio, 400 kilómetros hasta llegar a Patzicía.

El viaje puede tomarles hasta ocho horas solo de ida, por los atrasos en la fronteras y porque recorren varias carreteras colmadas de curvas y pendientes.

A Patzicía llegan al caer la tarde. Los mismos productores están ya listos a orilla de la carretera a su espera, para cargar los camiones.

Son familias enteras en las que participa desde el abuelo hasta los nietos, cada uno en tareas propias. Unos cortan las verduras, otros las lavan en las vertientes de agua que salen de la tierra y otros más, las organizan en bultos que llevan a la carretera a la espera de comerciantes.

Una vez está lista la carga, los transportistas retoman el recorrido a medianoche, para llegar a la frontera salvadoreña a eso de las seis o siete de la mañana del día siguiente.

 

Foto EDH / Lissette Lemus

En la frontera deben cumplir con los trámites aduanales (pago de aranceles, fumigación del camión y completar los formularios de Aduanas) para arribar a El Salvador después del mediodía. El viaje completo para que las verduras lleguen hasta El Salvador dura en promedio 28 horas.

Fredy, 19 años haciendo la ruta

Fredy Abarca lleva 19 de sus 38 años montado en un camión de entre 14 y 21 toneladas de capacidad y recorriendo las dos principales fronteras que conectan El Salvador con Guatemala, para comprar hortalizas y frutas.

Un equipo de El Diario de Hoy lo acompañó en una ruta que desarrolló un miércoles para conocer las peripecias que pasa.

Acostumbrado al oficio, Fredy contó que lo aprendió de su padre que también se dedicó a este trabajo. Dos de sus tres hermanos, de igual forma, conducen camiones.

Fredy recuerda que no había cumplido ni los ocho años cuando ya su padre lo llevaba en los camiones para enseñarle las rutas. A los 19 y ya con la licencia pesada tomó su primer camión y comenzó los recorridos en solitario.

Padre de dos hijos, de 13 y 7 años, reconoce que es un oficio que le hace permanecer ausente de casa entre cuatro y seis días a la semana, pero que ya se acostumbró y no se ve haciendo otra cosa.

Fredy acude los martes, jueves y sábado a eso de las siete de la mañana a una bodega ubicada a unos pasos del mercado mayorista La Tiendona, para recibir las indicaciones de su patrón, un importador que lleva casi dos décadas comprando hortalizas en el extranjero.

Su jefe le entrega dinero- ya que todas las transacciones se hacen en efectivo- e incluye el pago de aranceles (entre $800 a $1,000), costo que depende de la cantidad, el peso y el tipo de producto que ingrese.
Además le entrega viáticos (entre $15 y $20 por día), inversión de unos $100 en gasolina por todo el viaje y los formularios de Aduanas.

Equipado con suficiente abrigo, y abundante agua, pues permanece largas jornadas sentado, sale rumbo a Guatemala.

De lunes a viernes, como la mayoría de transportistas, Fredy prefiere la frontera Las Chinamas en Ahuachapán, porque asegura que el paso es más rápido.

El fin de semana se cambia a La Hachadura, en el mismo departamento, porque en Las Chinamas no se permite transporte de carga.

Durante el viaje, Fredy hace solo tres paradas: una para llenar el tanque de gasolina, otra para almorzar y la última cercana a la frontera, donde le espera un tramitador que, mientras él va por la verdura, entrega todos los formularios y paga los impuestos. El tiempo apremia y debe avanzar.

Una vez ingresa a territorio Guatemalteco es común que se cruce con otros que como él se dedican al mismo oficio. A veces es común que suenen las bocinas entre ellos, a manera de saludo. El viaje de ida, contó Fredy es siempre tranquilo, y como el camión va vacío puede correr hasta 60 kilómetros por hora.

Ya en Patzicía, conoce a los productores por su nombre y previo encargo de su patrón, sabe la verdura que deberá comprar. En promedio, en cada viaje, compra entre 350 a 400 quintales de producto.

A eso de la medianoche, con el camión a tope, Fredy retorna a El Salvador, en las mismas curvas y pendientes a las que dice estar acostumbrado. Su meta es llegar a la frontera de madrugada, porque a las siete de la mañana, dice, los agentes aduanales aún no se han ido a desayunar y se agiliza el paso.
Asegura que nunca ha sufrido asaltos ya que se cruza con patrullajes de la Policía.

En la frontera pasa las inspecciones, recibe del tramitador los sellos de todos los documentos e ingresa al país. Su destino final es La Tiendona donde descarga las toneladas de hortalizas que se distribuyen a los diferentes mercados del país, restaurantes y más.