Estos jóvenes pasaron de “ninis” a técnicos, chefs y electricistas

Ser joven y no estudiar o aprender un oficio es hoy solo una opción más pues aunque muchos crean que no hay oportunidades de superación, en la práctica sí existen. Instituciones como Insaforp, el Instituto Técnológico Centroamericano (ITCA) y Catholic Relief Service (CRS) están formando a los que sí se lo proponen.

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Los jóvenes no solo aprenden a preparar comidas y bebidas, sino además, a convivir de una forma más respetuosa con sus compañeros y aumentar su autoestima. Foto EDH/ Josué Parada

Por Karen Molina

2018-09-16 8:00:57

Quedarse acostado en el sofá viendo una película es ahora solo una opción más para los más de 350,000 jóvenes que ni estudian ni trabajan en El Salvador.

Y es fuera de esas cuatro paredes de su casa o la esquina de su colonia también funcionan programas que están dando a los jóvenes nuevas oportunidades de estudiar y aprender un oficio con el que se aseguran un puesto de trabajo en una empresa nacional.

Melvin González, un joven de 25 años originario de San Martín es uno de ellos. Dejó de lado sus miedos y se inscribió al proyecto “Caminos de la Juventud”, que desarrolla el Instituto de Formación Profesional (Insaforp) junto con el Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA) y que a su vez, implementa un modelo de trabajo muy peculiar llamado “Jóvenes Constructores” que desarrolla la organización Catholic Relief Service (CRS).

Ser joven y no estudiar o aprender un oficio es hoy solo una opción más pues aunque muchos crean que no hay oportunidades de superación, en la práctica sí existen. Instituciones como Insaforp, el Instituto Técnológico Centroamericano (ITCA) y Catholic Relief Service (CRS) están formando a los que sí se lo proponen.

Después de rebotar en trabajos informales y no conseguir un salario fijo, Melvin decidió inscribirse al programa y así ayudar a su madre, que se gana la vida haciendo tortillas para mantener a sus otros dos hermanos.

“Busqué muchos empleos, pero solo me salían informales. Ahora quiero tener un trabajo fijo y tener los beneficios de cotizar al seguro porque quiero poner a mi mamá en el seguro”, afirma.

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Las empresas que participarán en el evento buscarán jóvenes de entre 17 y 29 años para diferentes puestos de trabajo, la mayoría de compañías exige como requisito que los interesados hayan aprobado el bachillerato.

Melvin hoy forma parte de los más de 10,000 jóvenes a los que el programa quiere impactar a nivel nacional y a los que no solo se les enseña un oficio, sino que además, se les inculca seguridad, respeto hacia sí mismos y hacia los demás, así como otros valores esenciales para ser un profesional integral.

Dentro de su formación reciben clases de “habilidades para la vida”. Foto EDH/ Josué Parada

Suyapa Marroquín, gerente de este proyecto en Insaforp, afirma que las alianzas de trabajo con CRS comenzaron en 2010, pero a medida que los cursos se desarrollaban, decidieron hacer un proceso de escalada que dejara un programa permanente para implementarlo a nivel nacional.

Y lo han logrado. A la fecha este modelo se implementa en 11 departamentos y la idea es incorporarlo en todos los centros de formación que puedan.

Con este modelo los jóvenes no solo aprenden sobre electricidad, reparación de aires acondicionados, computación u otro de los talleres que se imparte a través del ITCA. También aprenden a ser más seguros de sí mismos, a desenvolverse mejor en una entrevista de trabajo e incluso, llegar a tiempo a cualquier lugar.

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Los procesos tienen una duración de tres meses y posteriormente, los jóvenes tienen la opción de incluirse en otros programas que les abren la puerta para seguirse especializando.

“Ofrecemos habilidades para la vida”, afirma Blain Cerney, director del programa CRS. Esta forma de trabajo inició en la década de los 70’s en Harlem, Nueva York y ahora tiene más de 200 sedes solo en Estados Unidos.

De familias uniparentales

Al salir de los cursos los jóvenes consiguen trabajos en restaurantes o ponen su propio negocio. Foto EDH/ Josué Parada

Cerney explica que son más de 3,800 jóvenes los que han logrado formar a través de este modelo desde 2015. Desde esa fecha han identificado que el 60% de los jóvenes proviene de una familia uniparental, es decir que solo viven con su madre o su padre.

Además, el 12% han sido detenidos en alguna oportunidad o sus familiares han estado encarcelados.

De ellos, el 70% se califican como “ninis” (ni estudian, ni trabajan) por lo que Cerney cree que es importante abrirle espacios de oportunidades a estos jóvenes para que se sientan capaces de salir de sus dificultades y se inserten rápidamente en la vida productiva.

Armando Santamaría, director de desarrollo profesional del ITCA explicó que tras esta formación, un gestor de empleo los coloca rápidamente en una empresa, por lo que prácticamente tienen un empleo asegurado después de recibir estos talleres. “Estos chicos tendrán un ingreso económico seguro y seguirán formándose más”, afirmó.