Sandra pasó de las comunicaciones a la pastelería: “Debemos ver siempre para adelante”

Sandra llevaba más de una década laborando para una compañía hasta que enfrentó un despido. Aunque fue un duro golpe para esta madre de cinco hijos, no se derrumbó. Tomó clases de cocina y sobrevivió más de un año vendiendo pasteles.

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Foto EDH / Cortesía

Por Tania Urías

2020-08-27 3:58:43

“Cuando me despidieron yo sabía que era la voluntad de Dios y que no se caía la hoja de un árbol si Dios no lo permite, y salí confiando que era lo mejor para mi vida, igual pensando en qué podía hacer; tengo 46 años y en este país las oportunidades cada vez son más escasas a ciertas edades”, cuenta Sandra Pérez.

Como responsable de la hipoteca de su casa y con cinco hijos en edad escolar, sabía que iba a ser difícil sobrebivir solo con el salario de su esposo.

Aunque fue un golpe duro para Sandra, ella lo vio como una oportunidad y aprovechó para cumplir un sueño que siempre había tenido: estudiar panadería.

“Empecé a buscar clases y me encontré un curso en Insaforp para hacer todo tipo de pan francés, flautas rellenas, delaware y pizza. Empecé el curso el lunes 3 de junio, tenía un mes de estar sin empleo cuando empecé mis clases que eran de 7:00 a 12:00 de lunes a viernes, durante tres semanas”, relata.

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Luego hizo otro curso y otro más, y terminó especializándose en la elaboración de pan dulce variado como semita, salpores, pastelitos de leche, piña, donas, quesadillas, cup cakes, relámpagos y galletas decoradas.

Más tarde aprendió a elaborar pasteles de diferentes variedades, cremas, fondant, brownie, tartaletas, cheesecake, figuras para decorar, entre otros productos.

“Yo me seguí capacitando, practicaba las recetas en mi casa y las mejoraba. Empecé a darles muestras a mis amigos y empecé a vender ya mis propios productos. Empecé vendiendo galletas, tres leches, cheesecake, quesadillas y pasteles con mis amigos y conocidos; también vendí comida por encargos, nunca paré”, contó la entusiasta emprendedora.

Sandra, una profesional de las comunicaciones, combinaba sus días de horneado con la búsqueda de empleo, confiada en que Dios le abriría una puerta. “Yo me gradué de la UCA y a veces la gente lo desmotiva a uno diciendo que tanto que estudió por gusto, pero uno debe ser positivo y aprender de las situaciones de la vida y aferrarse a Dios en que todo va a mejorar. Además es de saber aprovechar los momentos y capacitarse”, contó.

Como no encontraba trabajo, Sandra siguió capacitándose e hizo un curso de costura de artículos enguatados para poder dar un extra en los empaques de sus productos.

Hoy, además de ser experta pastelera, ha incursionado en la venta de mantas, manteles, bolsas de tela entre otros. “La cosa es estarse capacitando en lo que a uno le gusta y siempre ser positivo y ver que pese a todo el sol siempre sale y que Dios no lo abandona a uno”, dijo convencida.

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Sandra estuvo desempleada 11 meses y hace un par de meses comenzó a trabajar nuevamente en su carrera, pero el gusto por lo que aprendió se quedó con ella y ahora se está capacitando como emprendedora.

“En algún momento voy a establecer mis productos y mi marca, ese sueño no ha terminado. Hoy creo que soy afortunada, mi fe en Dios y el apoyo de mi familia y amigos me ayudó en este proceso, además se debe creer en uno mismo que se puede salir adelante y aprender de todo lo más que se puede”, concluyó.