¡Dios mío, hay un Blockbuster en la ciudad!

Conozca una de las tiendas en que, al día de hoy, sus empleados tienen como meta seguir atrayendo a esas personas que encuentran goce buscando una película en estanterías físicas.

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Los dueños de esta tienda, Ken and Debbie Tisher, llegaron a tener cinco locales Blockbuster. Foto EDH/EFE

Por Tania Cidoncha (EFE)

2018-09-04 7:28:22

En Bend, en el centro de Oregón y cerca del Río Deschutes, cuelga el último e icónico letrero azul y amarillo de Blockbuster en EE.UU., la antaño todopoderosa cadena de videoclubes que tras internet y Netflix adolece de una inexorable muerte lenta.

Con una población de casi 100.000 habitantes, de acuerdo con datos de 2016 del Censo de EE.UU., esta ciudad atrae a turistas por su impresionante naturaleza y su consecuente oferta de actividades al aire libre, a lo que se añade ahora el atractivo de albergar el último local de la famosa franquicia, en cuya fachada no es raro ver a visitantes posando junto al identificable letrero inclinado.

Visitando el último Block Buster de Estados Unidos

 

Cruzar sus puertas de vidrio y recorrer sus estanterías con un total de 14.000 títulos, con estrenos y videojuegos incluidos, es casi un viaje en el tiempo, a aquellas épocas de predominio absoluto del formato físico y previas a la descarga digital, y cuya mejor década para la firma fue la de 1990.

Sandy Harding, gerente de este establecimiento inaugurado en 2002 y en el que entró a trabajar dos años después, señala que la supervivencia del último Blockbuster del país se debe a los vecinos de la ciudad, a su “pasión por el cine” y su apoyo a los comercios locales.

“El crecimiento de la ciudad, el apoyo de la comunidad por los negocios locales y el hecho extraordinario de ser los últimos nos mantiene a flote”, reconoció Harding

“Mucho antes de ser los últimos entraba gente comentando: ‘¡Dios mío, hay un Blockbuster en la ciudad y no había visto uno en años!’. Rápidamente se hacen socios y vuelven”, comentó.

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Sospecha además que las familias empiezan a ser conscientes de la desconexión que les produce la tecnología e internet, y cómo “sus hijos están muy centrados en los móviles”.

“Creo que disfrutan viniendo aquí y viendo películas en familia como hacíamos en los años 90”, agregó.

Al mirar atrás, el gerente recuerda que en un momento dado se sintió “la llegada de Netflix y de (la compañía de películas vía internet) Redbox”, y por supuesto el zarandeo que significó que Blockbuster se declarara en bancarrota en 2010 y la posterior adquisición de la franquicia por la empresa estadounidense de televisión de pago Dish Network.

La compañía fundada en 1985 por David Cook llegó a tener hacia el año 2004 unos 9.000 locales en todo el planeta, pero progresivamente fue incapaz de hacer frente a las nuevas formas de consumo digital y los videos bajo demanda en internet, entre otras razones.

Hasta hace poco más de un año se mantenían con vida en EE.UU. una decena de tiendas Blockbuster, seis de ellas en Alaska y que como la de Bend se ubicaban mayormente en áreas rurales, con un limitado acceso a internet.

Hoy, en el planeta, además del local de Bend solo quedan en pie otros cinco en Australia, los cuales esperan durar por lo menos hasta el año 2020 y así hacer una celebración conjunta por el 35 aniversario de la fundación de la franquicia.

En Bend mientras tanto atienden a la clientela con el mismo ánimo y sistema informático de la década de 1990, muy eficaz contra los hackers, aseguran.

“Estos son ordenadores muy antiguos, hay que ser muy específico con ellos, estamos hablando de Windows 3”, comentó con orgullo Gabe Fischer, uno de los empleados del local y quien revela algún día le gustaría ver entrar en el local al actor Bruce Willis.

“Podría señalar casi el 95 % de las películas de la tienda en las que aparece”, confiesa.

De cadena internacional y casi dueña del mercado mundial de videoclubes a pequeño museo del pasado y atracción de turistas nostálgicos, Blockbuster tiene su último registro testimonial en el centro de Oregón, en el noroeste del paíY al día de hoy, sus empleados y administradores tienen como meta seguir atrayendo a esas personas que encuentran goce buscando una película en estanterías físicas, en vez de deslizando el pulgar sobre una pequeña pantalla electrónica.

Foto EDH/EFE