Las historias detrás de los negocios liderados por mamás que siguen a flote en medio de la pandemia

Un estudio del FMI señala que la pandemia golpeó laboralmente más a las mujeres madres. Estas son historias de madres que enfrentan los retos.

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Doña Elizabeth peina a su hija Catherine, mientras su nieto Eduardo consiente a su mamá, en uno de los pocos momentos que tienen libres en el salón que ambas manejan. Foto EDH/ Jessica Orellana

Por Magdalena Reyes

2021-05-09 8:35:40

A poco más de un año de que se desatara la pandemia del COVID-19 que obligó a muchos negocios a parar sus operaciones, los efectos no fueron igual para todos, según un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI).

De acuerdo a nuevas estimaciones de este organismo, la crisis por el virus trajo consecuencias más significativas para las madres trabajadoras que han sido víctimas del cese de la actividad económica.

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En El Salvador, los negocios liderados por mujeres madres también se vieron en dificultades y están tratando de retomar el rumbo con la reactivación económica, luego de la cuarentena prolongada.

Ese es el caso de doña Elizabeth Zamora quien comenzó a trabajar como empleada en una sala de belleza desde 1978 a 1986 y luego fundó Elizabeth Estilista, su propia sala de belleza, misma que ahora maneja junto con su hija Catherine.

Elizabeth afirma que en las más de tres décadas trabajando con su negocio propio ha pasado tiempos difíciles como los terremotos de 1986 y de 2001 y el conflicto armado, pero salió adelante.

Sin embargo ninguno fue tan drástico como para parar sus labores, como sí sucedió el año pasado por el COVID-19 que la obligó a cerrar su salón de belleza por tres meses y luego reabrió a mediados de junio 2020.

“Todavía hay clientes que no vienen muy seguido”, explica.

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En esos tres meses sin laborar la fe en Dios y el apoyo de las personas que se congregan en la misma iglesia fueron sus sostén.

“Nos ayudaron con alimentos, salimos adelante y ahorita estamos intentando recuperarnos. Gracias a Dios que nos han esperado con las deudas, porque hay cosas que no se pudieron pagar”, relató.

Y para mantenerse ha implementado los protocolos de bioseguridad como el distanciamiento físico, el lavado de manos y el uso de la mascarilla.

Antes de la pandemia tenía una empleada, pero por la distancia y restricciones de movilidad ya no continúo laborando.

Por el momento están trabajando únicamente madre e hija en recuperar la clientela aunque también ha ganado nuevos clientes. Según Elizabeth, aún están a un 60% de operaciones comparado con el flujo de personas que llegaban antes del confinamiento.

“Tratamos de que los clientes sean parte de una gran familia y darles un servicio extra que les permita relajarse”, dice doña Elizabeth.

Foto EDH/ Jessica Orellana

Las expectativas del negocio están puestas en ampliar el servicio para pestañas, manos y pies, además de servicio de bebidas y bocadillos para los clientes porque en este momento piden este tipo de servicio a otros negocios. Elizabeth espera que esto sea una realidad antes que termine el 2021.

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El trabajo entre madre e hija

Tener un negocio propio también es un reto como madre. Doña Elizabeth tiene dos hijos. De ellos, su hija Catherine es la que desde pequeña le ha ayudado con el negocio. Esto la obligó a balancear el trabajo y el tiempo de convivencia con ellos y por eso implementó en su salón el trabajo a través de citas.

Cuenta que desde pequeña su hija Catherine tuvo vocación por el estilismo, desde que jugaba con sus amiguitas a hacerle peinados, hasta que finalmente optó por estudiar diseño capilar.

“Yo puedo trabajar con ella por su mística, le gusta hacer las cosas bien y a mí así me gusta también. Puedo decir que nos compaginamos, hacemos buen equipo”, afirmó Elizabeth.

Catherine, por su lado, destaca que cada una de ellas tiene clientes que prefieren su atención.

“Mi mamá tiene clientes que vienen desde hace más de 30 años, al estar yo en el salón desde que estaba pequeña, ellos también me conocen, porque yo empecé a ir al salón desde que tenía 10 años, cuando ella me enseñó a lavar cabello”, relató.

Catherine, quien también es mamá, no siempre sintió vocación por el estilismo. Al principio lo sentía como una carga, pero una vez comenzó a estudiar diseño capilar se dio cuenta que eso era lo suyo.

A la fecha ha recibido entrenamiento de empresas internacionales y trabaja a medio tiempo dando clases de estilismo con una compañía. El resto del tiempo se lo dedica al salón donde trabaja con su madre y a la vez cuida a su hijo Eduardo.

Ambas mujeres hacen un balance entre el trabajo y su tiempo de calidad como madre e hija, departiendo en una comida o yendo de compras, que es lo que disfrutan hacer juntas.