Este salvadoreño se rebusca porque a raíz de la pandemia dejó varios proyectos parados. Foto EDH / Menly Cortez
Pese a que la reactivación gradual de la actividad comercial inicia este martes 16 de junio, y muchos pequeños negocios ya reanudaron labores, los usuarios del transporte público tendrán que esperar hasta el próximo 7 de julio para que se reactive el servicio.
Luchador desde niño
“Yo me crié con mi abuela, mi mamá se fue a Estados Unidos y me dejó de seis años, a mi y a mis dos hermanos pequeños. Otra tía también le dejó el talego de hijos a mi abuela, fuimos diez primos que ella y una tía criaron solitas y por eso aprendí a ganarme la vida rápido”, rememora. Si bien pasó tiempos duros en su niñez asegura que eso lo hizo fuerte y pronto entendió que había que trabajar para sobrevivir.
Cuanto llegó al sexto grado lo pasaron a la nocturna para que fuera de aprendiz a un taller de estructuras metálicas. Tenía doce años. “Ya a los 16 años ganaba 240 colones por quincena”, cuenta orgulloso.
Más tarde consiguió empleo en un taller y hace seis años se independizó con la intención en un futuro de fundar su propia empresa.
“Yo puedo trabajar en construcción, fontanería, albañilería,jardinería, obra de banco, lo que me ponga lo hago”, explica.
Con la pandemia dejó varios proyectos parados porque se cerraron las ferreterías y los clientes para evitar contagios, le cancelaron contratos.
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“Yo tenía contratadas remodelaciones de casas en la zona alta de San Salvador y era buen dinero, sin embargo, desde que se declaró la primera cuarentena he estado trabajando relanciado. Al principio no salía por miedo a ser detenido, seguido me pararon”, cuenta. Luego unos clientes que son abogados le extendieron una carta y pudo salir sin temor.
Cuando anunciaron la prohibición del transporte público, tampoco se frenó, se las ingenió para caminar largos trayectos y seguir trabajando.
Herbert asegura que los clientes que posee lo han bendecido, porque además de esa carta, otra clienta le ha permitido guardar las herramientas en su casa – en un punto intermedio de su viaje- y eso le impide cargarlas en sus agotadores recorridos.
Además, otros clientes les han regalado víveres. “La comidita no ha faltado, incluso un día me regalaron un saco de arroz, fue para los días de la tormenta, y hasta hicimos bolsas de dos libras con mi esposa y las fuimos a repartir a los afectados por las lluvias”, contó el salvadoreño.
El trabajador recibió el bono de los $300 que dio el gobierno pero ya se le agotó. “$300 para ochenta días de cuarentena no alcanzan para sostener una familia, pero gracias a Dios siempre que yo salga podré trabajar. Hasta la tormenta que tantos estragos causó me dio que hacer”, relató.
“Yo no sé si van a poner el transporte pronto, pero yo siempre voy a salir a la rebusca, no me gusta andar mendigando. El problema de los salvadoreños es que nos gustan las cosas gratis, esperar que llegue la ayuda y no, yo creo que se puede salir adelante si uno lucha”, concluyó.
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