El presidente de la Cámara Agropecuaria y Agroindustrial de El Salvador (Camagro), Agustín Martínez, lamentó ayer que la agricultura en El Salvador no es un trabajo rentable y que poco a poco está desapareciendo como actividad económica.
“Estamos desapareciendo como actividad y por más que me digan que está renaciendo el agro, no es cierto. Nosotros lo estamos sosteniendo gracias a nuestro esfuerzo a pesar de que la actividad, por muchas razones como baja productividad o condiciones de mercado, no es rentable; nosotros la estamos sosteniendo y necesitamos políticas consecuentes con eso”.
El representante del sector recordó que hace algunos años, la agricultura y todas las actividades conexas llegaron a representar casi la mitad de toda la producción nacional (Producto Interno Bruto-PIB). En 2016 se estimaba que representaban un 13 % y con el nuevo Sistema de Cuentas Nacionales, para 2017, el agro representó apenas el 5.8 % del PIB.
Martínez insistió en que, pese a que 500,000 personas se dedican a las actividades agrícolas y se generan un total de 2.5 millones de empleos indirectos; las ventas en el exterior de café, azúcar, ganadería, granos básicos, porcinocultura y otros relacionados representaron apenas el 18 % de los más de cinco mil millones de dólares en exportaciones totales.
Productores exigen al gobierno impulsar al agro
Los agricultores cuestionan que solo este año Agricultura recibirá $27 millones menos que el año anterior, lo que afecta al plan de Paquetes Agrícolas y Agricultura Familiar.
El declive en la participación resulta, para el representante de Camagro, porque además de los retos externos que no se pueden controlar como el aumento de precios de materias primas, petróleo, fletes de transporte y nuevos aranceles; el país debe enfrentar desafíos internos que van desde que los productores no son dueños de las parcelas que cultivan y hay mucha tierra subutilizada hasta un débil sistema educativo orientado a la capacitación agropecuaria, y un limitado uso de la biotecnología que se reduce a la asistencia técnica e investigación.
Adicionalmente, el relevo generacional no parece ser una alternativa, puesto que por ahora la edad promedio del trabajador del campo es de 59 años de edad. Por otro lado, el valor generado por trabajador ronda los $3,500 anuales; uno de los más bajos de la región.
El presidente de CropLife Internacional, José Perdomo, coincidió con Martínez en un congreso denominado: “La agricultura en El Salvador, retos y desafíos”, señaló que la región tiene un enorme potencial de crecimiento agrícola; sin embargo, le faltan planes, inversión en infraestructura (para llevar los productos de un lado a otro), hay poca o ninguna investigación local o asesoría técnica y las cadenas de comercialización son ineficientes.
La falta de financiamiento adecuado y oportuno, los limitados programas de control integrado de plagas, la vulnerabilidad climática del país y la limitada innovación, aplicación de tecnología y baja rentabilidad son otros de los factores internos que siguen frenando un crecimiento mayor del sector.