“Algunos me dijeron que era un loco por hacer esto”. Salvadoreño con discapacidad se reinventa como guía turístico

Alisandro Ramos es un padre de familia que decidió emprender este nuevo desafío, luego de que su venta de mariscos se viera afectada por la pandemia del COVID-19.

descripción de la imagen
Alisandro Ramos, un salvadoreño con discapacidad que se reinventó como guía turístico, se toma una selfie en la cima del cerro Quezalapa, en el cantón Barahona, San Pedro Masahuat, La Paz. Foto/AFP

Por AFP

2020-09-13 4:15:32

Alisandro Ramos, una persona con una discapacidad en las piernas desde la infancia, tuvo que cerrar su pequeña venta de mariscos cuando la pandemia de COVID-19 alejó a los clientes en su poblado en el departamento de La Paz, y se reinventó como guía turístico.

De fácil hablar y piel morena, Ramos se alista para guiar a una decena de jóvenes en una caminata al cerro Quezalapa, ubicado entre los municipios de San Pedro Masahuat y de El Rosario, de dicho departamento, ubicado en el sureste del país.

“Algunos de mis vecinos me dijeron que yo era un loco por hacer esto”, comenta Ramos, mientras se echa una mochila a la espalda y toma sus muletas para comenzar el ascenso al cerro, una caminata que puede durar hasta tres horas a paso relajado.

Sin doblegarse por la crisis y por las limitaciones de movilidad que le dejó la poliomielitis que sufrió de niño, Ramos conduce a los turistas por un resbaladizo camino de tierra en el que hay que sortear grandes rocas, maleza y árboles.

No importando lo escabroso del terreno, Alisandro guía en su recorrido a un grupo de turistas hacia la cima del cerro. Foto/AFP

Después de que las restricciones para combatir la pandemia apartaran a los clientes de su negocio, el salvadoreño de 41 años tuvo que sobrevivir con el poco dinero que le enviaba su esposa desde Estados Unidos.

? LEA ADEMÁS: La discapacidad y desempleo no detienen a José Benítez: vende llaveros para ganarse el sustento de su familia

Un año atrás, ella y su hija tomaron el camino de miles de compatriotas y emigraron sin documentos, con ayuda de un coyote, al país norteamericano para salir de su precaria situación económica.

Tras cerrar su negocio, el trabajo como guía le ha permitido salir adelante y pagar las deudas contraídas para el viaje migratorio de su familia.

Un sueño por cumplir
Desde la cumbre del cerro donde sopla una brisa fresca, se observa a lo lejos la silueta de volcanes, el azul de la cercana costa del Pacífico, el verde valle del Jiboa y el serpenteante curso del río del mismo nombre en el departamento de San Vicente.

“Convertirme en guía es un esfuerzo con el que espero ayudar a que lleguen recursos económicos a mi comunidad como destino turístico y que esos ingresos también me ayuden a salir adelante”, dice Ramos, sudoroso tras coronar la subida al cerro.

Ramos vive en la comunidad de Barahona, un poblado rural de campesinos que producen maíz, aledaño a San Pedro Masahuat, a unos 45 kilómetros al sureste de San Salvador.

Cobra una módica tarifa por su trabajo de guía hacia el cerro.

Cae la noche y Ramos platica amenamente con el grupo de jóvenes que le acompaña para pasar el tiempo en el cerro bajo la amenaza de una tormenta que, para su fortuna, no cayó.

“Admiro mucho a Lisandro, siempre se involucra en cuestiones que benefician a la comunidad, es admirable lo que hace de subir al cerro”, comentó a la AFP Ernesto Valladares, uno de los jóvenes turistas.

Una vez en la cima del cerro Quezalapa, Alisandro y los turistas disfrutan del bello paisaje que desde allí se aprecia. Foto/AFP

Ramos suele hacer el recorrido acompañado de su hijo Rodrigo, de 10 años. Sufre al recordar a su esposa y su hija Heizel, de 8 años, quienes se encuentran en Estados Unidos.

“Mi sueño más grande es reunificar a mi familia. Por hoy mi hijo es mi amigo y mi compañero, él se quedó a cuidarme, pero espero un día estar con toda mi familia y por eso me esfuerzo”, sostiene.

? LEA ADEMÁS: Hermanos emprendedores innovan pupusería familiar con tecnología para expandirla al servicio a domicilio