Juan lleva en su billetera dos billetes de $20 con los que comprará su comida de la semana, pero también porta más de $10,000 en siete tarjetas de crédito que maneja de forma simultánea y que le están ahogando sus finanzas cada vez más.
Pagando la cuota mínima, Juan cree que puede manejar sus finanzas, pero como él, hay 387,054 deudores que manejan 793,141 tarjetas de crédito para financiar sus actividades diarias y recreativas que ya acumulan una deuda de más de $1,078 millones, según datos de la Superintendencia del Sistema Financiero.
Con estas cifras se deduce que cada deudor maneja, en promedio, dos tarjetas de crédito. Pero hay otros salvadoreños que usan tres, cuatro, cinco y hasta siete tarjetas, como el caso de Juan.
De acuerdo con Ana María Valladares, directora ejecutiva de la consultora financiera Logros, este aumento en el uso del dinero plástico se explica por dos razones: una, es la oferta: “las tarjetas de crédito son el producto financiero más vendido por los bancos a nivel mundial”.
No solo es un producto financiero fácil de adquirir y de usar, sino que además, genera cuantiosas retribuciones a los bancos debido a las altas tasas de interés que establecen por estar dirigidas a un segmento de consumidores con un alto riesgo de pago. “Es un producto de consumo masivo aquí y en todo el mundo”, señaló.
Y la segunda razón es la alta de manda, que está ligada al comportamiento de los consumidores: “La gente quiere una tarjeta porque con ella puede alcanzar un nivel de vida aceptable que no podrían pagar solo con su sueldo. Muchos sienten que les da estatus”, afirmó la experta financiera.
Otros creen que tener una tarjeta de crédito les permitirá crear un récord crediticio que les beneficiará en un futuro.
Más salvadoreños tienen tarjetas de crédito y su deuda supera los $1,078 millones
Entre enero de 2017 y octubre de este año se han emitido 69,218 nuevas tarjetas de crédito.
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Lo cierto es que, según Valladares, muchos de los usuarios de tarjetas de crédito no tienen pleno conocimiento de todas las implicaciones económicas, sociales y personales que conlleva usar una tarjeta de crédito.
Afirma, por ejemplo, que muchos no tienen la disciplina para usarla de forma adecuada y ceden a las presiones publicitarias o a las tácticas de convencimiento de los empleados bancarios.
Otros creen que pueden utilizarla solo como un medio de pago, pero según Valladares “la naturaleza del producto es ser sujeto de crédito. Nunca ha sido concebida para que funcione como una forma de pago. Siempre ha sido una línea de crédito”, confirmó.
“Nadie tiene ni la formación, ni educación ni la disciplina para manejarla como un medio de pago. Si fuera así, sería fabuloso”, agregó.
¿Tantas tarjetas?
El caso de Juan es excepcional, pero según Valladares, los salvadoreños llegan a manejar hasta cuatro tarjetas de crédito distintas, aún cuando el artículo 8 de la Ley del Sistema de Tarjetas de Crédito dice expresamente que: “se prohíbe a los emisores o coemisores la contratación indiscriminada, es decir, sin que preceda un estudio de crédito de cada posible tarjetahabiente, que lo califique, atendiendo a su capacidad de pago”.
El artículo agrega: “lo mismo deberá ser aplicable previo al otorgamiento de extrafinanciamiento, incremento del límite de crédito, refinanciamientos o reestructuraciones. El estudio en mención deberá quedar documentado”.
Según dijo esta semana el Superintendente del Sistema Financiero, Ricardo Perdomo, ellos no pueden hacer nada en temas como las tasas de interés. “Lo que procuramos es que se genere competencia”, afirmó.
Para Valladares, es importante que en el país se discuta sobre leyes de responsabilidad compartida, como lo existe en países como Chile, en el que, si una persona cae en una mora incobrable, se analicen las condiciones en las que la entidad bancaria dio los créditos y asuma parte del problema.
Al respecto, la Defensoría del Consumidor ha iniciado el debate del tema con un Observatorio de Tarjetas de Crédito con el que pretende que los salvadoreños tengan más información sobre estos productos financieros y así elijan con más atino sobre sus finanzas personales. El Observatorio está disponible en su página web.