¿Qué hará Edgard Grande con los $300 millones que le confía Tigo?
El nuevo CEO de la empresa se caracteriza por hacer crecer los negocios como la espuma al vaciar una cerveza, y acude al llamado como un soñador empedernido.
El tono de voz de Edgard Grande tiende a confundirse con un acento colombiano, producto quizás de sus siete años de vivir en Colombia, como parte de sus 17 años de trabajo en la industria de bebidas. Pero el recién nombrado CEO de Tigo El Salvador está lejos de renegar de sus raíces. “Con una Pilsener y unos frijolitos se me sale el salvadoreño rápido”.
Nacido en San Salvador hace 41 años, Edgard Antonio Grande Bermudes viene de una familia originaria del oriente del país, que en tiempos de la guerra tuvo que venir a la capital por seguridad y un mejor futuro.
En esos tiempos, la moda era buscar el “sueño americano” en Estados Unidos, pero su familia optó por la capital en El Salvador y pronto Edgar Grande comenzó con sus aspiraciones, que fueron creciendo como la espuma, hasta convertirse en lo que es hoy, el máximo ejecutivo del coloso Tigo.
Se graduó de la Universidad José Simeón Cañas (UCA) en el área contable, con una maestría incluida, y coronó sus estudios con un master en administración y dirección de empresas de la famosa escuela de negocios INCAE.
“Cuando era pequeño quería ser contador, estando en la empresa quería ser gerente financiero… ir sumando posición de liderazgo”, recuerda.
La compañía a la que se refiere es Industrias La Constancia (ILC), donde estuvo alrededor de seis a siete años, una parte como vicepresidente financiero, cuando la productora de las populares marcas de cervezas Pilsener y Golden era parte del conglomerado británico-sudafricano SabMiller, en ese entonces la segunda cervecera más grande del mundo.
No es casualidad que Edgard Grande mencione al inicio de esta historia la cerveza Pilsener.
Más recientemente, este amante del fútbol, la bicicleta y el golf llegó a convertirse en el gerente general de ILC, una operación que abarcaba desde Colombia a El Salvador, pero ya bajo la administración de la gigante AB InBev, que con la absorción de SabMiller, se convirtió en la mayor fabricante de cervezas del planeta.