Lo digital, sin regresar al origen ni a lo literal de la palabra, pero sí a su forma común de uso, es tan amplio como cualquier tema relacionado a la tecnología. Las redes sociales son una pequeña parte de este universo y, aun así, el único en el que muchas marcas y empresas están experimentando.
Gente normal, en pijamas, está imprimiendo productos de su imaginación desde su casa y distribuyéndolos a través de tiendas en línea que no son propias. Están filmando, editando y musicalizando sus propios comerciales; crean sus propias campañas publicitarias y las pagan con su tarjeta de crédito para que solo las vean, en internet, aquellos con los que sea más probable tener un golpe de suerte y cerrar una venta.
Esta es una línea de nuevos emprendedores, gente con recursos económicos limitados, pero que sí están aprovechando al máximo lo digital para cumplir sus objetivos. Esta agilidad en procesos, interés en la innovación y atrevimiento en general son temas que muchas empresas y marcas deberían tomar como ejemplo.
La importancia de los festivales de publicidad
Lo digital está involucrado en todos los niveles de las empresas, desde la optimización de procesos de producción, la cultura y la atención al cliente hasta el marketing.
Actualmente podemos pedir el supermercado desde internet, hacer una orden en un restaurante de comida rápida con un tótem digital, depositarnos un cheque a través de una foto, proyectar cuándo comprar un boleto de avión más barato y, a través de realidad aumentada, encontrar la sala para abordar el avión, pintar un grafiti o atrapar bestias. Estos son ejemplos de transformación digital; y las redes sociales, en estos casos, han servido únicamente para que todos nos enteremos.
El mundo nos está absorbiendo a una dinámica que cada vez más responde de manera digital a nuestras necesidades y para adaptarnos a estos cambios, tenemos que aprender a bailar.
