“Hasta los más pobres pagarán los nuevos impuestos…”

Aunque el Gobierno señale lo contrario, todos aportarán para llevar más dinero a arcas del Estado

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Hasta los más pobres pagarán los nuevos impuestos...

Por Patricia García negocios@eldiariodehoy.com

2014-08-19 12:00:00

Hasta las pupuseras, los minuteros y los dueños de tiendas pagarán por los nuevos impuestos, que se aplicarán a la cadena de producción, no perdonarán años malos ni obras inactivas y que, contrariamente a lo que se dice, implicarán traslados en cobros en las remesas y hasta en el uso de tarjetas de crédito.

Las reformas tributarias y la nueva ley de impuesto a las operaciones financieras que aprobó la Asamblea Legislativa el pasado 31 de julio, se supone que fueron creadas para que “los que ganan más, paguen más”; pero lo cierto es que no solo afectará a este grupo que tiene mayor poder adquisitivo, sino a toda la población sin distinción alguna de clase social.

Esto lo han confirmado representantes de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (CCIES), al anunciar que presentarán un recurso ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia contra la reforma fiscal que aprobó la Asamblea Legislativa y que contiene los nuevos gravámenes.

Aunque el presidente Salvador Sánchez Cerén, el ministro de Hacienda y los diputados del FMLN han reiterado desde que se conoció la propuesta de los impuestos, que estos únicamente eran para generar mayor “equidad”, la realidad es que todos los salvadoreños se verán afectados con los nuevos tributos que el Gobierno aplicará para hacer llegar más dinero a las arcas del Estado.

De acuerdo con el presidente de la Cámara de Comercio, Luis Cardenal, no es cierto que los empresarios no quieren pagar impuestos como se quiere hacer creer. “Los empresarios pagamos 30 % de Renta, 13 % de IVA, 8 % de Alcaldía y otros más, que suman casi el 50 % de las ganancias que se tienen, no pueden decir que no pagamos”, enfatizó Cardenal.

Pero diversos sectores han advertido que el costo que se incremente a la materia prima deberá ser trasladado al precio del bien o servicio que ofrecen y, por ende, a la cadena productiva.

En este sentido, no es de extrañarse que todos los dueños de negocios, independientemente del rubro y tamaño, terminen tomando las medidas que consideren convenientes para evitar los impactos que trae el paquete fiscal.

Impuesto a transferencias afectará sin que se realicen

Un claro ejemplo de lo que pasará con el impuesto a las transacciones financieras, con el que las entidades bancarias deben cobrar $2.50 por cada transacción de $1,000, es que, aunque las personas no realicen de manera directa una operación bancaria por esta cantidad, lo pagarán con las variaciones de los precios que se experimentarán en el mercado.

En el caso de la dueña de una tortillería, si bien es cierto que, muy difícilmente realizará transacciones bancarias arriba de los $1,000, los proveedores a los que les compra su materia prima, si las hacen.

El comerciante de maíz compra grandes cantidades del producto para su posterior distribución y hace transacciones bancarias para pagarlo, también, el vendedor de gas licuado, los almacenes que comercializan las cocinas o planchas para hacer tortillas, todos ellos son parte de los empresarios que pagarán directamente por las transacciones.

Por consecuente, el costo deberán trasladarlo al precio, como lo dicta la lógica de mercado, no es por que vayan a tener mejores ganancias, sino porque el precio de sus productos se incrementa.

Otro golpe para el comercio

La modificación a la Ley del Impuesto sobre la Renta es otro de los factores que golpeará el bolsillo, no solo de comerciantes, sino de la población, que terminará asumiendo los costos de políticas mal estructuradas que dicen ser para afectar a un grupo y realmente van dirigidas para todos, según los empresarios.

La reforma al Impuesto sobre la Renta establece un pago mínimo de 1 % sobre activos netos o ingresos brutos (totales), (según el que sea menor), a las empresas o personas naturales que tienen utilidades mayores o iguales a $150 mil en el año.

Por ejemplo, si el empresario tiene en activo $15 millones y en utilidades tiene $7 millones, quiere decir que le van a tasar el 1 % sobre sus ventas.

Pero si en dado caso, sus activos son $15 millones y sus ventas brutas son $16 millones, el impuesto será por sus activos.

Es decir, si el señor que distribuye paletas, tiene dos vehículos, tiene su pequeña empresa, y si sus ventas son menores que estos, el 1 % será aplicado a estas, siempre que al final de año sobrepasen los $150 mil.

O por el otro lado, si el señor que vende zapatos, tiene una máquina, tiene un taller, cada una de las cosas que están en ese taller (si es formal), tiene un costo o un valor que está declarado en Hacienda; esos son sus activos y sobre el total de estos tendrá que pagar, si estos fueran menores que sus utilidades.

Esta reforma tributaria no contempla en ningún momento la generación de la riqueza, no toma en cuenta un año malo, o si la industria inicia y está haciendo inversiones millonarias y casi no tiene utilidades en los primeros años.

Tampoco toma en cuenta si las pocas ganancias que se tengan, los empresarios deban ocuparlas para pagar el tributo, quedando su esfuerzo de todo un año en las arcas de un Estado que no ha aprendido a administrar dinero que no le pertenece.

Según lo han apuntado diversos sectores, esto es un impuesto confiscatorio, y lo único que le interesa al fisco es poder obtener el dinero sobre las ganancias o sobre el patrimonio de la población, aún sin importar que los negocios puedan cargar con los tributos.

También el sector empresarial ha reiterado que esto es un desincentivo a crecer y a invertir más en el país, porque todas las inversiones en maquinaria o en infraestructura, de cualquier tipo de negocio, serán tasadas con más impuestos.

Por lo anterior, las opciones que se vislumbran a corto plazo es que las empresas dejen de invertir y frenar sus servicios con mejores herramientas, porque el valor de esto además de pagarlo al hacer una transacción bancaria, lo pagará con sus ganancias o con el capital que cuente a fin de año.

Espiral inflacionaria que afectará al consumidor

La cadena de retención de impuestos que afectarán los procesos comerciales, se verá reflejado en el precio al consumidor final.

Según especialistas, entre más negocios intervengan en la cadena de distribución, mayor será el costo del producto final. No será solo de 0.25 % como se plantea, sino que puede pasar a ser hasta 1 % o más, el alza que experimentarán los costos de producción, los insumos y los servicios.

Esto no podrá ser sostenido por los empresarios, quienes terminarán por trasladárselo a sus clientes.

Por ello es que diversos sectores advirtieron que las reformas tributarias no tenían como fin único pasarle la factura de más impuestos a los empresarios, sino que llevaban como destinatarios a todos los ciudadanos, hasta los más pobres.

Aunque el sector empresarial intentó, previo a la aprobación de las reformas de la Asamblea, hacer entender que los impuestos empeorarían la crítica situación de las familias, esto fue en vano.

El ministro de Economía, Tharsis López, recientemente calificó el paquete tributario como un acuerdo de sectores, por las reuniones que se mantuvieron; sin embargo, los empresarios rechazan tal afirmación, argumentando que no se les escuchó.

“Lo que les interesa, al parecer (señalando al Gobierno) no es el diálogo sino domarse a la población diciendo que están haciendo una cosa cuando están haciendo otra, pero los resultados allí están, yo lo que digo es por los frutos los conoceréis y vemos que allí están los frutos”, refirió Cardenal.

Los empresarios resienten que el g

Gobierno no tenga una visión de país y que, por el contrario, con el afán de llevar más dinero a las arcas de Estado, se aparte del diálogo con los sectores a los que no les interesa y no les conviene escuchar.

El impacto de las reformas tributarias aprobadas, según lo indican, comenzarán a pasarle la factura a los salvadoreños antes de lo que esperan.

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