“Pido me ayuden a construir una champita”: mujeres sin casa por lluvias

Juana y su madre se quedaron sin la casa que alquilaban. El techo y paredes colapsaron. La hija lava y plancha ropa pero eso no es suficiente para sobrevivir junto a su progenitora.

Juana y su madre han vivido en lugares prestados o con amigos desde que las lluvias terminaron por derrumbar su casa.

Por Milton Rodríguez sucesos@eldiariodehoy.com

2020-09-28 4:20:39

Además de la crisis sanitaria del COVID-19, El Salvador sufrió las consecuencias de las lluvias torrenciales e inundaciones en mayo, junio y julio de este año. Entre los miles de afectados hubo personas originarias de la zona oriental que perdieron sus cultivos, sus casas, y ahora siguen luchando por subsistir.

Uno de esos casos es el de Juana Pérez viuda de Martínez y su madre, una mujer de avanzada edad, quienes se enfrentan a una difícil situación tras quedarse sin hogar. “Mi techo se cayó, con las primeras tormentas se hundieron los cuartones de en medio de la casa y ya con las últimas se terminaron de caer las paredes que quedaron”. Así resume la pesadilla que vivió Juana, de 58 años, junto a su madre de 88.

La vivienda, que alquilaban desde hacía 20 años, estaba ubicada en el cantón San José, caserío la Cantera, en el municipio de San Francisco Gotera, Morazán.

El techo de la casa colapsó un domingo por la tarde, mientras las dos se encontraban en el trabajo y eso evitó que ocurriera una desgracia mayor. “No estábamos nosotras, mi patrona me dijo: ‘no hija, no te vayas con tu mamá porque está lloviendo fuerte y va a seguir lloviendo en la noche, quédate. Así que mejor yo le hice caso a ella, si no hubiéramos quedado soterradas ahí”, relata la señora.

El lunes, cuando regresaron, recibieron el fuerte impacto al ver que de su casa solo quedaban ruinas. Desconcertadas, se fueron a dormir a donde un familiar y al día siguiente a donde una vecina, pero debido a que estas personas tenían que salir a trabajar, las dos señoras tuvieron que optar por buscar otro lugar donde refugiarse.

Estas mujeres vivían pobremente, no tenían camas, ni cocina, siempre cocinaban con leña afuera de la casa; tampoco tenían servicio de agua, pues se la compraban a una vecina. “Teníamos un televisor nada más y dos hamacas donde descansábamos, porque las otras cosas eran de mi hija que murió hace 6 años y se las llevó mi nieta”, explicó.

El esposo de Juana falleció en 2013 y al no tener más apoyo, desde entonces ha luchado para sobrevivir junto a su mamá: haciendo tortillas, planchando y lavando ropa. En estos últimos días sobrevive de las lavadas que hace a personas conocidas de San Francisco Gotera y San Miguel.

Pese a sus esfuerzos, su situación económica se vuelve bastante difícil, ya que cada semana debe comprar un medicamento para su madre, que sirve para que ella no sufra por causa de los calambres. “Cuando no salgo a muchas lavadas, yo voy recogiendo por dos dólares, dos dólares, así hasta ajustar los $19 dólares y comprarle la inyección a ella”, detalla.

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Cada vez que lava ajeno, Juana reúne $2 que ahorra para completar el costo de las medicinas de su madre de 88 años. Foto EDH / Yessica Hompanera

Sin lugar donde reconstruir

Ante la dura realidad de estas dos mujeres, sus vecinos y conocidos se conmovieron y les ayudaron a solicitar apoyo a la Alcaldía de San Franco Gotera, días después llegaron miembros de la comuna dispuestos a ayudarle con una parte del material de construcción.

Sin embargo, Juana explica con tristeza que, ante ese ofrecimiento de apoyo, el dueño del inmueble quien es su familiar, ya no le autorizó reconstruir la vivienda.

“Ellos me dijeron que ya no había lugar dónde poner un techo ahí porque ya no era mío y había otros dueños. ‘Está bien’, les dije yo, pero al mismo tiempo me sentí mal porque uno a veces pide el apoyo de su familia y es cuando a veces no lo tiene”, lamentó.

Pero ella no se detuvo. Solicitó un espacio para construir en un terreno de otro familiar que vive en San Miguel y tampoco se lo brindaron, por lo que estas dos mujeres no cuentan con un lugar donde construir un hogar para vivir.

Después de quedar en la intemperie, madre e hija se tuvieron que separar: la señora de 88 años se fue donde una hija en el cantón El Platanal, de San Miguel, y Juana recibió posada en casa de una amiga llamada Concepción Zúniga en el cantón Hato Nuevo, de San Miguel.“Cuando voy a Gotera, me quedo donde una prima a quien le voy a lavar, si no duermo donde una vecina a la que también le lavo y después me vengo para acá”, dijo.

Doña Juana agradece el apoyo de su amiga Concepción por darle un espacio en la sala de su casa para colocar una silla donde descansar y protegerse del sol y lluvia.

Asegura que la fe en Dios y el apoyo de sus amistades es lo que la sostiene; sin embargo, en los últimos días ha sufrido problemas de salud, ya que se le ha bajado la presión y padece dolores de cabeza.

“Me preocupa que no tengo un lugar estable, y la última vez que vi a mi mamá me dijo: ‘Yo quiero morir a los pies tuyos, aunque sea rodando hija’. Ella pide estar conmigo”, dice Juana.“Lo que pido es que me ayuden a construir una champita, aunque sea solo el techo”, suplica. Si desea ayudarles puede comunicarse al número 7239-9603.