“Yo he sido víctima de la violencia, al igual que todas, no he escapado de ella”: magistrada Paula Patricia Velásquez

La magistrada de la Corte Suprema de Justicia dice que en materia de derechos de las mujeres hemos avanzado, pero sigue la brecha. Considera difícil ser mujer en una sociedad que naturaliza la violencia en todas sus formas.

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Foto EDH / Lissette Monterrosa

Por Mirella Cáceres

2021-03-09 5:30:10

La magistrada de la Corte Suprema de Justicia, Paula Patricia Velásquez, se sincera en esta entrevista con El Diario de Hoy. Ella relata cómo fue agredida físicamente por un imputado en el Centro Judicial, lo difícil que fue pasar de ser jueza a una posición de víctima en un tribunal. Se considera una sobreviviente. “Yo no he escapado de la violencia”, afirma.

Velásquez, quien integra la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Corte Suprema, revela cuán empáticos necesitamos ser con quienes sufren violencia, especialmente las mujeres, y la necesidad de avanzar más en la defensa de los derechos de las mujeres construyendo una visión y teoría de género.

En el Día Internacional de la Mujer siempre se reflexiona sobre los avances en materia de derechos. Para usted, ¿en dónde estamos?

Hemos avanzado en el respeto de nuestros derechos y el reconocimiento de los mismos pero aún falta una enorme brecha que recorrer... no hay respeto hacia nuestros derechos, no hay igualdad de oportunidades porque nos encontramos en un mundo en el que el centro del universo y el centro de todos los privilegios son los hombres; existe la división sexual del trabajo aunque la Constitución diga que no, la práctica dice otra cosa... A nivel mundial cada 18 segundos muere una mujer víctima de violencia, no en un accidente de tránsito o imprudencia sino por nuestra condición de mujer; se nos violenta y se nos castiga. Siempre ha sido difícil ser mujer.

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Sigue la mujer en condición de vulnerabilidad.

A mi juicio las mujeres vivimos en una condición de vulnerabilidad porque si usted educa a un niño y una niña en las mismas oportunidades y condiciones puedo asegurarle que van a tener las mismas oportunidades y capacidades, pero no es así mientras el niño estudia y la niña hace las tareas del hogar.
Incluso la violencia simbólica se ha naturalizado que las mujeres no logramos verla, una muestra de eso es que para el día del padre le promocionan un sillón reclinable y una pantalla pero cuando es el día de la madre es la licuadora, la cocina, casi casi que la escoba... Hasta hace poco hemos visto que la violencia es un tema público porque nos están asesinando. Y es destacable el hecho de que a una mujer nunca la asesinan por la espalda porque el agresor quiere que lo vea, porque es conocido, cercano a la víctima... Es un panorama difícil y, pese a todo lo que le he dicho, sí estimo que hemos avanzado en nuestros derechos.

Foto EDH / Lissette Monterrosa

¿Y qué más se puede hacer para romper ese patrón, usted, por ejemplo, desde su cargo?

Quizás acompañando programas, planes que favorezcan la igualdad de las mujeres y el respeto a sus derechos. y por supuesto el castigo al perpetrador, pero cada una podemos hacer mucho. Si cada una cambiamos nuestro chip y vemos una perspectiva de género desde la casa podemos contribuir, enseñándoles que si el rosado lo usa el niño no es sinónimo de homosexualidad...

Sus colegas magistradas coinciden en que se debe tener más mujeres en la Corte Suprema, ¿basta eso?

Por supuesto que no, las cuotas tienen sus ventajas y desventajas porque yo podría estar en un cargo que es clave para el cambio de esta dinámica y sin embargo plegarme cómodamente a un patrón masculino... necesitamos formarnos en una visión y teoría de género.
Usted decía que todas podemos generar un cambio desde cualquier posición en la que nos encontremos. ¿Cómo motivaría a las mujeres?
Invitaría a las mujeres a que denuncien los hechos, a que no se queden calladas, que rompan con ese ciclo de violencia. Yo sé que es difícil, sin embargo, sí se puede, hay funcionarios que brindan una mano en este tipo de casos...

Una mujer difícilmente puede avanzar si su autoestima está hecha pedazos, no puede ser exitosa. Conozco juezas que son víctimas de violencia intrafamiliar y conocen casos de violencia intrafamiliar. ¿Cómo se siente la jueza que está juzgando violencia y llega a la casa y es golpeada? Yo invito a las mujeres a que si pueden estudiar que lo hagan, las mujeres empoderadas podemos hacer mucho, cada mujer debe de hacer lo que le corresponde y no permitir que otros violenten sus derechos. Cuando uno ejerce un derecho se siente empoderada. Yo he sido víctima, al igual que todas, de violencia yo no he escapado; sin embargo, he denunciado.

¿Es usted una sobreviviente?
Por supuesto que sí. Es que todas lo somos, en menor o mayor medida. En la calle somos agredidas. A mí me pasó, fui agredida, tuve que denunciar, tuve que enfrentar un proceso como víctima y fue complejo.

¿Esa agresión fue siendo usted jueza?
Como jueza. Iba yo desplazándome en el Centro Judicial Isidro Menéndez y un imputado realizó tocamientos impúdicos hacia mí y yo le reclamé. Él empezó a agredirme físicamente a pesar de que iba esposado, empezó a darme puntapiés y golpes. Me rompió los vasitos del ojo, fue una cosa espantosa. No me dejé tampoco. Fui a Medicina Legal, interpuse la denuncia, y le soy bien sincera, siendo jueza fue muy difícil porque yo estaba expuesta, me decían que los periodistas me andaban buscando, yo dije: yo no quiero ser noticia.

¿Publicaron la noticia, usted habló de ello?
Se publicó algo, ya hace tiempos. A mí nunca me entrevistaron pero sí seguí el proceso, declaré en vista publica. Yo como jueza hice no sé cuantas vistas públicas, pero estando allí como víctima me sentía tan vulnerable, tan nerviosa, me sentía desnuda. La atención se centraba en mí, además me sentía apenada. ¿Cómo se sienten las víctimas de violencia sexual, por ejemplo, que tienen que enfrentar un proceso judicial? Es sumamente difícil.

Vivió en carne propia la violencia.
Sí. Hay que ser empáticas, hay que ayudarle a la vecina. Si usted escucha que a la vecina la están golpeando llame a la Policía. Eso podría representar la vida o la muerte de una mujer... Hay una sensibilidad respecto al tema de la agresión porque seguimos sosteniendo que es un tema privado y este es un tema de derechos humanos.

Sus efectos traspasan las paredes de un hogar.
La violencia es una pandemia, mueren más mujeres por violencia en manos de sus parejas que las que mueren por el Covid. Aunque el panorama es difícil yo sí estoy optimista porque hemos avanzado y vamos en el camino correcto. Alguien puede decirme: ‘usted está en una posición privilegiada’, posiblemente, pero eso no ha impedido que yo también sea víctima de violencia.

¿Desde su experiencia les diría a las mujeres que no teman y busquen ayuda?
Que no tengan miedo, hay que buscar ayuda, si pueden estudiar que se superen. Si una mujer quiere ser cosmetóloga que sea la mejor del país; si quiere ser enfermera que sea la mejor del país, lo que quiera, que vaya detrás de sus sueños.