De la ilusión por recibir la vacuna contra COVID-19 a la angustia de pasar casi una semana en la cama de un hospital: ese fue el drama que narra Eduardo Moisa Martínez, ingeniero usuluteco de 86 años, quien no esperaba vivir una situación tan difícil cuando visitó un centro de vacunación, en San Salvador, el 13 de abril pasado.
"Me presenté a que me inyectaran la vacuna. Iba con catarro. Cuando entré a un lugar donde estaban recibiendo los papeles, le pregunté a la encargada, que me imagino es enfermera, que si me podía poner la vacuna con el catarro, y ella me dijo 'sí, pase, no hay problema'. Pasaron 10 minutos y me inyectaron, salí y me fui para mi casa" tras esperar el tiempo en observación sin inconvenientes, narra Eduardo.
Al día siguiente, comenzó su calvario.
"Empecé a sentir desgano, estaba sin apetito, y con dolores, decaimiento, empecé a sentirme sin fuerza. Empecé a decaer", relata.
Pensó que quizá era un problema del corazón, por lo que visitó un cardiólogo, mismo que le pidió que se hiciera varios exámenes de laboratorio. Luego, le refirió con otro médico, quien le dijo que se hospitalizara inmediatamente, pues tenía una infección en los pulmones.
Se fue a un hospital privado, donde para recibirlo le hicieron la prueba de COVID-19, y la misma resultó negativa. Vinieron seis días difíciles para el ingeniero Moisa, pero resistió la neumonía, salió adelante y, para darle el alta, le hicieron otro examen para detectar Coronavirus, y también dio negativo.
Ahora está en su casa, pero la hospitalización y las consecuencias de la neumonía le tienen postrado. "La infección desapareció pero no puedo caminar, estoy con movimiento nulo" y con el cuerpo debilitado, describe.
Para aumentar su molestia, el señor Moisa explica que su esposa también fue a ponerse la vacuna, el pasado 11 de mayo, "y antes de vacunarse le preguntó a la licenciada que si se podía poner con catarro, y la licenciada le dijo que no, que eso no se hace, el poner vacunas con enfermedad" y síntomas en la persona que será inoculada.
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El ingeniero Moisa ha decidido hablar de lo que le pasó para alertar a otras personas como él, para que no se vacunen si están acatarradas o agripadas, y explica que "los doctores que he visitado me dicen que es metida de pata de esta enfermera, me tendrían que haber mandado de regreso y reprogramar la vacuna".
Sobre las profesionales de la Salud que le atendieron, don Eduardo desea "que las echen, que las quiten; y pido también que el Ministerio de Salud me devuelva el dinero que he gastado en esta enfermedad".
El infectólogo Iván Solano Leiva indicó que no conviene aplicarse la vacuna para COVID-19 si la persona tiene gripe o catarro, porque de hacerlo se le puede achacar a la vacuna algunos síntomas, cuando en realidad la vacuna no necesariamente los ha provocado, sino otra enfermedad que ya tenía la persona.