El río más grande de Sonsonate bajo amenaza de desaparecer

El río Sensunapán es el afluente del que más se extrae agua. El MAG no toma en cuenta la disponibilidad de agua antes de otorgar permisos.

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El cadáver de un hombre con signos de estrangulamiento fue encontrado al fondo de un barranco en el cantón Asino 1, jurisdicción de Santiago Texacuangos. Foto: EDH/Yessica Hompanera

Por Focusdata

2021-05-10 1:09:31

El río más grande de Sonsonate bajo amenaza de desaparecer

El río Sensunapán es el afluente del que más se extrae agua. El MAG no toma en cuenta la disponibilidad de agua antes de otorgar permisos.

Del afluente, ubicado en Sonsonate, se extrae la mayor cantidad de agua, lo cual es avalado por el Ministerio de Agricultura sin considerar su disponibilidad del recurso

Un cultivo de ocra llena un campo de diecinueve manzanas en Los Cóbanos, Sonsonate; húmedas por el riego esperan dos meses para ser cortadas. La ocra, la caña de azúcar y el arroz cultivados en esta zona son regados con el caudal del río Sensunapán de Sonsonate, un río con alto estrés hídrico.

La demanda de agua del Sensunapán supera la cantidad de agua que tiene disponible; la principal amenaza que enfrenta este río es la extracción de agua para regar cultivos.

El mapa de Gestión del Recurso Hídrico del Ministerio de Medio Ambiente (Marn) prevé que para el año 2022 no solo habrá estrés hídrico en la costa sino en todo el país. Esto no significa que no haya agua; las tres grandes zonas hidrográficas del país: Río Lempa, Paz – Jaltepeque y Jiquilisco – Goascorán tienen suficiente agua; pero el Sensunapán, que se encuentra en la zona Paz – Jaltepeque, es una excepción. El Sensunapán se seca y ni la lluvia logra recuperar su cuenca. En la época lluviosa, el río llega a tener más de tres metros de profundidad, pero en los últimos días de marzo ha bajado a un metro. El promedio histórico anual de lluvia ronda los 1867 milímetros en todo el país y el río Sensunapán capta 349 cuando llueve y cuando llueve poco, 15.

El Sensunapán o río Grande de Sonsonate es la única zona con estrés hídrico alto en el país. La mayoría del caudal de los ríos de Sonsonate se extrae por medio de represas las cuales desvían el cauce de los ríos hacia los terrenos de cultivo, pues el 64 % de esa agua es usada para la agricultura.

Pero las represas existen en la mayoría de fuentes de agua en el país, pues es la manera en la que se riegan los cultivos, se genera electricidad y se lleva agua a algunos hogares.

Una represa no debe estar en un río si no se cuenta con permisos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) el cual cobra un máximo de $113 a las empresas para que puedan sacar agua de los ríos. Sin embargo, los regantes no pagan conforme a la cantidad de agua que sacan. Hay algunos que ni siquiera miden el agua que sacan y otros no cuentan con los permisos para sacarla. Son 969 los regantes autorizados por el MAG para sacar agua de diferentes fuentes en todo el país; de esos, 15 extraen del Sensunapán.

COAGRI (Agroindustrial El Paraisal) y la Asociación de Regantes Presa San Juan son las empresas que extraen más agua de los ríos a nivel nacional. Ambas le sacan agua al río Sensunapán, pero COAGRI extrae agua de 36 fuentes más, entre nacimientos, pozos, punteras y ríos.

COAGRI es una empresa que depende de la Compañía Azucarera Salvadoreña (CASSA) dedicada exclusivamente a la producción de caña de azúcar. En el último periodo de cosecha de caña, COAGRI gestionó los permisos de riego de 301 propiedades. Luego de visitar una propiedad de 98 hectáreas en el cantón Miravalle en Sonsonate, se constató que COAGRI mide el agua que extrae del río Sensunapán por medio de bombas. Ante la pregunta sobre la cantidad exacta de agua que sacaron en los periodos de 2017 y 2018 solo enviaron el promedio de agua extraída. Por lo que resulta imposible cotejarlo con la base de datos del MAG que dice que en 2017 sacaron 9,245 litros por segundo a nivel nacional y el año pasado sacaron 1,777.

En cuanto a la Asociación de Regantes Presa San Juan, su presidente Luis Alberto Tenorio, acompañó a El Diario de Hoy en un recorrido por los terrenos irrigados (regados) en la zona de Acajutla. Él explicó que aunque ellos sí tienen permiso para extraer agua del Sensunapán, no miden la cantidad de agua que sacan del río, pese a que el MAG reportó que el periodo pasado sacaron 1,800 litros por segundo. Lo cierto es que la asociación no tiene los aparatos para medir el agua que extraen del Sensunapán; sus represas tienen compuertas que solo nivelan la fuerza con la que el agua entra a los canales, pero no miden la cantidad exacta de agua extraída. Otros regantes del Sensunapán, ajenos a la asociación, no usan compuertas sino sacos para dejar circular o detener el flujo de agua.

El MAG no otorga los permisos de extracción de agua con base en el caudal disponible. No toma en cuenta las mediciones que hace el MARN del nivel de los ríos. Tampoco verifica que los regantes saquen la cantidad de agua que acuerdan antes del cobro.

No solo la extracción de agua afecta el caudal del Sensunapán, también influyen el cambio climático y lo que el Marn llama las “actividades antropogénicas” que significan el daño que la industria, la agricultura, la minería, la construcción y la deforestación le causan a los caudales.

Los agricultores son los que más demandan agua en el país: El 52 % es para agricultura, el 30 % para abastecimiento poblacional, el 12 % para energía y el 4 % para la industria. El resto lo demandan los sectores acuícolas y hoteleros. Sin embargo, no hay otra fuente de la que extraiga más agua para ese fin que del Sensunapán. La mayoría de permisos para riego son dados para sacarle agua al Sensunapán.

La falta de agua en esa zona afecta hasta los mismos agricultores. La Asociación Presa San Juan sirve agua a 285 agricultores socios cuyos terrenos varían en tamaño. El riego de estos cultivos ya tiene sus dificultades. Dada la ubicación de la asociación (cercana a la costa) se extrae lo que queda del río. “Nos dejan en seco… Ellos no quieren que les falte agua, siempre quieren tener la misma y ya para este tiempo no se puede”, dice Guadalupe Sánchez socia de la Presa San Juan. Otro problema que expone es que en febrero disminuye aún más el caudal del río; entonces invierten más dinero en distribuir la poca agua que logran sacar pues esta debe alcanzar para irrigar los cultivos de todos los socios.

No solo los agricultores saben que el agua en el Sensunapán se acaba. El Marn lo sabe porque ha distribuido 3 de 42 estaciones hidrométricas en esta zona, las cuales miden en tiempo real, la disponibilidad de agua del río y sirven, además, para que el Sistema de Alerta Temprana evite inundaciones y sequías. Pero esta información no la toma en cuenta el MAG al momento de decidir quiénes sacan agua y cuánta agua sacan.

Los regantes como la asociación tienen grandes acequias (canales) donde circula el agua sin ninguna medición. “Si la acequia es grande pues se va bastante agua, pero no tenemos los aparatos para medirla”, dice Sánchez.

Tanto el Marn como el MAG están involucrados en el uso del agua de los ríos; el Marn mide cuánta agua usamos y cuánta agua nos queda y el MAG regula quiénes pueden extraer esa agua y cuánta agua puede extraerse. Pero ningún ministerio trabaja en coordinación con el otro. Por ello, el viceministro de Medio Ambiente, Ángel Ibarra, dice que los permisos que da el MAG no están vinculados a la disponibilidad real de agua de los ríos, pues si lo estuvieran, el Sensunapán no tendría estrés hídrico alto. “El MAG no está trabajando de manera coordinada para ver cuál es la disponibilidad del recurso. Ni siquiera Anda habla con Agricultura para ver la disponibilidad del agua. No consulta al MAG ni el MAG consulta a Anda. Estamos fragmentados”.

La demanda de agua en Sonsonate es el doble del agua que tiene disponible; se necesitan 447.4 metros cúbicos y se cuenta con 240. Un metro cúbico equivale a 1,000 litros de agua y una familia de cuatro personas puede llegar a consumir 8 metros cúbicos en un mes.

La situación hídrica de la zona hace que el río Sensunapán no tenga suficiente reserva de agua. La amenaza cobra más fuerza debido a que, según el viceministro del Marn, “hay mucho regante ilegal” que le es imposible cuantificar y menos identificar. Esta teoría es reforzada por el ingeniero ambiental John McCormack quien agregó que fuera de San Salvador es donde hay más extracción sin permisos.

Sostenibilidad del agua a medias
Para extraer agua de los ríos debe haber un control sobre el buen uso del recurso; si la mayoría del agua es usada para agricultura, una de las maneras de medir ese uso es a través del riego.

Hay varias formas de regar los cultivos, unas son agresivas en tanto gastan más agua y otras, que son más sofisticadas, ahorran un 75 % de agua, pero son más costosas. En el occidente del país hay dos formas identificadas de riego: por goteo y por gravedad. El primero es automático y se distribuye a través de tuberías por todo el campo; deposita gotas de agua en la raíz de cada plantación y el agua logra aprovecharse al máximo. En cambio, el riego por gravedad conduce las corrientes de agua por medio de las acequias y, aunque resulta mucho más barato, también desperdicia el agua pues esta se esparce sin control por los campos. “El 77 % del área bajo riego que tenemos registrado es por anegamiento (gravedad) y esa es una tecnología obsoleta”, dice el viceministro quien agrega que el otro 16 % del riego es por aspersión, un 3 % por goteo y el resto por otros tipos de riego.

Pero el riego por gravedad no es ni siquiera un riego que se apoye de la tecnología, pues el agua sigue su curso hasta donde la llevan las acequias y, al desembocar en los cultivos, los terrenos se llenan de agua hasta donde no se necesita. Tanto COAGRI como Presa San Juan usan este tipo de riego para sus cultivos. COAGRI además tiene riego por aspersión y por goteo. El ingeniero Wilfredo Márquez, director agrícola de CASSA, espera que en diez años, al menos 6 mil hectáreas de las 14 mil que administra la empresa sean regadas por goteo. Por ahora, menos del 20 % del área es regada bajo este método.

Ibarra cree que el buen uso del agua va más allá del riego. En una zona de alto estrés hídrico como la del Sensunapán se necesita priorizar los cultivos más necesitados. También cree que en todo el país debería usarse el método de riego por goteo y que, a su vez, los regantes construyan grandes reservorios para captar agua lluvia; con estas prácticas Ibarra cree que podría incluso duplicarse el área de riego. No hay escasez de agua dice el viceministro del Marn. Lo que hay es una “inadecuada” gestión del recurso.

De todo el caudal del país se usa el 11 %. Pero aunque agua no falta, el Sensunapán es una excepción. Al Sensunapán le queda poca agua. ¿Qué harán los regantes cuando el Sensunapán se seque?

Créditos

Periodistas: KARLA ARÉVALO

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