Un Santa Claus suelto por el gran San Salvador

Einar Sveinsson, un islandés de 76 años, comenzó a personificar al personaje navideño en el año 2000, cuando consiguió un traje para disfrazarse. Desde entonces, miles de pequeños, además de hordas de adultos, lo han tratado como al Santa Claus “de verdad”.

Montado en un trineo especial, un enorme Jeep, apropiado para una ciudad como San Salvador, Einar Sveinsson, un islandés de 76 años que vive en el país desde hace décadas, decidió recorrer las calles de capital. Video EDH/ Nohemí Angel

Por Rafael Cerna

2021-12-23 9:47:04

Se dice que Santa Claus llega a cualquier lado en Navidad, incluso al ruidoso y cada vez más desordenado centro de la capital salvadoreña. Y aunque la inflación esta vez no le permitió llevar un cargamento de regalos, el viejo gordo de barba blanca y traje rojo recorrió algunas caóticas calles para darle dulces a quien se los pidiera, repartir su “¡jo, jo, jo!” y un poquito de alegría.

Montado en un trineo especial, un enorme Jeep, apropiado para una ciudad como San Salvador, Einar Sveinsson, un islandés de 76 años que vive en el país desde hace décadas, decidió recorrer la ciudad con periodistas de El Diario de Hoy y elsalvador.com para captar las reacciones de los ciudadanos ante un personaje icónicamente comercial de esta temporada.

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“Santa es alegría, es bondad, es parte de la magia de la Navidad”, dijo Santa, como prefiere Sveinsson que le llamen.

Grande, robusto, de ojos claros y larga barba natural, Sveinsson lleva más de dos décadas representando al personaje.

“Es que él sí es el Santa Claus de verdad, ¡mírelo, es él, es Santa!”, exclamó Haydee Paredes, empleada del departamento de Desechos Sólidos de la alcaldía de San Salvador, quien al verlo aprovechó, junto a su compañera María del Carmen Cartagena, para tomarse fotos junto a él.

A su paso por la ciudad, lo saludaron conductores, niños, adultos, ancianos, policías, soldados, borrachos, cargadores de bultos, vendedores informales, vigilantes privados, agentes del CAM, delegados de Transporte, microbuseros y buseros, taxistas, vagos y empleados de compañías de telefonía, entre otros.

Desde muñecas hasta marihuana

En su andar por la calle Rubén Darío, donde las ventas informales apenas le dejan espacio a los carros para que circulen, decenas de niños y adultos, mujeres y hombres, transeúntes y vendedores aprovecharon para pedirle regalos a Santa Claus.

“Santa Claus, tráeme una muñeca”, le dijo una humilde niña. Después apareció un hombre joven con aires de conquistador que le pidió una novia nueva, un conductor le gritó que quiere una bicicleta y hasta llegó un joven quien le dijo que de regalo quiere un poco de marihuana. Sveinsson respondió con frases cálidas a cada petición, excepto a la de droga. Lo único que pudo hacer es soltar una risotada.

“Los niños siempre se emocionan al ver a Santa, siempre sonríen y le piden dulces”, contó mientras luchaba con el intenso sol y el clima cálido le hacía sudar.

Este hombre, declarado embajador de los niños del Hospital Bloom, recibe cada Navidad en ese centro médico para acompañar y tratar de alegrar a los pacientitos y sus padres.

Comenzó a personificar al personaje navideño en el año 2000, cuando consiguió un traje para disfrazarse. Desde entonces, miles de pequeños, además de hordas de adultos, lo han tratado como al Santa Claus “de verdad”.

Un Santa con precaución al COVID

Ni Santa Claus es inmune al coronavirus. Por eso él ya se vacunó tres veces contra el COVID-19. “La enfermedad no es un juego, debemos cuidarnos, cuidar a nuestros niños. ¡Debemos vacunarnos todos”, insistió.

Aunque asegura haberse librado el contagio, toma medidas preventivas: siempre usa sus guantes cuando está ante el público y como sabe que una mascarilla le quitará gracia a su imagen, prefiere usar una careta transparente para reducir el riesgo de contraer el virus.

Su ayudante, una joven que se disfraza como elfa, insistió en que a Einar nunca lo ha visto mal de salud. “Este señor no se enferma, no sé cómo hace pero se mantiene sano”.

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Amante de la Coca Cola y la carne roja, Sveinsson contó que tiene dos hijas, una que vive en Noruega y otra en Tegucigalpa, Honduras.

Hasta hace no mucho, las visitaba una vez por año. Con la pandemia, los viajes del hombre que caracteriza a la perfección a Santa Claus cesaron.

Y mientras cuenta de su vida, de su idea de personificar al viejo gordo de traje rojo durante todo el año y no solo en diciembre, de la necesidad que hay en El Salvador de unirnos como sociedad, el islandés continuó en su afán de regalar un poquito de alegría en el convulso centro.

“La Navidad”, insiste, “debe ser alegría en familia, con los amigos”. “El mejor regalo que podemos darnos es cuidarnos todo el tiempo … ¡jo, jo, jo!”, concluye.