"El turismo está completamente acabado acá", lamentan comerciantes en Las Chinamas

La baja en el tránsito de viajeros en esta frontera ha impactado en los comercios del lugar. Los dueños de "tuc-tuc" están cobrando el doble, para subsistir.

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Un "tuc-tuc" atraviesa el puente que une a Guatemala con El Salvador en esta frontera, en Ahuachapán. / Foto EDH Cristian Díaz

Por Cristian Díaz

2021-03-14 9:00:00

AHUACHAPÁN. Walter Trujillo tiene un lustro trabajando como cambiador de moneda (quetzales - dólares) en la frontera Las Chinamas, Ahuachapán, pero el último año sus ganancias cayeron debido a que la pandemia por el SARS-CoV-2 provocó una disminución drástica en el flujo de turistas.

Las fronteras de El Salvador fueron cerradas el 11 de marzo de 2020, como parte de la cuarentena nacional que ordenó el Gobierno; cuando fueron abiertas, a finales de septiembre de ese año, para poder ingresar tanto extranjeros como salvadoreños deben presentar una prueba PCR negativa para ingresar. La misma exigencia aplica para salvadoreños que quieren ingresar a Guatemala.

Las personas que se dedican a cambiar divisas en Las Chinamas han visto reducidas sus ganancias. / Foto EDH Cristian Díaz

Desde entonces, el flujo de personas ya no ha sido igual en Las Chinamas. La percepción de los lugareños es que únicamente quienes tienen la capacidad económica para cancelar la prueba, con valor de más de $100, transitan entre ambos países por esta frontera.

Una dependiente de tienda, una vendedora de pan francés, y el conductor de un tuc-tuc (mototaxi), al igual que el cambiador de divisa Trujillo, lamentan la disminución de sus ingresos.

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“A nosotros nos perjudicó en su totalidad porque (con el cierre de fronteras) ya no hubo paso para ningún país; entonces, eso implicó que dejáramos de trabajar. En toda la cuarentena no podíamos venir a trabajar porque era por gusto, no pasaba ningún turista, ningún comerciante. En la reapertura se vio un poco el cambio porque ya podía pasar la gente, con restricciones pero lograba pasar”, expresó Trujillo, quien ha observado que “las únicas personas que viajan son gente de empresas y el negociante, que ellos pasan más seguido porque el mismo negocio les da para poder pagar la prueba PCR. El turismo está completamente acabado acá, turismo no hay”, lamenta.

Antes del inicio de la cuarentena había 75 cambiadores de divisas. Luego de la reapertura económica, solo la mitad, en promedio, llega a la frontera.

El resto de cambiadores optó por dedicarse a otras ocupaciones con mayor probabilidad de generar ingresos para sus hogares. Los que se han quedado apenas hacen un cambio de moneda al día; antes de la pandemia eran entre tres y cinco, los suficientes para subsistir.

Margarita Sierra se dedica a vencer pan en la zona. Aquí le miden la temperatura. / Foto EDH Cristian Díaz

En otro caso, la salvadoreña Margarita Sierra y cuatro de sus compañeros de trabajo se sometieron a la prueba PCR, para poder tramitar el permiso para vender pan del lado guatemalteco. El examen de laboratorio fue pagado por la panadería para la cual trabajan.

Sierra considera que fue una necesidad hacérsela para poder trabajar, aunque las ganancias no son las mismas que las obtenidas antes de la pandemia.

A inicios del año pasado, Sierra tenía ventas de hasta 500 quetzales ($64.69) al día; ahora estas se han reducido a 200 quetzales ($25.88).

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En muchas ocasiones, ante la falta de clientes debe de regresarse con el producto, que traslada en una bolsa de nylon.

“Somos vendedores de pan; pero el negocio ha bajado bastante, el turismo no es igual como antes, está bajo. No hay nada de gente; pasamos al otro lado, en la frontera chapina, a vender pan y está solo; igual está aquí (El Salvador) y allá (Guatemala). Tengo 20 años de trabajar aquí; este año fue el peor, no ha sido nada bueno para nosotros, ha estado malísimo para vender”, lamentó Sierra, de 50 años.

"Tuc-tuc", al doble

Los motoristas de "tuc-tuc", como son conocidas las mototaxis en dicha frontera, no sólo han visto reducidas la cantidad de viajes; sino que la pandemia, y la poca afluencia de personas, los ha obligado a aumentar el cobro que hacen por transportar a los usuarios desde el lado salvadoreño hasta la frontera guatemalteca, y viceversa, relató uno de los conductores de dichos vehículos, Luis Fernando Corado.

Pasaron de realizar hasta treinta viajes en el día a apenas siete en el mismo periodo; además subieron de cobrar 5 quetzales  ( $0.50) a 10 quetzales (o un dólar), es decir que duplicaron el cobro con la finalidad de mantener las ganancias.

A los pasajeros deben explicar dicha situación para que no los tilden de que cobran caro. “Es lo justo”, dijo Corado, ante la situación.

Son diez mototaxis los que prestan el servicio en la frontera; aunque durante el último año han sido varios conductores los que han laborado en ese servicio.

Muchos se han retirado debido a las pocas ganancias que obtienen; los de mayor antigüedad se han quedado porque reconocen que encontrar otro trabajo se ha vuelto difícil.

Marta Alicia Morales tiene una tienda en la frontera, donde recibe día a día a muy pocos turistas. / Foto EDH Cristian Díaz

La esperanza de Marta Alicia Morales es vender sus productos, como botanas, agua, sodas y galletas, entre otros, para los empleados de las diferentes dependencias gubernamentales que se mantienen en la frontera.

Policías, agentes migratorios, empleados del Ministerio de Salud y de Aduanas se han convertido en sus clientes frecuentes, ahora que el turismo ha disminuido. Los atiende en una infraestructura de lámina.

“Poco se vende, pero le estamos haciendo ganas. Falta el turismo. Aquí empieza a venir la gente (otros vendedores) porque la gente ya perdió el miedo; vendedores, cambiadores, antes no venían. Como dos venían”, dijo Morales, quien tiene nueve años comercializando productos en la frontera.

Morales recordó que entre abril y algunas semanas de mayo no llegó a atender el chalet; regresó a finales de dicho mes, ante los pagos que tenía que realizar en su hogar y la situación económica difícil.

“Sería mejor que vacunaran a las personas porque a mucha gente están afectando. El comercio pequeño no lo dejan pasar porque no tiene para pagar la prueba (PCR), muy cara”, expresó Morales.

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