Cientos de familias son beneficiadas con el donativo de enseres y artículos de primera necesidad que un grupo de salvadoreños radicados en Estados Unidos han llevado hasta sus comunidades en El Salvador.
Desde el 3 de octubre miembros del Comité Salvadoreño El Piche cargaron un contenedor de 40 pies con ayuda humanitaria que beneficiará a unas 600 familias en los departamentos de San Miguel, La Libertad, La Unión , Chalatenango y Usulután, entre otros.
Sillas de ruedas, muletas, ropa para niños, adultos y personas de la tercera edad; juguetes, 20,000 uniformes para equipos de fútbol de las comunidades, así como artículos de bioseguridad como mascarillas y guantes forman parte de la ayuda de la diáspora en Los Ángeles, que año con año unen esfuerzos para ayudar a los más necesitados en el país.
También serán entregadas computadoras, impresoras así como esos artículos de primera necesidad, dijo Enot Rubio, presidente del Comité quien añadió que este es el segundo contenedor que llega al país durante la pandemia del COVID-19 “cargado de amor y bendición para los más necesitados”.
En agosto pasado varias escuelas públicas también fueron beneficiadas con mobiliario y equipo, mientras que a finales de septiembre fue descargado el primer contenedor que llegó al país llevando esperanza a cientos de niños y adultos en las comunidades.
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Operation USA, Encore Sports, Iglesia Ministerio Manasquan de Amor y la Iglesia Tabernáculo Bíblico Amigos de Israel de Los Ángeles también se han unido para enviar este segundo contenedor de ayuda que el martes arribó a El Salvador para iniciar con las visitas a las comunidades desde hoy.
Tras 25 años de obra social, Comité Salvadoreño El Piche ha realizado más de una veintena de proyectos, entre estos la construcción del centro escolar El Piche, en El Carmen, departamento de La Unión; además 3,256 donaciones de artículos y enseres de primera necesidad; el equipamiento de dos centros comunitarios, centros de cómputo, tres clínicas médicas, un centro recreacional, 144 viviendas permanentes a damnificados del terremoto de 2001, una carretera de nueve kilómetros de largo y becas para estudiantes universitarios.