Salvadoreño muere en Estados Unidos en aparente ataque racista

Miguel Leiva murió luego de que reclamara a ciudadano de ese país por haber agredido a su esposa. Como autor del crimen se señala a Steven A. Green, de 51 años. Este fue capturado de inmediato.

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Foto EDH/ Óscar Iraheta

Por Jorge Beltrán

2019-06-08 8:29:39

Miguel Ángel Hernández Leiva era un hijo de la guerra que vivió El Salvador entre 1980 y 1992. Nació en 1990, en el campamento de refugiados de Mesa Grande, Honduras, luego de que su madre y sus hijos fueran evacuados de la zona del cerro de Guazapa, donde por muchos años fue parte de la guerrilla a la que se incorporó creyendo luchar por un mejor país.

Quince años después de nacer, Miguel Ángel decidió emigrar de la comunidad Santa Marta, en el municipio de Victoria, donde su familia se asentó cuando la guerra finalizó. Salió de su casa buscando mejorar su situación económica y la de sus parientes.

En una pared de su vivienda aún está su primer nombre, mismo que él, siendo un adolescente, pintó en letras azules, poco antes de partir como inmigrante indocumentado, para que su madre y sus hermanos lo recordarán siempre.

Foto EDH/ Óscar Iraheta

Casi 15 años después de haber emigrado de Santa Marta a Estados Unidos, Miguel Ángel fue asesinado en un aparente crimen por motivación racista. Steven A. Green, de 51 años, fue arrestado como sospechoso del asesinato.

El crimen sucedió a primeras horas del pasado 24 de mayo en un centro comercial de la localidad de Chantilly, estado de Virginia.

De acuerdo con familiares de Miguel Ángel, aquel viernes fue a traer a Mayra Osorio, su esposa, de origen guatemalteco, al centro comercial. El salvadoreño esperó en el parqueo del centro comercial y cuando su esposa salió, Miguel aprovechó para ir a comprar cigarrillos a una tienda 7 Eleven.

Green era el encargado de hacer limpieza en el centro comercial. Aquella noche, con una sopladora de basura, el norteamericano se aproximó a donde estaba Mayra y con la máquina le lanzó basura y polvo a la cara.

$ 10 MIL

Esa cantidad logró reunir la familia para traer de Miguel Ángel al país desde Washington. Para recaudar el dinero hicieron venta de platillos típicos entre otras actividades.

Estao

Cuando la mujer le reclamó por qué hacía eso, Green la golpeó con la máquina a la vez que le decía que “los hispanos eran una m… que eran basura”; luego se retiró.

Cuando Miguel Ángel regresó de la tienda encontró a su esposa sangrando del rostro. Ella le contó lo sucedido.

El salvadoreño fue a buscar al atacante para reclamarle su actitud. Luego se escucharon varios disparos. Cuando la policía del condado de Fairfax llegó, encontraron al salvadoreño con múltiples heridas de bala.

Green fue arrestado de inmediato y un juez le negó el derecho a fianza.

Al parecer, el ataque a la pareja latina no es el primero que Green hacía. Testigos han afirmado a la policía que el sospechoso podría haber estado implicado en, al menos, otros dos ataques, aunque sin víctimas mortales.

Santa Marta espera a Miguel

Desde aquel 24 de mayo, la comunidad Santa Marta está a la espera de que el cuerpo de Miguel Ángel sea enviado para sepultarlo.

Su madre, Albertina Leiva Leiva, una mujer de 67 años, ahora parece resignada. Recuerda que unas horas antes de que su hijo fuera asesinado, este habló por teléfono con una hermana y le dijo que todo estaba bien, que solo estaba cansado porque había tenido un día muy pesado en el trabajo.

Albertina asegura que su hijo era un muchacho bueno, que le ayudaba económicamente desde que llegó a Estados Unidos, donde siempre trabajó como albañil. La anciana dice que una muestra de que su hijo era buena persona y buen trabajador es que por 12 años trabajó en la misma empresa constructora, según él le comentó.

“Mi hijo era una buena persona y buen trabajador; él me contaba que tenía doce años de trabajar en la misma empresa construyendo esos edificios altos”.

Albertina Leiva, madre de Miguel Ángel

Santa Marta, donde Miguel Ángel se crió, es un lugar que fue repoblado por personas que pertenecieron a la guerrilla. Está localizado a más de 115 kilómetros de San Salvador. Las calles de esa comunidad están sin pavimentar y las oportunidades de trabajo para los jóvenes son muy pocas, por eso muchos han emigrado ilegalmente a los Estados Unidos.

Mayra Osorio, la esposa, dijo a través de mensajería, que entre sábado y domingo, posiblemente, estarían arribando a El Salvador los restos de su esposo. Ella dijo que no podía hablar más del caso debido al proceso de investigación.

Para hacer posible la repatriación de los restos del salvadoreño, un grupo de salvadoreños originarios de Santa Marta hizo diversas actividades como venta de platillos típicos para reunir dinero con qué solventar los gastos que implica.