“Hay una tendencia peligrosa de desprestigiar fallos de la Sala”, advierten exmagistrados

Un panel de exmagistrados de la Sala de lo Constitucional advierte que este tribunal, por su misión de controlar el poder, termina siendo receptor de ataques de quienes gobiernan.

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Florentín Meléndez, Rodolfo González, Belarmino Jaime y Sidney Blanco conformaron la Sala de lo Constitucional en los nueve años anteriores al actual Tribunal. Foto EDH / Archivo

Por Ricardo Avelar

2020-08-26 9:30:37

La Sala de lo Constitucional siempre ha sido víctima de ataques de los partidos y otros órganos del gobierno”, manifestó esta mañana el exmagistrado de la Sala de lo Constitucional, Sidney Blanco (2009-2018).

A su juicio, eso no debe sorprender, pues es este tribunal el intérprete máximo de la Constitución y el que termina limitando el ejercicio del poder, a fin de eliminar abusos y prácticas que adversan la ley máxima del país.

Por ello, ilustra, “la Sala donde yo participé fue objeto de ataques de la Asamblea Legislativa, de los presidentes Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, de los partidos políticos y del FMLN concretamente, pero también de otros cuando querían mantener vigente el decreto 743 (que buscaba limitar el alcance de la Sala)”.

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Incluso mencionó que el expresidente de la Corte Suprema de Justicia y magistrado del tribunal constitucional, José Belarmino Jaime, fue perseguido por el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) en la administración Funes. “Utilizaban instituciones para amedrentar funcionarios”, concluye.

Estas prácticas, lamentablemente, no han terminado. Según el también exmagistrado Rodolfo González (2009-2018), estos ataques son comunes pues “un denominador común de la Sala es que en sus manos ha estado la evolución de la interpretación y acción de la Constitución”.

Siendo este un tribunal que ejerce controles y límites a quienes ejercen el poder, manifiesta que ha sido una entidad que gusta a los opositores pero cuando estos llegan al poder les incomoda y molesta.

? Cronología de las sentencias de la Sala de lo Constitucional que más impactaron

Es así como un presidente como Nayib Bukele en algún momento criticó los ataques de su otrora partido, FMLN, a este tribunal, pero ahora que le limita a él su poder, los ha llamado incluso genocidas, explicó González.

“Además de visión de Estado, para ser magistrado de esta sala debe tenerse la entereza de enfrentar ataques que han sucedido y seguirán sucediendo”, advirtió.

Por su parte, José Enrique Argumedo, también exmagistrado de esta Sala (1994-2000), lamentó que haya “políticos que ignoran de derecho o no han leído las sentencias y comienzan a lanzar insultos”.

Sin embargo, aclara que los ataques no comenzaron en la administración Funes. De hecho, ilustró que a ellos buscaron removerlos e investigarlos entre 1994 y 2000. “Hicieron una comisión cuyo objetivo era quitarnos. Cuando yo vi los ataques a la Sala 2009-2018 pensé que no era primera vez que se daba esas reacciones por las sentencias”, dijo.

Eso, a su criterio, hace retroceder a la democracia del país, pero advierte que en general la jurisprudencia constitucional va subiendo, no solo en cantidad (más demandas y más sentencias), sino en calidad, pues la ciudadanía exige cada vez temas más complejos y de impacto. “Cuando un tribunal es innovador, es porque el que pide está pidiendo innovación”, destacó.

Esto, además, ha llevado a que la ciudadanía, más allá del gremio jurídico, comprenda la importancia de este tipo de tribunal, y que los estudiantes de derecho constitucional ya no solo tengan que estudiar principios en abstracto sino sentencias concretas que en El Salvador han logrado adaptar la Constitución a los nuevos tiempos.

En este proceso de altos (ciudadanía empapada por la importancia de la justicia constitucional) y bajos (ataques arteros de los políticos de turno), Sidney Blanco manifestó que hay una “tendencia peligrosa de desconocer, vulgarizar y desprestigiar decisiones de la Sala. Ese ritmo puede llevar a que no importa lo que diga, y que no tenga impacto efectivo” más allá de la academia y esto, dijo, puede ser peligrosísimo para la institucionalidad.