Rosas blancas y testimonios para las víctimas de la guerra en El Salvador

Un día antes de la conmemoración de los Fieles Difuntos, siete videos testimoniales fueron proyectados a modo de homenaje a las víctimas del conflicto y a sus familiares

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Por Lilian Martínez

2020-11-01 9:02:15

Siete videos incluidos en el memorial digital Rostros y voces del conflicto fueron proyectados ayer, entre las 10:30 de la mañana y las 12 del mediodía  a un costado del monumento a la Memoria y la Verdad en el parque Cuscatlán.

El mural que contiene aproximadamente 30,000 nombres de víctimas de desaparición forzada, atentados y masacres fue el marco para que resonaran  las voces de Merarí Pérez López, Felipe Tobar, Joaquín Hernández, Natalia Martens y Anely del Carmen Martínez. Ellos son solo algunos de los testigos de masacres o hijos e hijas de padres, madres y amigos asesinados en la Catedral de San Salvador; en Las Aradas, límite entre Chalatenango y Honduras; en el cantón Platanares de Zacatecoluca, y el frente paracentral donde operó la guerrilla en San Vicente.

Junto a sus voces, también se escuchó la de Rosa Molina, sobreviviente de la masacre de Tehuicho, ocurrida en San Juan Opico en julio de 1980, y de la que salió con vida porque los soldados que llevaban su nombre en una lista creyeron que era el nombre de una mujer. No sabían que el primer nombre de Rosa Molina es José.

El evento inició recordando las palabras con la que el Director Editor de El Diario de Hoy, Fabricio Altamirano, presentó el lanzamiento de Rostros y voces del conflicto: “No importa que no hayamos tenido nada que ver con un lado o con el otro, pero la sangre que fue derramada está en nuestras venas y es nuestra responsabilidad recordar y honrar la memoria de las muchas personas que murieron en el conflicto armado”.

Luego la antropóloga Amanda Castro, cuyos padres fueron desaparecidos en los años 80 cuando ella era una bebé, habló sobre la importancia de la memoria histórica y recordó hechos recientes, como la negativa de permitir el ingreso del juez de Gotera a recintos militares para buscar información sobre lo ocurrido en El Mozote en 1981.

Entre los asistentes, todos con una rosa blanca en su mano, se encontraban Merarí Pérez López y su familia; así como la madre y el padre adoptivo de Natalia Martens, cuyo padre biológico fue asesinado en el frente paracentral (San Vicente), presuntamente, por el comandante guerrillero Mayo Sibrián.

Al evento también asistieron Miguel Montenegro, del Comité de Derechos Humanos de El Salvador, y Juan Carlos Sánchez, de la Fundación para el Debido Proceso, y Gustavo D’Angelo, de la Fundación Panamericana para el Desarrollo. Los video-testimoniales no solo fueron vistos y escuchados por los 32 asistentes al evento, sino también por las personas que poco a poco se acercaron al monumento de la Memoria y la Verdad para honrar a sus víctimas colocando una flor cerca del nombre grabado en el mural.

Discurso de Amanda Castro, en el homenaje a las víctimas del conflicto y sus familiares

“Quisiera empezar manifestando mi solidaridad con las víctimas del deslave de Nejapa, que se integran a la extensa lista de personas victimizadas que tenemos en este país tanto por acción como por omisión del estado y los poderes públicos.

 

Quisiera también hablar sobre algunos acontecimientos de estos últimos días.

Vimos estos días a un policía preguntarle a un alcalde electo por el pueblo qué autoridad tiene.

Vimos estas últimas semanas a un juez de la República solicitar archivos que pertenecen a todo el pueblo, y ser sistemáticamente rechazado en nombre de la autoridad militar y de la autoridad del Señor Presidente.

Entonces: mientras no tengamos para ellos y ellas ninguna respuesta, El Salvador seguirá siendo el proyecto de muerte que hoy es.

ESPECIAL ROSTROS Y VOCES DEL CONFLICTO

Si siguiéramos escribiendo los nombres de todas las víctimas desde la firma de los acuerdos de paz hasta hoy, el Parque Cuscatlán donde hoy estamos se convertiría en un laberinto de más y más muros de granito, del que cada día sería más difícil escapar.

Por eso estamos hoy aquí, ante nuestros muertos, para alrededor de su recuerdo, de la memoria de sus vidas, seguir construyendo las nuestras.

Nuestras vidas personales, pero fundamentalmente la posibilidad de tener una vida colectiva, de tener una vida en común, en paz y de reconciliados de verdad.

Esta es la invitación que ante la atenta presencia de nuestros seres amados, quisiera hacerles, en estos días que son para llenarlos de flores: de claveles rojos, de siempre vivas  de rosas blancas y con esa alegría en nuestros cuerpos, que seamos capaces de poner, frente a la autoridad de la violencia, su autoridad, su dignidad y la fuerza  que nos da saber de dónde venimos y quiénes somos, y por cuánto hemos pasado: cuánto hemos caminado para seguir aquí, de pie y con profundo amor por la vida.

Frente al silencio, que es otra forma del olvido, la autoridad de nuestra memoria, que nos despierta y nos llama a convocar otro presente y otro futuro, por eso es tan valioso el trabajo de Rostros y voces del conflicto, por el poder del testimonio que da continuidad al  ejercicio de dignificación y sanación que han venido haciendo abuelas/os, madres y ahora hacemos las hijas/os, y frente a las puertas cerradas del poder, la palabra  como puente ofrecido por  las víctimas y  familiares.

Para ellos nuestras ofrendas florales, la luz de las velas, para ellos nuestras voces que claman justicia y para El Salvador la esperanza de construir el país en paz que imaginaron”.