Enma, de vivir en la calle a construirse una casa a puro reciclaje

Enma Escalante ha fabricado su hogar en una vía de Apopa, con puros materiales reciclados que recogió entre la basura.

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Doña Enma hace ajustes en su casa, hecha con material reciclado. / Foto EDH Jessica Orellana

Por Jessica Orellana

2021-05-23 9:00:35

Botellas, plásticos, madera, sombrillas viejas y todo aquello que se pueda reciclar le ha servido a Enma Escalante, de 67 años, para construir su hogar en la Urbanización Lourdes, en el municipio de Apopa, al norte de San Salvador.

“Yo he andado en varias partes, viviendo en la calle, me he dedicado a recoger cosas de la basura para poder vivir. Un día me quedé sin casa, ya no pude pagar una vivienda. Por eso decidí hacer mi propia casa”, expresa mientras descansa en un banco afuera de su casa.

GALERÍA: “Nunca he podido comprarme una casa, nunca tuve el dinero”: Enma hizo un hogar con basura reciclada

Recuerda que cuando tenía 15 años se vino a San Salvador desde Atiquizaya, Ahuachapán, de donde es originaria. Se casó y hace 15 años su pareja murió y fue ahí cuando ya no pudo continuar con su vida normal. “Él y yo pagábamos un cuarto en un mesón en San Salvador, trabajábamos y así vivíamos los dos”.

Doña Enma ocupa mascarilla para evitar contagio por COVID-19. / Foto Jessica Orellana

Enma recuerda que en su juventud trabajó como sirvienta en comedores, haciendo servicios varios en casas, cuidando personas de la tercera edad, empleada en tiendas de conveniencias, de toda actividad que le pudiera dar ingresos para “ir pasándola”.

“Nunca he podido comprarme una casa, nunca he podido tener el dinero para poder tener una. Siempre alquilamos”, explica. Así que, a falta de una casa, Enma hizo la suya en la calle, de puros materiales reciclados.

Después de ser desalojada de una de las esquinas de la Comunidad El Ángel, siempre en Apopa, empezó a caminar en busca de un lugar seguro donde pasar la noche. Así llegó a la calle La Estación, donde empezó a construir, primero en una esquina, después a la par de un chalet que vende comida y después de andar en varios espacios, finalmente construyó su casa a la par de un árbol.

“Mi casa está hecha de cosas recicladas, cajas, plásticos, botellas, sombrilla, tablas, madera de colchones, cosas de publicidad”. La anciana sale a diario a recoger botellas y cosas de valor que pueda vender para mantenerse. Menciona que hay vecinos que en ocasiones la llevan algo de comida.

Nunca estudió ingeniería, pero cada cosa está bien apilada para que no le vaya a caer encima. Su vivienda en el interior tiene un espacio de dos metros cuadrados, una silla se ha convertido en su cama, ahí se baña y vive. “Yo duermo sentada, ya me acostumbré. Adentro tengo mis cosas, mi ropa, cosas con mucho cariño para mí”, añade.

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Enma no tiene permiso para apropiarse de la calle, ni mucho menos puede comprar una vivienda. Por su edad, las oportunidades laborales son escasas. Con dificultad aprendió a leer y escribir.

Enma dentro de la vivienda que se ha construido a fuerza de reciclaje. / Foto EDH Jessica orellana

Según datos de la Encuesta de Hogares de la Dirección de Estadísticas y Censos (2019), las cuotas mensuales que paga el 77.7% de las familias por sus créditos hipotecarios de vivienda oscilan entre $50 y $ 150 mensual, a nivel nacional. En el área rural el porcentaje aumenta a un 91.1%. Ante este panorama y bajo las condiciones actuales, desde la oferta privada, no será posible garantizar vivienda tres cuartas partes de la población salvadoreña.

En países como El Salvador uno de los principales problemas que afectan a miles de familias es la imposibilidad de acceder a la propiedad de una vivienda digna, pues con ingresos bajos, la capacidad de ahorrar o de adquirir un crédito hipotecario es nula.

En El Salvador se reconoce oficialmente que el déficit habitacional sobrepasa las 500,000 viviendas, y que este se concentra en la población con menores ingresos.

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La calle donde vive Enma está limpia, ella se encarga de barrerla todas las tardes. “Siempre hago limpieza, porque me gusta estar en lo limpio, aunque no tenga una casa propia no quiero que me regañen por eso”.

La señora hace una pausa y recuerda cómo hace un par de años encontró una cartera con $200.00 y fue un gran alivio para ella. Compró cosas para comer, aseo personal, entre otras cosas. Asegura que ese dinero lo cuidó meticulosamente.

Enma lleva años dedicándose a la recolección de materiales reciclables. Foto EDH/ Jessica Orellana

Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), al menos 4 de cada 10 salvadoreños quedaron en situación de pobreza en 2020 por la crisis económica y sanitaria generada por la COVID-19. En El Salvador, la pobreza aumentó en 6 % en 2020, mientras que los hogares en pobreza extrema incrementaron en 2.4 %, según dicha agencia de Naciones Unidas.

Debido al contacto que Enma tiene con la basura ha sufrido lesiones en su piel. Unas llagas han brotado en sus brazos y le generan una gran comezón. “Mire, yo gracias a Dios soy una mujer sana, aunque vivo en la calle, nunca me ando enfermando, ni me dio COVID-19, solo estos granos que me salen en los brazos”, cuenta.

Enma teme que un día la desalojen del espacio que se ha tomado, pero mantiene una esperanza. “No le hago daño a nadie y tengo la necesidad de tener un espacio para mi casita”, dice animada.