¿Massimo usted es parte de la nobleza italiana?
Sí, responde
¿Es un conde?, es la primera opción en el pensamiento del interlocutor
No eso es poco, soy mucho más, un duque, mi familia tiene sus orígenes allá por 1,600 – 1,700. Sonríe, agacha su rostro, dice algo más, pero su acento y tono suave de voz no permite entender la conversación, cambia de tema.
El término “duque” hace referencia a uno de los títulos nobiliarios europeos con que los monarcas muestran su gratitud a ciertas personas. Es el título nobiliario más alto y se suele conceder a hijos de la realeza que no son herederos.
Polistina ha viajado desde Milán a la zona rural de Chalatenango en diferentes oportunidades, lo ha impresionado la ardua vida y forma de ser de los salvadoreño.
-La amistad entre un noble italiano y los salvadoreños-
Es media mañana, el sol permanece radiante sobre el cantón Llano Grande, Chalatenango, y Aracely Casco, habitante de la zona, presenta a la ya casi habitual visita, el pintor y escultor italiano Massimo Polistina.
Llano Grande es un pequeño poblado enclavado en la zona rural del municipio Concepción Quezaltepeque en la zona norte de El Salvador, sus principales paisajes lo forman inmensas montañas y algunos nacimientos de agua en extremo fresca y cristalina. Su producto identiditario son las hamacas.
Massimo es amigable y atento, es más, prepara algunos de los platillos típicos de su país para compartir con las visitas. Habla español -aunque por momentos se le dificulta y fluye el italiano-.
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Él tiene 72 años de edad y reside en Milán, ha dedicado más de la mitad de su vida al arte. Sus obras han sido expuestas en grandes galerías como la San Carlo, en Roma; Schubert, en Milano y Cortina, en Barcelona.
Comenta que su primera visita a El Salvador fue en 2018, arribó el 31 de diciembre para ser exacto y partió un mes después. El siguiente año repitió la visita.
“Estoy muy unido a El Salvador, sobre todo la parte sentimental, tengo amigos originarios de acá que viven en Milán y ellos hablan mucho de este país, así me dio curiosidad y decidí conocerlo”, explica.
"El Salvador es un país bellísimo, sus playas, Suchitoto, la comida",
Detalla que en la zona donde él reside en Italia, al menos se han asentado unos 46 mil salvadoreños “son amigables, simpáticos, alegres, de confianza y siempre buscan crecer”, sostiene.
-La campiña chalateca de intensos colores-
Durante sus viajes y estancias a El Salvador, Massimo ha inmortalizado la campiña de Chalatenango en sus obras, de igual forma sucedió con la idiosincrasia de su gente.
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Uno de sus cuadros representa la molienda, en ella dos musculosos bueyes tiran del mecanismo utilizado para la extracción del jugo de la caña. También los peroles donde se coce el producto.
Los colores de la obra son vibrantes, destaca el naranja fundido con tonos rojizos.
“La primera vez que vino permaneció en la casa de mis padres, le impactó el trabajo diario de los salvadoreños; también admiró cómo los bueyes han sido adaptados al trabajo”, comenta Aracely.
Otro de los cuadros de Massimo relacionados a El Salvador es un carruaje tirado por caballos, donde el animal representa la fuerza y trabajo de los salvadoreños y el carruaje la economía.
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También gusta de la elaboración de esculturas en madera, sostiene que los materiales que ha encontrado aquí “son arcaicos”, de la madera Teca le parece impresionante su textura y dureza.
“El Salvador es un país bellísimo, sus playas, Suchitoto, la comida”, concluye.
Massimo sueña en la creación de un lugar en Llano Grande donde el arte y sus diferentes expresiones sea expuesto.