Rafael García, el fisicoculturista que no se intimida ante la silla de ruedas

El físicoculturismo y el atletismo son las disciplinas con las que Rafael García, un atleta paralímpico, le quiere enseñar a las personas la necesidad de la inclusión. El chavo dice que en la convivencia está la clave para poner fin a las barreras.

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El 18 de diciembre se realizará en San Miguel una competencia de Fisicoculturismo, a la que Rafa planea ir, y en la que espera encontrar más atletas con discapacidad. Foto EDH/Ricardo Flores

Por Mauricio Martínez

2018-11-08 8:48:25

Rafael García tiene claro que estar en una silla de ruedas no debe ser una limitante para progresar, y es el mensaje que desde hace cinco años viene predicando a través del deporte. Este salvadoreño nació en 1986 con escoliosis lumbar, una deformación de la columna vertebral que le impidió caminar, pero no alcanzar sus metas.

En su época de bachillerato, a Rafa le entró la pila de hacer deporte. Hizo tenis, surf, quiso jugar básquetbol, pero no pudo porque el horario de estudios se lo impidió; y desde los últimos cinco años se empiló con el atletismo y fisicoculturismo, y son estas últimas disciplinas con las que busca dar un mensaje de inclusión.

“Siempre me he mantenido haciendo ejercicio. Primero hacía levantamiento de pesas y pechadas, pero de forma amateur, pero le empecé a tener más amor en 2014 con la corrida. Mi primera carrera fue de 12 kilómetros y fue duro porque nunca había corrido una distancia tan larga”, dice el también técnico en ingeniería industrial, para luego agregar que fue en ese momento que se dio cuenta que no la tendría fácil para ser un atleta paralímpico, ya que empezó a encontrar límites tanto físicos como psicológicos, y que la mayoría provenían de terceros.

El físicoculturismo y el atletismo son las disciplinas con las que Rafael García, un atleta paralímpico, le quiere enseñar a las personas la necesidad de la inclusión. Foto EDH/Ricardo Flores

Pero también fue en ese instante cuando decidió que, a través del deporte, le iba a enseñar a la gente sobre la necesidad e importancia de la inclusión, todo basándose en la convivencia.

Según García, para corregir el problema lo primero que se debe hacer es que las personas con discapacidad y las sin discapacidad deben interactuar más, competir juntos. Esto, explica, la permitirá al primer grupo darse cuenta que no son víctimas, que pueden salir adelante; y al segundo darse cuenta de las barreras que crea, muchas veces de forma inconsciente, como crear barreras al construir gradas en lugar de rampas, u obstaculizar el paso de personas en sillas de ruedas.

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Por ese motivo, explica el chamaco, es que se apuntó a correr en un grupo de personas sin discapacidad, con los que ya suma varias carreras y maratones. “No es un evento aparte, es algo inclusivo. Estoy en un team donde soy el único que corre en silla de ruedas, y hasta les he ganado”, dice.

Rafa colecciona medallas y trofeos de las competencias en las que ha participado. Foto EDH/Ricardo Flores

El tecleño, sin embargo, quiso ir más allá y se enfocó en el fisicoculturismo, pero no la tuvo fácil. Las barreras aparecieron de nuevo y le impedían ejercitarse como Dios manda. “En los gimnasios, a veces, la entrada es bien angosta y no puedo pasar; y otro que puede ser más grande para mí no es accesible económicamente y tengo que desequilibrar otro gasto”, dice el atleta paralímpico, razón por la que se ha visto en la obligación de entrenar a lo survivor, con lo que encuentra en casa, entre ello una mancuerna hechiza, y cualquiera otro elemento que le permita fortalecer los músculos.

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Marina Ermelinda Martínez Cruz, de 24 años, estudiante egresada de la licenciatura de Trabajo Social de la Universidad de El Salvador (UES), es una persona con discapacidad visual que además padece de albinismo nigmático. La estudiante forma parte del programa Aulas de Gestión Ocupacional para la Región de América Latina (ÁGORA) ejecutado por Cruz Roja Salvadoreña. Al graduarse sueña con desarrollar un proyecto enfocado a apoyar a las familias de personas con discapacidad visual.

En septiembre pasado, Rafa dio un paso adelante y se animó a participar como fisicoculturista en la Copa Independencia. “Me hicieron los contactos para que fuera a la Federación (de Fisicoculturismo), y fue una sorpresa porque, por mi trayectoria, sé que cuando uno quiere incursionar en un deporte le dicen que no, pero esa vez fui bien recibido”, recuerda.

En la Federación, al chamaco le dijeron que podían instaurar la categoría fisicoculturismo paralímpico, pero necesitarían un mínimo de tres atletas, así que como un inicio realizaron una convocatoria abierta el día de la Copa. Sin embargo, esa vez solo llegó Rafa, aunque eso no fue impedimento para que compitiera, y menos para desanimarse.

“No llegaron más personas, pero, a veces, no es porque no quieran, sino porque no puede subir al bus, viajar, todas esas barreras que todavía hay en el país. Pero comenzamos la categoría”, dice orgullosamente Rafa, y adelanta que el 18 de noviembre habrá otro certamen en San Miguel, irá, pues tiene conocimiento de otro atleta de condición similar que también participará y con eso le darán más levante a su iniciativa. “Cuando dijeron que abrirían la categoría sentí alegría, completamos lo que había anhelado, dar ese mensaje al país que sí se puede”, dice.

Pero los planes del chavo continúan. Empezó a recorrer el país, corriendo, y es una ruta que espera terminar el 3 de diciembre, fecha en que se celebra en el país el Día de la Persona con Discapacidad. También anda en las vueltas para remolcar una hummer, y dar así una “exhibición de fuerza extrema”, y más adelante, sin dejar de lado el fisicoculturismo y las carreras, modificar una moto para participar en motocross.