Psiquiatra:“Los abusadores son buenos para pedir perdón”

Médico José María Sifontes atribuye violencia de pareja a falta de control de los impulsos. Según el especialista, algunas víctimas perdonan a agresores porque los quieren o porque dependen de ellos. Feminicidio más reciente fue la semana pasada contra Jocelyn Abarca.

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Ronald Urbina, de 33 años, fue detenido el miércoles por el feminicidio de Jocelyn Abarca. Él negó haber sido violento con ella. Foto EDH / archivo

Por Diana Escalante

2018-07-12 8:43:36

Los perfiles de algunas víctimas recientes de feminicidios (225 casos este año) en El Salvador y de sus agresores eran similares. Las mujeres estaban entre 25 y 45 años, eran profesionales, tenían mejores trabajos y más solvencia económica en contraste con sus cónyuges.

Otra característica que tenían en común estas mujeres es que por mucho tiempo sufrieron episodios de violencia a manos de sus cónyuges, pero no los denunciaron.

Para el psiquiatra José María Sifontes lo anterior tiene su explicación porque “los abusadores son buenos para pedir perdón”. Algunas veces, ellos sienten remordimiento por el daño que han causado a sus parejas, a quienes luego convencen para que hagan las paces y se “portan muy bien” con ellas. De acuerdo al especialista, hay mujeres que bajo el argumento de que los quieren acceden a sus pretensiones.

Sifontes señala que, al inicio de una relación, la pareja se encarga de enamorar a la otra persona, es detallista, se muestra extremadamente especial y con ello va ganando poder de convencimiento hasta que se crea una dependencia emocional mutua.

Pero, en algunos casos, también va surgiendo la violencia intrafamiliar, y cuando aparecen las primeras señales de alarma, la víctima está enamorada, depende de su agresor o asume que la situación va a mejorar con el paso del tiempo, pero, por el contrario, se agrava, y eso impide que se salga fácilmente del círculo de agresión.

 

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Fiscalía encontró rastros de sangre en la vivienda que compartía Jocelyn Abarca y su pareja

El cuerpo desmembrado de la joven fue hallado en la orilla del río Acelhuate el viernes 6 de julio y su cabeza fue localizada el martes 10 en la quebrada El Piro, en Antiguo Cuscatlán.

La decisión de terminar una relación se hace más complicada para las mujeres si ya hay hijos de por medio o si ellas dependen económicamente de sus parejas; de modo que se adaptan a eso y deciden perdonar a su agresor, dice el médico.

Según Sifontes, la violencia de pareja puede ocurrirle a personas de cualquier edad, estrato social, profesión o nivel educativo.

El caso más reciente de feminicidio fue registrado el viernes anterior. La víctima era Jocelyn Abarca Juárez, de 26 años, quien fue asesinada, desmembrada y las partes de su cadáver arrojadas en dos quebradas de San Salvador y La Libertad.

Las investigaciones indican que fue su compañero de vida, Ronald Urbina Velásquez, fue quien la asesinó con saña en la vivienda que compartían desde hace cinco años, en una colonia de Soyapango.

 

La joven era egresada de Licenciatura en Psicología, trabajaba como supervisora externa de una empresa comercial y sufría violencia doméstica desde hace mucho tiempo, por lo que pretendía separarse, según sus familiares.

Urbina, de 33 años, fue arrestado el miércoles por el delito de feminicidio agravado. Él era encargado de logística de una empresa distribuidora de agua embotellada.

Jocelyn Milena Abarca, quien fue reportada como desaparecida desde el pasado 4 de julio, luego de sostener una discusión con su pareja sentimental. Foto/ Cortesía

Tras su detención, él negó que hubiera matado a su cónyuge y que hubiera sido violento con ella, por el contrario aseguró que “era bastante atento y le daba todo lo que ella me solicitaba”.

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A este caso le precedieron los crímenes contra la doctora del Ministerio de Salud, Rosa María Bonilla Vega, de 45 años, ultimada supuestamente por su cónyuge, Denys Suárez, a quien ella mantenía. Mientras que Katherine Cárcamo, de 27 años, fue asfixiada por su pareja, Bryan Arévalo. Los dos feminicidios ocurrieron en Santa Ana.

Otras víctimas de sus parejas fue ron la periodista Karla Turcios, de 33 años, quien fue estrangulada presuntamente por Mario Huezo, el padre de su hijo. Mientras que Graciela Chávez Ramírez, de 22 años, fue apuñalada hasta la muerte y se señala a su prometido, Héctor Otero Turcios. Ambos casos fueron cometidos en San Salvador.

El año pasado, también fue asesinada en La Paz, Lilian Méndez Ramírez, de 26 años, una comunicadora que estaba por dar a luz al hijo de su supuesto agresor identificado como Henry Salazar Burgos.

Igual final tuvo la policía Lorena Hernández Quintanilla, quien habría sido asesinada por su pareja y colega Néstor Mejía Coto, dentro de la subdelegación de Mejicanos.

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La imágenes que delataron al feminicida de Jocelyn Abarca

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Sociópatas y “amor enfermizo”

Para el médico José María Sifontes, los episodios de violencia entre las parejas son recurrentes porque uno de ellos tiene problemas de control de los impulsos o porque lo que profesan es un “amor enfermizo”.

En el primer caso, los atacantes tienden a mostrar “impulsividad extrema” o “estado de furia incontrolable”, y la ira o los celos les impide pensar, de modo que cometen acciones no planificadas que los llevan a cometer errores y se delatan.

Mario Alberto Huezo es acusado de asesinar a su compañera de vida, Karla Turcios. Foto/ Lissette Lemus

En el otro escenario, el especialista sostiene que el hecho de que un hombre agreda a su pareja no es porque no la quiera, sino que manifiesta un “amor enfermizo”. Estas personas son demasiado controladoras, posesivas y llegan a pensar que si su novia o esposa no es para él no será de nadie y llega a matar.

“La violencia doméstica es democrática: no respeta edad ni estrato social. Es un problema que va a empeorar; la mujer va terminar en el hospital o muerta”.

José María Sifontes, Médico psiquiatra

A veces, dice el médico, los sujetos muestran pena y fingen colaborar con las autoridades en las investigaciones por dos razones: “por cinismo o para tapar las pruebas y aparentar inocencia”.

También señala que por los patrones de conducta similares que se les ha detectado a los acusados de cometer los feminicidios más recientes se puede inferir que tienen un trastorno sociópata (comportamiento antisocial y atentan de modo recurrente contra los demás).

José Héctor Otero Turcios, de 29 años, y Jesús Henríquez Monge, de 19. Foto/ FGR

En algunos casos, explica, este comportamiento es heredado y en otros es aprendido por los agresores.

“Es una enfermedad mental pero no es excluyente de delito, de responsabilidad penal. Es aquel que se llama mentalmente enfermo pero jurídicamente sano y tiene que enfrentar todo lo de la ley”, sentencia el psiquiatra.

SEÑALES PARA DETECTAR A UN AGRESOR:

1. Es posesivo y controla con quién habla, sale y a dónde va su pareja.

2. La separa o evita que tenga relación con sus familiares o amigos.

3. Demanda demasiado tiempo o atención.

4. No respeta privacidad (revisa celular, Facebook, Twiter o correo de su pareja).

5. Se descontrola si está enojado (golpea, insulta o lanza objetos).

6. Maltrata o es agresivo con las mujeres de su entorno (madre, hermana o compañeras).

7. Crea conflicto si su pareja tiene un título académico y él no; un mejor trabajo o ingreso económico superior.

 

Rosa María Bonilla Vega y Graciela Eugenia Ramirez Chávez, ambas presuntamente asesinadas por sus parejas.