Cuatro crueles historias de los asesinatos en la casa del expolicía en Chalchuapa

Terror fue lo que vivieron las víctimas de la casa del callejón Estévez en Chalchuapa. Todos fueron asesinados con lujo de barbarie y saña, fueron hechos llegar con engaños para ser asesinados, sicarios que hicieron correr su sangre.

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Mirna Cruz Lima madre de Jackeline Cristina and Alexis Palomo Lima ambos asesinados por el expolicía en Chalchuapa. Foto EDH / AFP)

Por Wiliam A. Hernández @walexhernan

2021-10-08 10:31:04

Los asesinatos en el callejón Estévez, en Chalchuapa, cada vez revelan detalles escalofriantes, historias que nadie pensaría que un ser humano sea capaz de cometer.

En este artículo se recopilan varias historias de las víctimas de la casa del asesino de Chalchuapa, detenido, procesado y a quien la Fiscalía General de la República le ha dado beneficios penales como criteriado, supuestamente para desarticular una red de personas implicados en los homicidios, lo queda en evidencia es la crueldad con que asesinaron a más de 47 salvadoreños, estimado que fuentes fiscales revelaron al inicio de las investigaciones, aunque hasta el momento las autoridades no han revelado la cifra exacta y las identidades de las personas asesinadas en Chalchuapa.

Las autoridades y la Fiscalía se ha limitado a decir que ha entregado 30 osamentas a familiares.

En las labores de excavación en Chalchuapa se han encontrado muchos restos óseos de las víctimas. Foto EDH/ Jonatan Funes

Estas son algunas de las aterradoras historias de las víctimas de Chalchuapa:

Los primeros ocho cuerpos

Son ocho cuerpos los que fueron recuperados inicialmente en el inmueble 11 del Callejón Estévez de la ciudad de Chalchuapa. Los últimos cuatro sacados fueron recuperados por el criminalista de la Fiscalía, Israel Ticas, a quien el fiscal impuesto, Rodolfo Delgado, se encargo en silenciar para que no hablara con la prensa.

La mayoría de mujeres asesinadas en la casa del expolicía eran jóvenes. Las autoridades excavarán en otra vivienda del sector. Foto EDH / Archivo

Los primeros cuatro cuerpos fueron los de Mirna Lima Cruz, de 57 años, Jackeline Cristina y Alexis, ambos de apellido Palomo Lima (hijos de Mirna) y el del hermano del único capturado como sospechoso de esos asesinatos,  un exagente de la Policía Nacional Civil, la que nació de los Acuerdos de Paz de 1992.

De otros recuperados, en el mismo momento, las autoridades no revelaron identidades. Fueron cuatro bolsas negras con los restos,  que fueron evacuados al Instituto de Medicina Legal de San Salvador para sus respectivos análisis.

Según fuentes fiscales y policiales, algunos investigadores vinculados al caso ya conocían al sospechoso cuando este fue agente de la Policía Nacional Civil; a estos mismos les ha confesado de manera extrajudicial que en el inmueble hay 47 cadáveres.

Cristina, la heroína que descubrió al asesino

La acción de Cristina fue la que delató al expolicía como un múltiple asesino. Fue la joven que vecinos escucharon en la calle que corría desesperadamente gritando y pidiendo auxilio.

Los gritos de Cristina provocaron que varios vecinos hicieran llamadas a la Policía alertándola de un caso de supuesta violencia contra la mujer, tres agentes policiales llegaron 70 minutos después de que el 911 recibió las alertas, según un parte policial.

 

Ella era Jacquelinne Cristina Palomo Lima, de 26 años, quien intentó escapar de la casa de su homicida, donde éste la mató. Jacquelinne fue la responsable de visibilizar la cantidad de crímenes que sucedían en esa casa de Chalchuapa. Foto EDH / Cortesía

Vecinos, amigas y compañeros de trabajo de la joven también coinciden en que gracias al sacrificio que Cristina hizo, fue que las autoridades encontraron el cementerio clandestino en la casa del exagente policial.

El día que Cristina fue asesinada, le había comprado vitaminas inyectables a su abuelo, uno de los últimos gestos de amor hacia ellos fue colocarle una puerta de metal en su casa y hacer una especie de pasamanos para que ambos abuelos bajaran las gradas con seguridad.

La joven era buena en artes marciales, ella había aprendido el oficio de cosmetología, aunque no trabajaba de eso sino como dependiente en una tienda de conveniencia en una gasolinera en Santa Ana.

Una compañera de Cristi la recordó como una joven alegre y atenta con los clientes.

Aquel sábado 8 de mayo, Cristi tenía que recibir turno a las 6:00 de la mañana; era responsable con su trabajo y por eso causó asombro que no se presentó a la hora convenida. Fue hasta como a las 9:30 de esa misma mañana cuando en afán de indagar si ella estaba bien, recurrieron a preguntar a amigos y familiares, quienes les dieron la terrible noticia: era una de las víctimas de la masacre de Chalchuapa.

Alexis y el sueño americano

Aquel viernes 7 de mayo de 2021, Alexis salió de su vivienda porque el expolicía le había dicho que ese día saldría rumbo a Estados Unidos, guiado por su hermano que se dedicaba a llevar gente de forma ilegal a ese país.

Según revelaron las autoridades al inicio del caso, el exagente le dijo a Mirna que a Alexis (su hijo) lo habían secuestrado y él sabía dónde lo tenían. Sin embargo, todo fue una mentira para llevar a Mirna y a Cristina hasta la casa del callejón Estévez donde ya había matado a Alexis.

Tres días antes, Mirna le había entregado al presunto asesino, $7,000 como pago para que su hijo Alexis fuera llevado a Estados Unidos con Carlos, el hermano del expolicía, quien también fue encontrado asesinado y fue hallado
en la misma fosa donde estaba el cadáver de Alexis.

Mirna Cruz Lima madre de Jackeline Cristina y Alexis Palomo Lima ambos asesinados por el expolicía en Chalchuapa. Foto EDH / AFP

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Tres días antes, Mirna le había entregado al acusado, $7,000 como pago para que su hijo Alexis fuera llevado a Estados Unidos con Carlos, el hermano del expolicía, quien también fue encontrado asesinado en la misma fosa donde estaba el cadáver de Alexis.

Dania, víctima de un taxista

Los Linares (tres mujeres y dos niños) fueron asesinados a finales del 2020, sus restos están entre los sepultados ayer. Según lo que el exagente de la Policía, detenido por varios de los crímenes cometidos en su casa en Chalchuapa, contó a las autoridades al inicio del caso, estas personas fueron asesinadas por él, un taxista y un soldado.

La primera en ser asesinada, según las investigaciones iniciales, fue Dania. El expolicía dijo a las autoridades que quien la mató fue Ernesto Enrique, un hombre que se dedicaba a hacer viajes como taxista en su viejo Honda año 88.

También contó que un día de finales de 2020, el taxista le comentó que Dania le gustaba a lo que contestó que, si quería, se la conectaba. Y así lo hizo. Luego le prestó su casa a Ernesto para que llevara a Dania. Los dejó
solos bajo llave y él se fue a comprar pollo frito. Cuando regresó, Ernesto la había matado.

El soldado que mandó matar a su expareja y su hijo

Según fuentes cercanas al caso, Patricia, Helen, José y G. fueron asesinados por José Ernesto. Según el relato que el mismo exagente de policía dio a las autoridades horas después de haber sido capturado, el soldado le dijo que quería matar a toda la familia de Dania, con quien había procreado un hijo, motivado porque fue denunciado en la Procuraduría General de la República.

El soldado le pasaba, con inconformidad, una cuota alimenticia para el niño, pero no le alcanzaba el sueldo, por lo que quería asesinarla. El exagente se ofreció a ayudar al militar. Y así lo hizo. En un mismo día mataron a Patricia, a
Helen, a Josué y a G., el hijo que tenía con Dania.

La Fiscalía ha dado criterio de oportunidad (beneficios penales a cambio de colaborar con la justicia) al exagente, pero los policías que han estado cerca del proceso no creen que su excolega esté diciendo la verdad sobre cada uno de esos crímenes.

Desde mayo pasado, Chalchuapa se incrustó en la mente de los salvadoreños como el lugar más cruel y sangriento por los hechos cometidos por un exservidor policial, quien junto a 11 personas más es procesado por diferentes delitos en un juzgado de ese municipio

El velorio de la víctima de la familia Linares, cinco en total entre mujeres y niños, se llevó a cabo en la casa comunal del cantón San Luis. Foto EDH / Francisco Rubio