“Tenía un presentimiento de madre: algo le pasaba a mi niño”, la enfermedad de su hijo lleva a una pareja de payasos del circo a las calles de San Salvador

Con un hijo enfermo y la incertidumbre de llegar a casa con las manos vacías y el virus encima, una pareja de payasos trabaja en el único circo que les queda: una esquina de la Alameda Juan Pablo II, frente al parque Centenario, en San Salvador.

El payaso "peregrino Yooyou" y su esposa "peregrina de Yooyou" son una pareja de payasos que, ante el cierre de los circos, se ha visto en la necesidad de salir a las calles del centro de San Salvador para pedir ayuda.

Por Jonathan Tobías

2020-08-20 2:53:34

Las manos que se dedicaban a los malabares y trucos, ahora sostienen un letrero que dice “ayudemos a un hermano payaso”. Ya no sonríen tanto. Un cubreboca oculta la mitad de sus rostros coloridos. Descansan bajo la sombra de un árbol. Caminan sobre el pavimento caliente y bajo el sofocante sol. Esperan a que alguien les regale una moneda.  

Las risas y los aplausos resuenan en sus recuerdos: un eco de tiempos mejores. El único sonido parecido a los silbatos de una carpa de circo, es el ruido de cientos de motores y vehículos.

Con la incertidumbre y el temor de llegar a casa con las manos vacías, una pareja de payasos trabaja en el único circo que les queda: una esquina de la Alameda Juan Pablo II, frente al parque Centenario, en San Salvador. Afectados por el cierre del comercio, desde hace meses, y con pocas esperanzas que el público asista pronto a los espectáculos circenses, viven de la esperanza de ver que se abra la ventanilla y una tímida mano se asome.

“La pandemia contaminó nuestro trabajo”, expresa Darwing Serpas, mejor conocido como el “Peregrino Youyou”. Tiene más de 30 años de trabajar como payaso. Su esposa, Grecia Serpas, se dedica al oficio desde hace cinco. Ambos señalan que las oportunidades de generar ingresos, a través de las risas, se desmoronaron completamente. “Nunca nos había sucedido algo así”, lamenta.

Con letreros que dicen “sin evento no hay sustento”, los payasos Youyou piden ayuda en una esquina de la Alameda Juan Pablo II. Foto EDH / Jessica Orellana.

Youyou, considera que las medidas implementadas por el gobierno han sido positivas para resguardar la salud de la población, pero, ante la falta de un plan concreto para la reactivación económica, sobre todo en el rubro de los artistas circenses, su familia y la de muchos de sus compañeros, que viven del día a día, no tiene otra opción que seguir esperando. “No nos quedó de otra que buscar una manera diferente de sostener a nuestras familias”, confiesa el Peregrino.

Una enfermedad adentro y una enfermedad afuera

Youyou le teme al Covid-19, la enfermedad que ronda las calles de El Salvador; pero le teme más a la enfermedad que se queda en casa. El pasado mes de mayo, cuando el país ya había comenzado a ser afectado por el virus, la familia Serpas Villeda recibió una de las peores noticias de su vida: el hijo de los Youyou, de once años, comenzó a presentar síntomas de algo extraño. 

“Su piel se volvió como de un tono amarillento y empezó a sentirse decaído”, relata Grecia. Los doctores que observaron al menor, dijeron que no existía razón para preocuparse, recuerda la pareja, pero la salud del pequeño no mejoró. “Yo sabía que no era normal. Tenía ese presentimiento de madre que algo le estaba pasando a mi niño”, relata la esposa de Youyou. 

Un par de semanas después, el menor fue diagnosticado con Leucemia en el Hospital Benjamin Bloom. “En este tiempo es difícil luchar junto a un niño que tiene una enfermedad grave”, comentan, sobre todo por los cuidados que tienen que tener en las calles para no contagiarse y llevar el COVID-19 a casa.

Las calles solían ser el otro circo

En el pasado, cuando no había trabajo en los circos, los payasos encontraban en los escenarios urbanos la alterativa para dar sus espectáculos. “Cuando estaba habilitado el transporte público había una opción, Cuando los parques estaban abiertos había otra opción”, recuerda Youyou.

“Tuvimos que acatar, no podíamos hacer nada más”, declara y enfatiza que ya no le quedaban opciones para seguir trabajando. Sin embargo, después que la cuarentena se había levantado en todo el país, él y su esposa vieron otra oportunidad en las calles del centro de San Salvador. 

El Peregrino Youyou lleva 30 años dedicándose al oficio de payaso de circo. Cuando no hay espectáculos, las calles se vuelven su escenario. Foto EDH / Jessica Orellana

Con pequeñas alcancías y letreros solicitando ayuda, es como Peregrino Youyou y sus compañeros se aventuraron a salir a los semáforos para pedirle a los automovilistas una moneda. Desde las nueve de la mañana, hasta las siete de la noche, el grupo de payasos se organiza para recaudar lo poco que les ayuda a solventar las necesidades del día a día. “Tenemos gastos que sufragar y alimentos que comprar”, enfatiza y agrega que el gasto más grande que tienen es el alquiler de su vivienda.

Los peligros de la calle

El payaso Peregrino expresa que son muchos los peligros a los que se enfrentan en las calles de San Salvador. Ser víctimas de un accidente de tránsito, hechos de violencia o contagiarse del COVID-19, son los temores diarios. 

Los esposos relatan que hay jornadas en que logran reunir para alimentación y pagos. A veces “ni para una bolsa de agua”, dice Youyou. Sin embargo, agradecen a las personas que les regalan una moneda y les permiten salir adelante.

La pareja Youyou lleva su espectáculo a las calles de San Salvador para ayudar a su hijo