Pandilleros acusados de masacrar a cinco hermanos en Santo Tomás quedaron libres por contradicciones de testigo

La declaración del testigo "Trueno" fue la única evidencia de peso que presentó la Fiscalía para convencer a un juez que los pandilleros procesados raptaron a las cinco víctimas durante una procesión de Semana Santa en 2016.

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Los investigadores de la Policía buscaron durante varias horas los cadáveres de los hermanos Zaldaña. Foto EDH/ Archivo

Por Óscar Iraheta

2019-05-06 9:44:23

El testigo “Trueno” no sabía de fechas, tiempos ni detalles, por eso su testimonio era contradictorio comparado a los documentos de ley que presentó como prueba la Fiscalía General de la República para acusar a una veintena de pandilleros de la Mara Salvatrucha, por supuestamente haber asesinado con lujo de barbarie a cinco hermanos en la Semana Santa de 2016.

La declaración de “Trueno” fue la única evidencia de peso que presentó el Ministerio Público para convencer a un juez, que los pandilleros procesados raptaron a las cinco víctimas durante una procesión del Santo Entierro, las asesinaron y enterraron en una fosa clandestina en una barranca del cantón Flor Amarilla, en el municipio de Santo Tomás al sur de San Salvador.

Pero el sistema judicial le falló a la familia Zaldaña, sobre todo a una anciana que aún llora en la soledad a sus cinco hijos. Los perdió en un solo hecho y ahora vive sola. Los Zaldaña son de escasos recursos y viven entre el límite de la Autopista a Comalapa y la calle antigua a Zacatecoluca, en Santo Tomás.

En el Viernes Santo de esa Semana Santa, los cinco hermanos identificados como: Jesús Antonio de 30 años; Yimi Ernesto de 17; Gabriela Vanessa, de 19; Gerson Alexander de 21 y Jesús Antonio de 23, todos de apellido Zaldaña, salieron a las 6:00 de la tarde de su casa para participar en la acostumbrada procesión religiosa. Sin embargo, nunca regresaron. Era el 26 de marzo de 2016.

Ocho pandilleros estuvieron presentes durante el juicio, realizado en un juzgado especializado de San Salvador. Los demás acusados siguieron la audiencia mediante videoconferencia. Foto EDH/ Cortesía

Nueve días después, un grupo de investigadores del Laboratorio Científico de la Policía, liderados por el criminalista Israel Ticas, bajaron más de cinco cuadras por una barranca hasta llegar hasta el fondo del río Jocote, en el cantón Flor Amarilla.

En los primeros días de abril de 2016, “Trueno” confesó a los investigadores que en el lugar estaban enterrados los cinco hermanos. Dijo a los detectives que ese Viernes Santo un grupo de pandilleros acorraló a las víctimas y a la fuerza las llevaron hasta el lugar para asesinarlas, ya que sospechaban que eran pandilleros de la 18.

Ticas y su equipo de trabajo desenterró los cinco cadáveres y los entregó a la anciana. Todos fueron sepultados en el cementerio del referido municipio.

En varios operativos en la zona la Policía, capturó a los sospechosos y después de 35 meses, se realizó el juicio en el Juzgado Especializado C de San Salvador. Hubo siete pandilleros presentes y 14 más siguieron el juicio desde varias cárceles a través de la modalidad de la videoconferencia.

Las contradicciones del testigo

Para el juez, la declaración de “Trueno” careció de credibilidad. Los detalles que contó sobre cómo habían sido torturados y asesinados los hermanos eran diferentes al compararlos con las actas del reconocimiento de los cadáveres que realizó Medicina Legal.

EL principal acceso en la zona es a un costado del mercado de Santo Tomás, sobre el túnel bajo la autopista a Comalapa, al sur de San Salvador. Foto EDH/ Archivo

Era difícil creer que cinco personas fueron sometidas en una procesión donde hubo muchas personas como testigos y que nadie avisó a la Policía, que estaba situada a menos de una cuadra y media. “Trueno” dijo en su declaración que el puesto policial estaba a dos metros.

El declarante no hablaba con la jerga que usan los pandilleros, parecía una persona que nunca formó parte de la pandilla de la MS. Aseguró que a muchos de los imputados los conoció en la cárcel cuando estuvo detenido por otros delitos.

Sin embargo, los registros de Centros Penales afirman que “Trueno” nunca estuvo preso en una cárcel. El testigo mintió y eso obligó a un juez a exonerar a los sospechosos del múltiple crimen.

El declarante señaló que los hechos ocurrieron el 25 de marzo del 2016, pero según las pericias sucedió el 26 de marzo. Además, afirmó que los cuerpos no los amordazaron; pero, según la misma pericia, los cinco cuerpos tenían señales de haber sido atados de boca, manos y pies.

Parte del equipo que utiliza el criminalista Israel Ticas, quien demoró más de 24 horas junto a técnicos de la PNC para recuperar los cinco cadáveres. Foto EDH/ Archivo

Según el juez, el cuerpo de la única mujer entre las víctimas presentaba señales de haber sido violada mientras estuvo raptada. Sin embargo, no se investigó ese hecho.

“Trueno” dijo que él participó en el asesinato de dos víctimas que fueron estranguladas con sus propios cinchos; pero los documentos de las actas del levantamiento de los cadáveres detallan que uno de ellos tenía su cincho en el pantalón. El otro fue asesinado con cuerdas naturales.

En el cantón Flor Amarilla se vive con miedo, sobre todo ahora que se sabe el desenlace de este caso. Los vecinos aseguran que los pandilleros llegarán a la zona a seguir cometiendo homicidios y otros delitos, como lo han hecho en los últimos diez años.

Estos cinco homicidios, como muchos otros perpetrados en esta zona del sur de San Salvador, siguen en la impunidad.