Pandillas hacen ver a Ozatlán como un pueblo fantasma

Cinco familias tuvieron que abandonar sus hogares en el caserío Las Puertas, en Usulután, luego que pandillas hirieran a un morador y les amenazaran de muerte.

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Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Por Jaime López

2018-06-03 9:26:47

Las pandillas han vuelto a marcar el terror, esta vez a un grupo de familias que han tenido que abandonar sus tierras y sus casas por temor.

Si bien Ozatlán, en Usulután, parecía solitario ayer por la tarde, su rostro rural, especialmente en dirección al caserío Las Puertas, del cantón La Poza, parecía más desolada y en un silencio profundo que solo interrumpía el canto de las aves. Las calles de tierra rodeadas de potreros conducían a varias casas abandonadas.

Y es que en este caserío, cinco familias fueron obligadas a irse, de lo contrario las mataban.

Hace tres días, las maras lesionaron a un morador de Las Puertas, un hombre de unos 33 años de edad, en clara advertencia de que debían abandonar el lugar que los vio nacer.

Para no correr con peor suerte las familias dejaron todo y huyeron con sus pocas cosas que pudieron llevar. Se fueron a un lugar más seguro.

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Las Puertas es un caserío que se ubica al sur de Ozatlán, a un poco más de un kilómetro del centro del municipio y, para llegar, hay que pasar por callejones y potreros en una zona bastante despoblada.

En el camino se observan varias casas solas y calles sin transeúntes.

La Policía local no niega la situación de inseguridad de Ozatlán y que esta es más palpable en la zona rural, que es extensa.

En el puesto policial de Ozatlán solo había un policía, que estaba al pendiente del teléfono y de la radiocomunicación. No contaba con una patrulla disponible si surgía alguna emergencia, ni con más compañeros que lo apoyaran en algún momento de apremio.

El cabo, que por razones de seguridad omitió dar su nombre, no niega lo que está pasando en Las Puertas, lo del éxodo de las cinco familias por culpa de las pandillas, pero su argumento es “que las pandillas son un problema no sólo en ese sector, sino en todo el país”.

El policía dijo que ellos patrullan y brindan seguridad en la zona, pero reconoce que no pueden destacarse por mucho tiempo, pues el municipio es principalmente rural y deben darle cobertura a todo.

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La zona es escabrosa y más para cualquier extraño, por lo que el misma cabo aconsejó a un equipo de El Diario de Hoy no ir a Las Puertas.

En casas situadas a 500 metros de distancia de Las Puertas, los lugareños se mostraban atemorizados y evitaban entrar en conversación con extraños. En el pueblo y en las vías de acceso hay varias casas que tiene rótulos en los que invita a canjearlas por un carro, lo que de alguna forma evidencia que varios moradores prefieren irse del lugar.

Las autoridades de Justicia y Seguridad Pública no han querido reconocer que el desplazamiento forzado es un problema grave. Afirman que solo el 1.1 por ciento a nivel nacional ha sufrido este flagelo y que el 69 por ciento ha sido por amenazas, el 24 por extorsión y el 20 por ciento por inseguridad.

Sin embargo, el procurador adjunto para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), Gerardo Alegría, señaló que la institución ha atendido 38 casos de desplazamientos forzado en el primer trimestre de 2018, una cifra que ha aumentado con respecto al año anterior.

Agrega que la mayoría de las víctimas en este caso es mujer.

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Según el informe anual de la organización Cristosal. Un 53 % de las víctimas fueron mujeres.

Contrario a lo que se observa en buena parte de los municipios de El Salvador, en que la mayoría de personas de las zonas rurales parten los domingos al pueblo para ir a los cultos religiosos, a pasear o a hacer sus compras de la semana, en Ozatlán la tarde de este domingo solo se observaba a un grupo de seis jóvenes en un anfiteatro.