En 2020 hubo 417 muertes por cáncer menos que las previstas en El Salvador, ¿por qué?

El COVID-19 no cura el cáncer. Pero puede ocultarlo. Eso parecen indicar las cifras de muertes atribuidas por cáncer del RNPN de enero a septiembre de 2020, las que fueron menores a las estadísticamente esperadas.

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Rosario Ayala, padece cáncer y durante la pandemia caminó hora y media desde la casa donde se hospeda cerca del mercado Modelo hasta el hospital de Oncología del ISSS. Foto Archivo EDH

Por Lilian Martínez

2021-03-11 12:05:30

Tras aplicar dos pruebas estadísticas a la base de datos con los registros de muertes atribuidas al cáncer, proveniente de la que entregó el RNPN a Lab-Dat, el investigador Walter Otoniel Campos encontró que durante el periodo estudiado -de enero a septiembre de 2020- hubo 417 registros de muertes menos de las esperadas.

Según la predicción estadística calculada por Campos, entre enero y septiembre del año pasado se preveían 1,428 muertes atribuidas al cáncer; pero para el periodo estudiado hubo 1,298.

En la investigación “Análisis Temporal de Muertes en El Salvador desde enero de 2015 hasta septiembre de 2020”, Campos explica: “Los meses de abril y mayo caen fuera del intervalo de confianza. Para el mes de abril, el valor real tiene un porcentaje de decremento del 7.5% respecto al extremo inferior del modelo, para el mes de mayo, el valor real tiene un porcentaje de decremento del 38%% respecto al extremo inferior del modelo.

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Todos los anteriores decrementos, tienen apenas una probabilidad del 5% de suceder, según el modelo ajustado, por lo tanto, son estadísticamente muy poco probables”. ¿A qué puede deberse ese decremento? ¿Por qué hubo menos muertes atribuidas al cáncer en 2020?

El intensivista José Gonzalo Batres Baires tiene una posible explicación: “En mi experiencia hospitalaria durante todo 2020 en Alemania, el paciente con cáncer tampoco manifestó fluctuaciones importantes de mortalidad. La situación individual a la que se enfrenta el paciente oncológico nos ayuda a entender esto. Todo paciente que previo a la pandemia poseía un diagnóstico con cáncer, habrá tenido un plan de manejo concreto. Estos planes responden a objetivos terapéuticos específicos: curativos o paliativos. El paciente que durante la cuarentena perdió fechas importantes de radioterapia o quimioterapia no significa que muera inmediatamente, sino que las probabilidades de curarse o sobrevivir se disminuyen. Lo mismo sucede con el paciente que debe ser operado”.

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El intensivista explica que el paciente con cáncer suele morir también a consecuencia de complicaciones y “es probable que el llenado de hojas de defunción sea desacertado”. Batres Baires considera que durante la pandemia muchos entraron en pánico y prefirieron quedarse en casa, lo que ocurrió también con los pacientes con cáncer en estado paliativo. “Muchos prefirieron morir en casa, la inscripción de estas muertes no es tan exacta. En la primera ola, nosotros tuvimos dos pacientes paliativos con COVID-19, el primer caso estaba en estado terminal y decidió no recibir ninguna terapia específica contra SARS-CoV-2. En el momento que falleció y sin haber tenido sintomatología respiratoria tras una estancia hospitalaria muy corta, la decisión interdisciplinaria fue inscribir la causa principal de muerte como cáncer y COVID-19 fue un diagnóstico secundario. Una decisión que en lo personal sigo considerando acertada. Esto no significa que el paciente no fue reportado como COVID-19, pero su muerte se debió claramente al tumor”.

El segundo paciente con cáncer terminal,  que solo recibía tratamiento paliativo, decidió recibir toda la terapia, incluso ventilación mecánica, recuerda Batres Baires. Esa paciente logró salir del hospital con un estado de salud aceptable.

El intensivista subraya que la realidad de cada paciente con cáncer es individual y que el lugar del cuerpo donde está el tumor  tiene un papel relevante.

Batres Baires concluye: “El reporte de muertes causadas por el virus SARS-CoV-2 puede ser enmascarado de muchas formas. Podemos ilustrar esto con el caso de un paciente COVID-19 que desarrolla sepsis, un ejemplo de inscripción de muerte puede ser “falla renal aguda” y esto no significa que está mintiendo, pero está ocultando información valiosa. Ocultar información relevante para la salud pública es un acto extremadamente delicado, y este podría ser el caso del Hospital El Salvador dada la reserva de los registros que han decretado por ley”.