Omar lloró cuando se quedó ciego, ahora es un ejemplo de superación

Omar Contreras quedó ciego a los 14 años por una complicación médica.

Por María Navidad

2019-03-13 8:15:39

A los 17 años, Omar Alejandro Contreras Caballero escribió el relato “La experiencia de Omar” para que otras personas con discapacidad visual, como él, pudieran conocer los retos que ha vencido desde que está ciego y hasta dónde su esfuerzo le ha permitido llegar.

Con su relato resultó ganador del primer lugar en el concurso latinoamericano realizado por la Regional del Consejo Internacional para la Educación de Personas con Discapacidad Visual (ICEVI).

Actualmente, Omar estudia primer ciclo de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Modular Abierta de Santa Ana. Su madre se inscribió junto a él para ayudarlo en sus clases y todo lo que necesite durante la carrera.

En el año 2000, cuando el joven tenia dos meses de edad fue diagnosticado con hidrocefalia severa y tuvo que ser operado de emergencia.

“Era una bomba de tiempo y había que operarlo inmediatamente porque entre más tiempo pasara más daño le podía provocar. En ese momento él no tenia ningún daño, tuvimos que tomar una decisión rápida y ese mismo día en la tarde lo estaban operando”, comentó Karen Caballero, madre de Omar.

DATOS Y CIFRAS

77,358

Población con discapacidad visual en El Salvador, según El Consejo Nacional de Atención Integral a la Persona con Discapacidad Visual.

En la intervención quirúrgica le colocaron una válvula en el cerebro, debido a una obstrucción en el acueducto de Silvio, también conocido como mesencéfalo o acueducto cerebral, que es por donde transita el líquido cefalorraquídeo, es decir una región comunicante del cerebro.

Esa cirugía fue de alto riesgo y duró aproximadamente 5 horas.

Durante los siguientes años de su vida, Omar se desarrolló como un niño de su edad, la cirugía fue todo un éxito y no ocasionó ningún daño en su crecimiento.

“Gracias a Dios pude llevar una vida normal, aunque no pude alcanzar mi sueño de entrar a un equipo de fútbol, porque mi mamá tenía miedo de que me lastimaran o se dañará la válvula con un pelotazo o un golpe. A pesar de todo, fui un niño feliz”, expresó Omar, quien es aficionado al fútbol, y gran hincha del Club Deportivo FAS. Desde su infancia le ha gustado ir al estadio para apoyar a su equipo, y su sueño siempre fue ser jugador de fútbol, por eso en el colegio siempre participó en las actividades deportivas.

Omar empezó sus estudios en un reconocido colegio de Santa Ana, en donde destacó por sus buenas calificaciones y la facilidad con la que hacía amistad con sus compañeros.

Todo transcurrió con normalidad por varios años hasta que a inicio del 2014, cuando recién había iniciado octavo grado, Omar empezó a sentir dolores de cabeza y mareos. Para eliminar la posibilidad de problemas visuales la madre lo llevó al oftalmólogo, los resultados fueron negativos.

Sin una explicación médica del deterioro en la salud del joven, Omar y su familia asumieron que las dolencias estaban asociadas a una broma de mal gusto, lo cual le causó estrés y el desequilibrio en la salud.

Karen se convirtió en los ojos de su hijo. Desde que Omar se quedó ciego, su madre lo acompaña a todas sus clases. Foto EDH/ Jorge Reyes

Sin embargo, lo que ocurría era que la válvula que tenía en su cabeza empezó a fallar y acumular líquidos. Los médicos del Hospital de Niños Benjamín Bloom evaluaron su caso y decidieron programar otra cirugía, pero debían esperar las condiciones adecuadas para hacerlo, ante le riesgo que implicaba el procedimiento.

El 22 de junio de 2014, fecha en que cumplió 14 años, Omar se encontraba ansioso por celebrar con sus compañeros, quienes le tenían preparada una fiesta sorpresa; pero la celebración nunca se realizó porque fue hospitalizado ese día y sometido por segunda vez a una cirugía de emergencia para cambiarle la válvula de su cabeza.

La operación fue de alto riesgo porque el aparato se encontraba situado entre los dos hemisferios del cerebro. “En el transcurso del día sólo presentó síntomas comunes de un proceso pos operatorio; en la noche los malestares se volvieron intensos. Empecé a preguntarle cómo se sentía y él sólo me respondía ‘no sé’. Me asusté y empece a llamar a los doctores hasta que llegaron a revisarlo de nuevo y le realizaron un segundo TAC”, narró la madre de Omar.

El examen computarizado (TAC) mostró una hemorragia cerebral ocasionada al retirar la válvula, varios de sus vasos sanguíneos se rompieron.

Al siguiente día fue llevado otra vez de emergencia al quirófano para colocarle una válvula externa que ayudara a drenar la sangre. Pero los dos aparatos no fueron suficientes y dos días después volvieron a cambiarle la válvula, la cual finalmente funcionó.

La hemorragia cerebral que sufrió dañó el nervio óptico, ocasionando pérdida total de la vista según el diagnóstico médico, explicó la madre.

“Después que salí del hospital, pasé muy deprimido y pasaba llorando mucho, porque mi vida cambió radicalmente. Me costó hacerme la idea de que había perdido la vista y que no iba a poder jugar ni ver partidos de fútbol”, dijo Omar.

A pesar de su nueva condición y que los médicos le dijeron que debía guardar reposo, el joven se puso de pie y se aferró a la idea de seguir estudiando y aprender cómo vivir como ciego.

Omar fue remitido al Centro de Rehabilitación para Ciegos “Eugenia de Dueñas”, en San Salvador, para recibir clases de estimulación visual, aprender la escritura braille y cómo hacer uso del bastón.

En El Salvador sólo existe un centro de rehabilitación capacitado para dar tratamiento a personas con discapacidad visual, el cual debe atender a diario pacientes de todos el país. Según una encuesta nacional, realizada en 2016, por el Consejo Nacional de Atención Integral a la Persona con Discapacidad (CONAIPD), en el país hay 77 mil 358 personas con discapacidad visual.

Contreras aprendió a utilizar la computadora a través del programa de computación JAWS, diseñado para personas con discapacidades visuales. Foto EDH/ Jorge Reyes

Para Omar fue un reto viajar desde Santa Ana la capital para ir al centro de rehabilitación, por lo menos una vez a la semana. “Para mí era muy difícil llegar al centro de rehabilitación porque tenía que madrugar, nos quedaba muy lejos y había mucho tráfico para llegar. Era muy cansado pero no tenía otra opción porque es el único lugar que tiene profesionales y medios para rehabilitar a personas con discapacidad visual”, explicó Omar.

Con la ayuda de su familia, principalmente el apoyo de su madre, el joven asistió con perseverancia a todas las clases. Tres meses después de quedar ciego, regresó al Colegio San Luis para pedirle al rector que le diera la oportunidad de seguir estudiando.

El rector, Severiano Quevedo, admirado por la valentía de estudiante, decidió ayudarlo, promedió sus notas de octavo grado y fue aceptado para iniciar el noveno grado. Durante los primeros tres meses asistió de oyente, mientras se recuperaba de salud y lograba adaptarse.

Sus maestros decidieron realizarle las evaluaciones académicas de manera oral y en el caso de matemática optaron por sólo tomar en cuenta la parte teórica. Con la ayuda de su mamá, Omar reforzaba sus clases en casa y estudiaba para sus exámenes.

Al principio se le dificultaba estudiar, pero con ayuda del programa de computación JAWS, especial para ciegos aprendió a utilizar la computadora de forma independiente.

Así culminó noveno grado y se sentía muy contento de poder iniciar el primer año de bachillerato.

A inicios del 2016, en el colegio cambiaron al director y el nuevo rector decidió no aceptar a Omar, por considerar que no era apto para las exigencias académicas del colegio.

Para la madre de Omar fue un momento difícil, pues ella no sabía como decirle a su hijo que lo habían rechazado y temía que la desilusión le provocara algún problema de salud.

La madre decidió buscar ayuda en otras instancias y en el Programa de Educación Inclusiva del Ministerio de Educación le recomendaron que Omar estudiará el bachillerato de forma virtual.

El bachillerato virtual es un programa sólo para personas mayores que por diferentes motivos no terminaron sus estudios. Por la discapacidad de Omar hubo la excepción para que realizara su primer año de bachillerato de forma virtual.

Para el segundo año, decidió buscar un nuevo Centro Educativo, hasta encontrar el Colegio Dominico Santo Tomás de Aquino, quienes desde un primer momento tomaron a bien la idea de que él terminara su bachillerato en la institución.

En 2017, Omar logró estudiar su bachillerato, pero debía prepararse para un gran reto: aprobar la evaluación PAES para graduarse.

El colegio le asignó una tutora capaz de leer de manera comprensiva cada uno de los literales de la prueba y explicar en el caso de matemáticas los procesos de álgebra.

Omar realizó el examen como todos los jóvenes salvadoreños que año con año se someten a la prueba, el promedio global de nota PAES del año 2017 fue de 5.36 según datos del Ministerio de Educación; Omar obtuvo un promedio de 8.32, nota por encima del promedio nacional.

En el Centro Educativo fue premiado con el cuarto lugar por su nota obtenida en la PAES.

“Ahora me siento muy orgulloso de lo que he logrado, pero al mismo tiempo, me siento comprometido a hacer algo para ayudar a otras personas que pudieran estar pasando por una situación similar o peor a la que yo pasé”, expresó el joven.

Omar Contreras ha demostrado la lucha por superarse y vencer todas las barreras de la exclusión escolar; él sueña con ser psicólogo para poder motivar a otras personas con discapacidades continuar adelante y luchar por una oportunidad para seguir estudiando.

Los maestros del Colegio Dominico Santo Tomás de Aquino se sienten orgullosos de los logros académicos de Omar. Foto EDH/ Jorge Reyes