OPINIÓN: El subsidio de los $300: Otro método posible…

El investigador educativo propone usar como base el censo escolar, y distribuir los $300 a través de aquellas familias que tuvieran matriculados a sus hijos en los Centros Escolares.

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Oscar Picardo, de la UFG dijo que en el plano electoral, los encuestados dijeron que votarán por rostro. Foto EDH / Yessica Hompanera

Por Óscar Picardo

2020-03-30 3:03:08

Sé que es tarde…, pero vale la pena proponer ideas para generar un sano debate sobre el diseño de políticas públicas y sobre la imperiosa necesidad de diálogo entre la academia, el gobierno y el sector productivo del país. Cuando el Gobierno dispuso la medida para entregar el subsidio por la crisis del COVID-19 de US$ 300 para ayudar al 75 % de la población, considerando como criterio a los hogares que consumen menos de 250 kilovatios de energía eléctrica mensualmente, muchos pensamos que la idea era necesaria, pero el método de entrega no era el adecuado. En efecto, mucha gente vive en casas alquiladas, otros en mesones, algunos se conectan ilegalmente y hasta habrá quienes no tienen servicio de energía eléctrica en las áreas rurales y urbanas marginales.

Como educador, pienso que una buena propuesta hubiese sido tomar como base el censo escolar, y distribuir los US$300 a través de aquellas familias que tuvieran matriculados a sus hijos en los Centros Escolares e Institutos Nacionales; en efecto, la población que utiliza los servicios públicos educativos es la más necesitada; y el censo educativo –aunque sea 2019- siempre es un dato válido y actualizado.

Ahora bien, del total de la matrícula escolar preliminar 1,145,580 niños (a propósito, perdimos del año pasado a éste 233,898 estudiantes!!!) aproximadamente unos 880,000 estudiantes son del sector público y, de según los datos de la DIGESTIC, cada familia tiene al menos 2 hijos. Esto significa que se podría entregar subsidio a 440,00 familias; dato que al multiplicarlo por US$ 300 asciende a US$ 132 millones, generando un significativo ahorro de US$ 318 millones, de los US$ 450 millones programados. Con este ahorro se pueden crear subsidios específicos para personas de la tercera edad, enfermos crónicos, personas con discapacidad y personas con necesidades especiales, a través de otros método o sistemas (CONNA, FUSATE, MISAL, etc.)

Cuando propuse esta idea en Twitter a la mayoría de personas les pareció buena la idea, mientras que otras la cuestionaron argumentando que no todos tienen hijos y que algunas familias tienen hijos becados en colegios. Mi respuesta fue: Son la excepción, si no tiene hijos posiblemente necesiten menos que los que sí los tienen, y los becados pueden presentar una carta de beca.

Por otro lado, ante consultas y demandas de ayuda, la red de escuelas es mucho mayor que las oficinas del CENADE, de tal modo que se atomiza más la aglomeración de gente y evitamos el caos que está sucediendo ahora, y así logramos el imprescindible distanciamiento social.

Lo más importante de esta idea, superando el ahorro y la eficacia, es la “valorización social de la educación”; mucha gente se podría dar cuenta lo importante que es tener a sus hijos matriculados en la escuela y así evitar el drama del ausentismo y la deserción escolar.

Es tarde para reparar, la suerte está echada, no obstante, es una nueva oportunidad para que el Gobierno reflexione sobre la necesidad de acercarse a la academia para dialogar y discutir soluciones, incluso compartir responsabilidades de las decisiones que tome. Hay un adagio popular que reza: Dos cabezas piensan mejor que una…

Por último, aprovechando la alusión que hizo el Presidente en la última cadena nacional a mi artículo sobre el “Modelo SIR” versus la “progresión Matemática”, le aclaro que yo no soy “profesor de estadística” ni de matemática; estudié filosofía y educación y, me apasiona la matemática, ya que en este campo estudiamos a Leucipo, Demócrito, Pitágoras, Euclides, Newton, Descartes, Euler y Leibniz; soy educador y aprendiz de filósofo, lo que me permite encontrarme seguido con el “sentido común” y también equivocarme con decencia… Aunque sí vale la pena anotar que soy orgullosamente “Adjunt Faculty Member” del “Simon A. Levin Mathematical, Computational and Modeling Sciences Center” de Arizona State University (ASU) y, en la Universidad Francisco Gavidia trabajo con las estadísticas de las encuestas del Centro de Estudios Ciudadanos (CEC); y si mal no recuerdo, fui profesor de humanidades de Usted Presidente y de tres de sus funcionarios en la Escuela Panamericana los 90.

Picardo es investigador educativo y doctor en Filosofía.