Las 450 mujeres y niñas violadas en la guerra aún claman justicia

Investigadora Paula Cuéllar dice que hubo agentes del Estado y guerrilleros que violaron mujeres y niñas, pero eso no fue tomado por la Comisión de la Verdad como lo que es: un crimen.

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Hermanas pertenecientes al espectáculo de servicio de Maryknoll, 21 de octubre de 2000, fotos de las cuatro monjas estadounidenses de la orden de Maryknoll que fueron asesinadas hace 20 años por miembros de la Guardia Nacional. FOTO AFP / Edgar ROMERO. Hermanas pertenecientes a la orden Maryknoll sostienen las fotos de las víctimas durante una misa en honor a ellas el 21 de octubre de 2000. Foto/ AFP

Por Mirella Cáceres

2021-11-25 6:04:13

Para la Comisión de la Verdad, creada para investigar mayores crímenes durante la guerra en El Salvador, obvió en su informe final, las denuncias de mujeres y niñas violadas argumentando que este era “un asunto relativamente menor".

Así lo resumió Paula Cuéllar al presentar los hallazgos sobre el tema y que son parte de su tesis doctoral que está por presentar a la universidad de Minnesota, de Estados Unidos.

El ejemplo más puntual que respalda esa aseveración, en voz de Cuéllar, es el caso de cuatro religiosas que fueron secuestradas, violadas y asesinadas por paramilitares el 2 de diciembre de 1980.

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Cuatro guardias fueron procesados por ese hecho, quienes dijeron que actuaron por órdenes superiores y tres de ellos salieron libres.

Pero el aspecto de que las misioneras fueron violadas no fue considerado por la Comisión de la Verdad creada luego de la guerra para que investigara y documentara seis tipos de crímenes: ejecuciones, desapariciones forzadas, tortura, violencia sexual, otros hechos graves de violencia y secuestro como extorsión.

Para Cuéllar, que ayer presentó estos apuntes de su tesis doctoral en un conversatorio organizado por Fespad al que llamaron “Las mujeres alzan la voz, relatos femeninos de una revolución”, la Comisión registró 25,000 denuncias de delitos, de las cuales 450 eran violaciones sexuales durante la guerra, pero representar solo un 2.2% del universo no fueron incluidas en el informe.

Para la académica, la Comisión “desperdició una oportunidad muy preciada” al no abordar ni publicar el tema de las violaciones sexuales de niñas por parte de agentes de las fuerzas de seguridad del Estado como por miembros de la guerrilla del FMLN, como lo que son: un crimen.

Por ejemplo, dice, los comisionados abordaron la parte de la violación de las misioneras “de pasadita”, “como algo accesorio y no como un crimen”.

“Una de las cosas más preocupantes al haber dicho la comisión que investigó el delito de violación sexual y que no había sido un asunto relevante se produce un cierre del debate a futuro”, lamentó

La académica dijo que para su tesis doctoral hizo 125 entrevistas a distintos actores, entre ellos miembros de la Comisión de la Verdad, y mujeres víctimas, parte de ellas no habían relatado su dura experiencia más allá del seno familiar.

FMLN no fue “los chicos buenos”

Cuéllar también señaló que por el hecho de que al FMLN solo le atribuyeron el 3.3 % de los crímenes en el informe de la Comisión, “nos hace imaginar que son los chicos buenos, que la guerrilla es bastante limpia”, pero esto se cae cuando ni ellos ni militares quisieron incluir el delito de violaciones sexuales de mujeres y niñas en el informe e influir en la comisión.

Las víctimas de los perpetradores del Estado fueron mujeres y niñas de la población civil, pero en el caso de la guerrilla fueron mujeres y niñas de sus propias filas, señala Cuéllar.

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Entre esos casos cuenta el de una guerrillera que fue violada por militares y guerrilleros y que a esta fecha no se explica cómo sus compañeros le hicieron eso, por lo que “lo considera como traición”.

Según Cuéllar, militares entrevistados han dicho que violar a una guerrillera “era lo menos” que le podían hacer, que era parte de la tortura y que de eso se podían recuperar, pero los efectos emocionales los siguen sufriendo estas víctimas.

La investigación también ha dejado al descubierto que las mujeres que se unían a la guerrilla eran vulnerables a ser abusadas y sometidas a roles tradicionales como servir en la cocina.