Michael Paarlberg: “El gobierno de Bukele podría convertirse en un régimen de partido único”

Para Paarlberg, doctor en Ciencia Política, es evidente que Nuevas Ideas no tiene mayor autonomía y es simplemente un “vehículo vacío” para promover los intereses de Bukele.

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Para el académico estadounidense Michael Paarlberg, el estilo de Bukele es demagógico, conspirativo y que roza con un culto a la personalidad. Foto EDH / AFP

Por Ricardo Avelar

2021-09-28 5:45:24

El académico Michael Paarlberg no ofrece un diagnóstico alentador para El Salvador. A su juicio, los abusos de poder de Nayib Bukele se están profundizando y podrían consolidarse con los cambios propuestos a la Constitución.

Además, dice que el mandatario salvadoreño emula a otros personajes autoritarios del mundo, como el cuestionado presidente húngaro o el mismo Donald Trump. A estos los une un espíritu conspirativo y un rechazo a la comunidad internacional cuando esta expone sus excesos en el poder.

De esto y más conversó recientemente con El Diario de Hoy. Esto es lo que nos dijo:

Usted ha dicho que el gobierno de Nayib Bukele transita a ser régimen de partido único. ¿Por qué?
Los expertos en ciencia política tienen varias formas de tipificar a los diferentes regímenes. El gobierno de Nayib Bukele es, en este momento, un régimen personalista, pero que puede moverse hacia uno de partido único. Ya podemos ver cómo Nuevas Ideas controla todas los órganos del Estado y la mayoría de las municipalidades. Sin embargo, la autoridad claramente yace en el presidente Bukele y como institución, Nuevas Ideas no tiene independencia en torno a él.

Michael Paarlberg Foto Cortesía

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¿El gobierno refleja el estilo del presidente y su personalidad?
El estilo de gobierno de Bukele es demagógico, conspirativo, apartado de las instituciones y apela directamente a la gente, con un cuasi culto a la personalidad. Todo eso se alinea con las características clásicas de un líder autoritario.

Está pendiente de verse si NI puede convertirse en algo más que un vehículo vacío para Bukele. Y aun si lo hace, podría ser más resiliente, pero no necesariamente menos autoritario.

¿En qué sentido?
Los sistemas de partido único tienden a durar mucho, como el PRI de México que gobernó por 71 años. Por otro lado, los regímenes personalistas duran lo que dura el líder. Estos son más susceptibles a terminar con una revuelta o golpe, y menos propensos a producir una democracia estable después.

Creo que la remoción de los magistrados de la Sala de lo Constitucional, los jueces y el desmantelamiento de investigaciones de corrupción, así como la Ley Bitcoin, sirven a sus propios intereses más que los de sus aliados partidarios, pero eso vuelve mucho más frágil su autoridad.

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¿Considera que El Salvador ha cruzado un punto de no retorno en el camino autoritario?
Las propuestas de reformas a la Constitución son señales de una profundización del autoritarismo. Esto no se debe a las reformas per sé, sino a la voluntad de cambiar la Constitución para consolidar el debilitamiento de los frenos y contrapesos y la separación de poderes. Este es el momento en que el autoritarismo coyuntural se institucionaliza. Esto lo hemos visto suceder en muchos países de la región.

En ocasiones, parece que Bukele copia la retórica de otros líderes autoritarios, como su uso de la palabra “globalista”, algo que hacía Donald Trump. ¿Qué opina de esto?
Hay una retórica compartida entre muchos líderes autoritarios de la actualidad, como Donald Trump (Estados Unidos), Jair Bolsonaro (Brasil), Victor Orban (Hungría), y otros. Su uso peyorativo de la palabra “globalistas” nos muestra algunas cosas:

Un sentimiento compartido de nacionalismo herido, un rechazo a la cooperación internacional y una mentalidad conspirativa.

¿Por qué cree que lo hacen?
En todos estos casos, esa invocación peyorativa del “globalismo” usualmente acompaña teorías de conspiración que involucran a George Soros, quien ha sido el centro de historietas antiélites por algún tiempo. Para los estudiantes de historia, estas han sido metáforas antisemitas clásicas. Ahora bien, no digo que todos los que usan ese término son antisemitas, sino que quienes culpan a actores externos de sus problemas domésticos se montan sobre un legado largo y peligroso.

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¿Qué opina de las apelaciones a la soberanía cuando los abusos se ven confrontados?
La apelación a la soberanía es poderosa y resuena con votantes en muchísimos países, particularmente los que han sufrido de intervenciones extranjeras como El Salvador. Además puede crear convenientes chivos expiatorios a los problemas que los mismos gobiernos causan.

Ahora bien, los líderes que apelan a la soberanía realmente no quieren distanciarse de los sistemas globales. No quieren, por ejemplo, salir del Tratado de Libre Comercio (CAFTA), dejar de recibir asistencia militar o renunciar a los préstamos del Fondo Monetario Internacional.

¿Puede hacer algo más la comunidad internacional para detener la debacle democrática?
No creo que haya un consenso en la comunidad internacional sobre qué constituye abusos de poder y cómo confrontarlo. Pero hay temores de que los abusos de poder pueden llegar a desestabilizar al punto de provocar movimientos masivos de personas, de dinero o motivar actividades ilícitas, lo que puede afectar a otros países.

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Mientras los países y actores internacionales crean que está en sus intereses confrontar estos abusos, hay varias políticas que pueden utilizar, en su mayoría económicas y financieras.

¿Como cuáles?
Yo sugerí algunas respuestas en un artículo que escribí con el Dr. Ricardo Valencia para la revista Foreign Policy: investigaciones criminales, sanciones personales, remoción de visas y reevaluar tratados comerciales, entre otras.

¿Qué puede pasar si nadie hace nada?
Hemos visto numerosos ejemplos en las Américas, incluyendo Estados Unidos, de líderes que atacan a la prensa y a sus críticos. Las consecuencias que esto trae a la democracia son predeciblemente negativas.

Hay menos transparencia, más corrupción y un debilitamiento de la sociedad civil en general. Y cuando la gente no confía en las instituciones, el Estado de derecho se termina de erosionar. Esto puede llevar a rompimientos democráticos o sociales que traerán consecuencias a otros países.