Mejorar la salud mental en las “zonas rojas” es un reto de Médicos Sin Fronteras

Estrés, ansiedad y depresión son algunas de las consecuencias de vivir en una comunidad donde la violencia es cotidiana.

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Foto EDH

Por El Diario de Hoy

2019-03-07 10:09:07

Las situación de violencia social que estremece a muchos, para quienes viven en las comunidades con alto índice delincuencial es una escena cotidiana que les desencadenan patrones de conducta y les afinan el instinto de supervivencia; pero también les hacen vivir con un alto grado de estrés.

“Las situaciones de violencia social están repercutiendo en la salud mental de las personas, creando altos niveles de estrés y preocupación, problemas de sueño, sentimientos de tristeza y depresión, ansiedad, etc… En ciertos casos requieren ayuda profesional para superarlo y estamos trabajando en brindarla”, expresó dijo Marcos Moyano, gestor de Salud Mental de Médicos Sin Fronteras.

Moyano explicó que la relación de la violencia social con la salud de las personas genera diferentes manifestaciones en el cuerpo.

“Lo que vemos es que la que gente que ha pasado por múltiples eventos ya sea traumáticos o de estrés, presenta una combinación de síntomas de ansiedad, de depresión postrauma y psicosomatizaciones, es decir cuando el cuerpo expresa una dolencia física pero que no tiene un origen médico; es la mente expresándose a través del cuerpo”, expuso.

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Cuando esa situación no es tratada adecuadamente, se crean otras circunstancias como: problemas interpersonales, problemas familiares, violencia intrafamiliar y violencia entre niños, detalló Mario León, psicólogo de Médicos Sin Fronteras.

En las jornadas médicas de la organización internacional se brindan servicios de atención psicológica, además de capacitar a personal del Ministerio de Salud.

“Nosotros no vamos a cambiar, quizás, el contexto, pero sí podemos ayudar a mejorar su salud mental”, comentó Marcos Moyano.

Según datos del Ministerio de Salud, la tasa nacional de depresión es de 102 casos por 100,000 habitantes; y las tasas más altas registradas son en los departamentos de Santa Ana, San Salvador y San Miguel.

Pero cuando hay situaciones de violencia, de catástrofe natural, cuando el tejido comunitario se va rompiendo, “estos porcentajes incrementan, llegando los más severos a un 13% y los leves y moderados a un 16 %… Si en una comunidad hay mil personas, cerca de 200 requerirían algún tipo de apoyo de distintos niveles”, indicó Moyano.

Según el médico, es difícil el acceso a la salud mental en El Salvador, porque hay poco personal profesional que cubra la demanda.