Este testimonio forma parte del especial "Mujeres periodistas que no callarán", en el que El Diario de Hoy recoge los testimonios de mujeres que explican cómo han sido víctimas de acoso, violencia y amenazas hasta de violación por publicar información que incomoda al gobierno de Nayib Bukele.
El antes y después de los ataques que ha sufrido la editora de la revista Alharaca, Mariana Belloso, han sido marcados después de que el presidente de la República, Nayib Bukele retomó uno de sus tuits.
En una conferencia de prensa Bukele destacó que gracias al Plan Control Territorial la gente ya no tiene que pagar la llamada “renta” a los pandilleros cuando la expuso.
“Yo puse un tuit de eso y que lo escucharan en la Radio Nacional y me fui para mi casa y después de eso, cuentas afines al gobierno me comenzaron a poner que no fuera ‘chambrosa’, que el presidente no había dicho eso, que el presidente lo que había dicho era que en los municipios del Plan Control Territorial la gente no pagaba la renta…”, recuerda Belloso.
A partir de ese día los acosos, ataques, amenazas y otros calificativos en las redes sociales llegaron a diario, ya que Bukele a media noche puso en su cuenta de Twitter la misma crítica argumentando que Belloso estaba “diciendo una verdad a medias”.
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El ser vilipendiada por publicar reportajes que no son del agrado de los gobiernos de turno, a pesar de cotejar las fuentes y verificar los datos no es nuevo en la carrera de Belloso, pero existe una gran diferencia: ahora la carga de mensajes peyorativos y ataques tienen otras connotaciones, más vinculados con el físico de la persona ofendida, con la apariencia o de índole sexual, refiere.
Para muestra un botón: “después del incidente con el presidente (Bukele) había cuentas que me ponían fotos de pandilleros y me decían ‘cuando un angelito de estos te viole a ver si los seguís defendiendo’ o ‘tenga cuidado cuando ande en la calle’”, con la intención de que la reconocieran en la calle, recuerda Belloso.
Entre las amenazas hay un común denominador y es que los mensajes eran muy similares, pues Belloso revela que usan los mismos apodos, la misma narrativa, es como si alguien los guiara o les ordenara cómo hacer el ataque.
Es tan grave el nivel de intolerancia que Belloso dice que “podía poner una foto de una flor y ya por eso me llegaban a insultar, es un acoso constante que no tiene nada que ver con el contenido que compartís”.