Manuel teme perder su segundo negocio debido a la extorsión

Hace cinco años, este emprendedor tenía dos negocios, pero por pagar a pandilleros las extorsiones tuvo que cerrar el que le daba más ganancias.

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Desde el 26 de marzo, El Salvador está bajo un régimen de excepción que suspende por 30 días cuatro derechos fundamentales garantizados por la Constitución. Foto EDH/Archivo

Por David Marroquín

2021-08-07 10:30:51

Manuel es un pequeño comerciante capitalino que está en una encrucijada: no sabe si continuar con su negocio o cerrarlo porque ya no puede pagar las extorsiones que le exige la pandilla 18, del grupo que se autodenomina revolucionarios. Está desesperado y preocupado porque puede perder su único negocio, en el centro de San Salvador, con el que sostiene a su familia.

“Ellos (pandilleros) en grandes carros y uno reventándose por querer salir adelante, para que ellos solo lleguen a cobrar la ‘renta’ de la nada”, se quejó Manuel.

Hace cinco años, Manuel era dueño de dos pequeños negocios en la zona céntrica de San Salvador, pero las extorsiones que le exigían las pandillas llevaron a la quiebra su negocio que más ganancias le daba.
Relata que un colaborador de las pandillas llegaba cada mes a traer $350, la cantidad exigida por esos grupos criminales, a cambio de que lo dejaran trabajar tranquilo.

Tras el cierre de su principal fuente de ingreso, Manuel siguió con su segundo negocio, pero siempre debía seguir pagándole las extorsiones a la mara 18.

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A este negocio llega un adolescente (casi un niño) a traer los $200 que tiene que entregarle a la pandilla que controla el sector donde se encuentra situado su negocio.

“Han llegado cipotes a cobrarme y cuando me agarran el dinero tiemblan de miedo, pobrecitos, dan lástima, y uno con cólera porque ellos (cabecillas de pandillas) no van a cobrar la renta”, comparó.

Manuel, el comerciante afectado, se pregunta cómo es que habiendo cámaras de seguridad en el centro, no actúan contra los extorsionistas. Foto EDH / Archivo

Pero no solo son los $200 mensuales los que salen de la bolsa de este emprendedor para el referido grupo criminal, sino que también les tiene que dar cuando a los cabecillas pandilleros de la zona se les antoja pedir más dinero.

“A mediados de la semana me pueden decir: nos tenés que dar cincuenta dólares, y hay que dárselos. Entonces uno les pregunta: ¿y esto es renta o qué? ‘No, es ayuda’, dicen ellos. Cómo va ser ayuda si le exigen a uno que les esté dando, eso no es ayuda”, expresa Manuel con desconsuelo.

A pesar de que él les cumple a los pandilleros porque no quiere que le hagan algo malo, a él y a su familia, él dice sentirse acorralado porque ya no puede seguir costeando su negocio con todos los gastos propios como pago de los servicios básicos, pago de empleados, impuestos entre otros.

A eso hay que sumarle que las ventas han bajado de manera considerable. “Ellos tienen más control de uno que la misma policía. De usted saben dónde vive, quién es usted, cuántos familiares tiene, todo, todo lo de su vida. Hasta fotos de uno y de la gente de los alrededores tienen”, revela Manuel.

Pero lo que más le preocupa a este comerciante es que los pandilleros vayan a tratar de usurpar lo que tanto le ha costado levantar, “lo último que me ha quedado, ellos ya quieren meterse, eso ya no va”, dice.

Con el encierro obligatorio a raíz de la pandemia del COVID-19, Manuel tuvo un alivio de que ya no llegaban a cobrarle la renta, pero tampoco tuvo ni un tan solo ingreso sino pérdidas y ahora que comenzaba a levantarse de nuevo, volvieron los extorsionistas a afectarlo.

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Lo que más lamenta Manuel es que no ha tenido ningún respaldo del gobierno como algún préstamo con bajos intereses para poder resurgir con su negocio.

Tampoco ve que las autoridades policiales hagan algo por mejorar la seguridad pública en la zona céntrica de San Salvador. “Hay cámaras por esa zona y no entiendo por qué no actúan. Si ya se sabe quién es y quién no es. A todas las ferreterías les llegan a cobrar y todos los vendedores ambulantes que andan por ahí son familiares de ellos y hasta a ellos los mandan (a cobrar la renta)”, dijo.

Su desesperación es tal que por momentos dice tener la intención de comprarse una arma de fuego para poder defender a su familia y ya no seguir manteniendo a esos grupos delictivos. Pero la desventaja que ve Manuel si mata a algún pandillero es que a él sí lo va a acusar la Policía y la Fiscalía, incluso condenarlo, sin importar que haya actuado en legítima defensa, con lo que dejaría desprotegida a su familia.

“No es que uno les tenga miedo, el problema es que el sistema aquí, si un baboso de esos entra y uno lo mata, uno va preso y quién lo apoya a uno, nadie, y ellos galán, pero cuando ellos lo matan a uno, nadie por uno”, dijo el desconcertado comerciante.

La desconfianza que tiene en las instituciones estatales es el único impedimento por la que no se atreve a denunciar a los pandilleros que lo tienen hasta el cuello con las extorsiones. “Los deseos están en mi de ir a denunciarlos a la Fiscalía o Policía, pero yo no siento confianza. Es que hay un montón de gente infiltrada”, asegura.

La única manera para que él esté dispuesto a denunciar, cara a cara a los pandilleros que le han acabado con su tranquilidad, es que a cambio logre asilo para él y su familia en algún país donde estén a salvo.

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