El rumbo de la familia Salazar Escalante dio un giro inesperado el lunes 22 de febrero de 2016, cuando el segundo hijo de María y Jaime no volvió a su casa, y desde entonces sus parientes no han perdido la esperanza de encontrar aunque sea sus restos.
Es día, Cristian Esaú Salazar Escalante, de 20 años, salió hacia el centro de Atiquizaya con dos propósitos, primero ver a su novia y después ir al dentista, debido a que en tres días tenía previsto viajar a Estados Unidos de forma irregular, tras recibir una amenaza.
El joven se reunió con su novia y su hermana en el parque de Atiquizaya, después de compartir un momento con ellas, las dos jóvenes se marcharon a sus casas, y él se quedó ahí mientras esperaba la hora para irse a la clínica odontológica, desde entonces se desconoce su paradero.
A las 5 de la tarde de ese 22 febrero, sus familiares llamaron a Cristian pues era tarde y no había regresado a casa, sin embargo, su teléfono ya estaba apagado. En ese momento comenzó la preocupación, los parientes llamaron a amigos y conocidos del joven pero nadie daba información de haberlo visto.
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Al día siguiente, la familia buscó la ayuda de la Policía, quienes montaron un operativo de búsqueda en el cantón El Izcaquilío, sin que las autoridades tuvieran un resultado positivo. Por su parte, la familia lo buscó en hospitales y morgues de la zona, sin encontrar ninguna pista que llevara a su paradero.
“Uno quisiera encontrar aunque sea los huesos y enterrarlos donde corresponde” dice con resignación su madre, quien relata que desde esa no ha tenido descanso, pues pasa día y noche pensando que le pudo pasar a su hijo y siempre se pregunta qué fue de él.
Amenazas y migración
Algunos habitantes del caserío comentan que un mes antes de la desaparición, Cristian había sido amenazado por un grupo de “muchachos” de la colonia La Cima, la cual se localiza frente al cantón al otro lado de la carretera. “Les habían dicho que no los querían ver, que no salieran” comenta la fuente.
Según sus familiares, Cristian había realizado el curso de admisión en el Itca pero ante la amenaza ya no pudo continuar, por lo habían tomado la decisión de que migrara hacia Estados Unidos, a pesar de los peligros que implica la ruta.
Cristian ayudaba a su padre en los cultivos de café y en la atención de una venta de materiales de construcción. Un año antes se había graduado de Bachillerato General en el Instituto Nacional Cornelio Azenón Sierra, INCA.
Tras la desaparición de Cristian, sus dos hermanos se vieron obligados a migrar hacia Estados Unidos, ante la inseguridad en la zona. Uno de ellos a penas le faltaba un año para terminar una Ingeniería en Agronomía, sus sueños de ser un profesional quedaron truncados.
Han pasado cinco años desde la desaparición de Cristian y hasta ahora las autoridades no han sido capaces de encontrarlo, por lo que su familia hace un llamado para que el caso no quede en el olvido.
“Cada vez que hemos ido a la Fiscalía nos pasa con un investigador diferente y nos toman datos de nuevo, pero nunca nos dan una respuesta que nos alivie este dolor”, comenta la madre del joven.