Denunciar golpes a la democracia en otros países no es intervencionismo, dice Luis Almagro, secretario de la OEA

El diplomático dijo también que la OEA debe presionar por sanciones financieras a quienes violen la democracia. “Seguirle dando dinero a un gobierno que robó o no respeta la soberanía del pueblo es también como robarle a la gente”, afirmó.

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Luis Almagro, secretario general de la OEA. Foto EDH / AFP

Por Ricardo Avelar

2021-09-09 11:34:07

Uno de los argumentos principales de los presidentes y los gobiernos que socavan el Estado de derecho es denunciar “interferencia” o “injerencia” cuando otros Estados y actores multilaterales les señalan el camino autoritario o los golpes a la democracia.

Lo hicieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador y casi todos los “líderes” autoritarios de los últimos años. Y más recientemente, aquí en El Salvador, es un mensaje que ha externado el presidente Nayib Bukele, ante las olas de condenas por sus conductas antidemocráticas.

Al respecto de ese discurso que denuncia la injerencia, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, señaló este jueves que “los recurrentes violadores (de la democracia y los derechos humanos) señalan el carácter injerencista” cuando se les evidencia.

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Sin embargo, Almagro explicó que según la Carta Democrática Interamericana, “la democracia y la defensa de los derechos humanos no son de jurisdicción interna exclusiva de los Estados”.

En palabras más simples, que un presidente violente la institucionalidad y consienta abusos de los derechos de sus ciudadanos es un problema que involucra a toda la región y que socava la estabilidad de todo el hemisferio.

Por ello, recalcó, “no es válido señalar carácter injerencista” y subrayó que nunca será intervencionismo velar por la democracia en las Américas.

El secretario de la OEA no realizó una condena de las acciones recientes que suprimen la independencia judicial y habilitan la reelección de Bukele y se limitó a decir que "nuestros informes técnicos muestran determinados niveles de alteración del orden constitucional" en El Salvador.

Esto, sin embargo, supone un cambio de las posturas del uruguayo, que hace solo año y medio guardó silencio ante la toma armada de la Asamblea Legislativa, dijo que en el país había una "democracia vibrante" y calificó de "voces histéricas" a quienes condenaron y denunciaron este hecho.

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Esta democracia, dijo, debe tener como mínimo la protección y garantía de los derechos humanos, el respeto al Estado de derecho y la independencia de poderes, un régimen pluralista de partidos políticos, así como elecciones libres y justas.

En El Salvador, en todas esas áreas mencionadas por el diplomático uruguayo ha habido retrocesos en la gestión Bukele. En poco más de dos años de su gobierno, ha habido violaciones a los derechos humanos por parte de sus cuerpos de seguridad, así como golpes a la libertad de expresión y de prensa, por citar algunos casos. Además, el mandatario está consolidando el poder sobre la base de golpes a la independencia judicial y captura de instituciones de control. Ha habido una instrumentalización de las instituciones para hostigar a críticos y opositores, y en las elecciones no hubo condiciones de igualdad para todos los partidos.

Sanciones financieras y no solo diplomáticas

Almagro reconoció un vacío en las acciones de la OEA, puesto que se limitan a ejercer presión diplomática y no tienen más mecanismos para garantizar que las violaciones a derechos humanos cesen y la democracia se restituya.

Ante esto, señaló que valdría la pena explorar sanciones financieras a los Estados que incumplan la Carta Democrática Interamericana, la cual calificó de una referencia política y jurídica para que en todo el hemisferio los gobiernos se ciñan a sus facultades y respeten a aquellos que disienten o critican.

“Los temas financieros deberían estar ligados a las garantías democráticas”, dijo Almagro y concluyó: “Seguirle dando dinero a un pueblo que robó o no respeta la soberanía del pueblo es también como robarle a la gente”.