David Jonathan Corvera, de 25 años, un joven con trastorno mental fue asesinado este sábado a machetazos. Según dijeron los familiares, David había sido amenazado por un vecino debido a que el joven padecía una enfermedad mental y deambulaba por la comunidad. Foto EDH/ Francisco Campos
El país ha logrado establecer una tendencia a la baja en la cifra de asesinatos luego de experimentar un período de alzas en enero pasado, situación generada por una “acción deliberada” de la pandilla Mara Salvatrucha (MS13), según el director de la Policía, Howard Cotto.
El jefe policial señaló en varias ocasiones que en los primeros 20 días de enero se registró el asesinato de miembros disidentes de las pandillas o de colaboradores que habían perdido la confianza, además del recrudecimiento de ataques contra policías y soldados.
Por otra parte, la PNC también registra una baja en los homicidios de mujeres del 31 %, pasando de 103 asesinatos en 2018 a 71 en la actualidad.
Las autoridades atribuyen la mayoría de las muertes violentas, incluidos los homicidios de mujeres, a las pandillas MS13, Barrio 18 y otras minoritarias, que poseen más de 60.000 miembros.
Las tasas de homicidios de entre 103 y 50,3 por cada 100.000 habitantes registradas entre 2015 y 2018 colocan a El Salvador como uno de los países más violentos del mundo, pese a que no se encuentran en guerra.
No obstante, las autoridades militares señalan que el país vive un conflicto armado de “baja intensidad” por los constantes enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y las pandillas.
Estas bandas, un fenómeno considerado como herencia de la guerra civil (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de pandilleros de Estados Unidos, han resistido a los planes de seguridad implementados en las últimas cuatro administraciones.
Según los analistas, las “maras” son uno de los principales problemas que el presidente electo salvadoreño, Nayib Bukele, deberá enfrentar tras tomar el poder el 1 de junio.