La lección de catástrofe del volcán de España para El Salvador

La evidencia de las erupciones volcánicas en el país muestra lo violento que pueden llegar a ser los colosos salvadoreños con respecto al español, situado en la isla La Palma, Canarias, España. En ambos casos hay poblados asentados en las cercanías.

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La erupción del volcán Cumbre Vieja, en La Palma, España, destruyó centenares de casas. Foto: EDH / Archivo

Por Enrique Carranza

2021-10-16 9:30:33

“Nuestros volcanes son más violentos”, así compara Benancio Henríquez, físico y vulcanólogo, a los volcanes de El Salvador con respecto Cumbre Vieja, situado en la isla La Palma, España. El mismo entró en erupción el 19 de septiembre.

El Cumbre Vieja es el volcán más grande de las islas Canarias, y se encuentra rodeado por los municipios Tazacorte, El Paso, Fuencaliente, Mazo y Los Llano; la población del lugar suma en promedio las 85 mil personas.

Aquel 19 de septiembre, solo en las primeras horas el flujo de lava de la erupción del Cumbre Vieja destruyó más de 200 casas y causó la evacuación de unas 6,000 personas.

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Las imágenes de los medios locales fueron apocalípticas, mostraron la lava arrasando con todo lo que encontraba a su paso, las paredes de las casas cedían ante la masa incandescente de rocas fundidas que se desplazaba.

La erupción fue precedida por al menos 2,000 sismos de diferentes magnitudes, y tras 18 días de intensa actividad volcánica la lava del Cumbre Vieja cubrió ya un total de 93,4 hectáreas de cultivos.

Las pérdidas económicas a raíz de senda actividad volcánica aún son incalculables, y hasta el aeropuerto local ha tenido problemas para operar.

Actividad por demás catastrófica

Para el caso de El Salvador la entrada de en erupción de un volcán puede resultar mucho más catastrófico.

“Los volcanes de aquella zona son diferentes a los nuestros. Su génesis es diferente, se dice que una de las principales características de ellos es que están en la zona o puntos calientes”, explicó Henríquez.

Los puntos calientes son conductos, inmóviles o relativamente inmóviles, que comunican la superficie con las profundidades (hasta 2 mil 900 kilómetros) de la Tierra y en los cuales ocurre un movimiento vertical del magma.

La ubicación de centros urbanos en los alrededores de volcanes, como el de San Salvador, magnifica los eventuales daños. Foto: EDH / Archivo

“Nuestros volcanes son más violentos, y es que incluyen explosiones y el flujo de materiales. El de España es más el flujo de lava”, comenta Henríquez.

El experto ejemplifica con la erupción de el volcán El Playón, al norte del de San Salvador, allá en 1917.

Esa actividad arrojó lava hacia el noreste y la misma cubrió al menos 10 kilómetros cuadrados, esa misma aún está expuesta en la zona del municipio de Quezaltepeque.

Esa misma alcanzó el Río Sucio y provocó su represamiento.

Además, el pueblo de Nejapa fue afectado por la lava, sus habitantes se salvaron y trasladaron la población a su ubicación actual.

“Ese es uno de los grandes problemas, la existencia de asentamientos humanos cercanos a los volcanes, eso ha pasado en España, y con El Playón se evidencia que ya pasó en El Salvador. ”, continúa Henríquez.

Comenta que para esos casos el impacto es inmediato, pues la infraestructura resulta con daños o pérdida total, los cultivos son destruidos y la composición del suelo cambia.

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El agresivo Ilamatepec

Otro volcán salvadoreño que ya evidenció lo agresivo que pueden resultar al entrar en erupción es el Ilamatepec o de Santa Ana.

La más reciente erupción del Ilamatepec tuvo lugar el 1 de octubre del 2005, y los caseríos más afectados fueron San Blas y Palo Campana.

La tragedia, que en esa ocasión dejó al menos 20,000 personas evacuadas, 140 manzanas de café afectadas por la lluvia ácida y 15,000 más por la erupción.

“Los volcanes avisan sobre su eventual actividad, hay señales muy particulares, se pueden mencionar: emisión de gases, aumento de temperatura y vibraciones. Aquí es donde se debe poner atención a la prevención y el constante monitoreo”, explica Henríquez.

Considera que a partir de la experiencia “muy fuerte” vivida ya en el país, las instituciones pueden enfocar sus esfuerzos en materia de prevención, pues “los escenarios en El Salvador pueden ser muy variados.

Fotografía del Playón de Quezaltepeque, después de la erupción del volcán de San Salvador en 1917. Foto: EDH / Archivo

La temible caldera de Ilopango

“El superlativo por todo el riesgo que representa es la Caldera de Ilopango, con todas esas urbanizaciones alrededor y su historial eruptivo; y el de San Salvador no está atrás”, continúa Henríquez.

Información del Ministerio de Medio Ambiente da cuenta del surgimiento de un domo de lava en el centro del lago en 1879, ese da origen a las Islas Quemadas.

Además se conoce que la emisión de lava se prolongó hasta marzo de 1880. Evento precedido por un periodo de actividad sísmica.

Otro evento quizás el más agresivo fue registrado en el año 430, se trató de una erupción explosiva pliniana con emisión de aproximados 20 kilómetros cúbicos de flujos piroclásticos que afectaron los asentamientos precolombinos de la zona paracentral de El Salvador.

La erupción pliniana es una proyección violenta y explosiva de gases en forma de columna, asociada a la rápida y continua emisión de un gran volumen de pómez, con una elevación de al menos 20 kilómetros sobre el nivel del cráter.

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En San Miguel

“Con respecto del volcán de San Miguel se puede decir que es más carnavalesco, pues se mantiene en constante actividad, y eso resulta beneficioso si se piensa en la liberación de energía”, puntualizó Henríquez.

El peligro de los “lahares”

Más allá de los riesgos a partir de las erupciones volcánicas, en los flancos de los colosos nacionales también existen los riesgos por “los lahares”.

Un lahar hace referencia a una avalancha de productos volcánicos que, al ser un flujo, en la mayoría de ocasiones busca los cauces de los ríos para seguir su trayectoria. Los lahares pueden ser fríos o calientes dependiendo tanto de la condiciones volcánicas como del material que arrastre.

Los lahares son altamente destructivos debido a la gran velocidad que toman y a su alta densidad.

Un informe del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) publicado en 2001 estimó los riesgos existentes debidos a los lahares en el volcán de San Salvador.

El USGS sostuvo que esos peligros han aumentado debido a las construcciones establecidas en los alrededores del tal volcán. “Incluso pequeños eventos puedan tener graves consecuencias sociales”, dice el informe.

Durante la actividad eruptiva más reciente del volcán de San Salvador registrada ( junio de 1917), se abrieron varias fisuras a lo largo del flanco noroeste del volcán.

En entre la noche y madrugada del 29 y 30 de octubre de 2020, la comunidad Angelitos 1 y 2, en el municipio de Nejapa, vivió quizás el momento más duro de su historia cuando un alud de tierra proveniente del cerro El Picacho, cercano al volcán de San Salvador, provocara la muerte de 10 personas y la destrucción de 135 casas.

Previo la lluvia había generado 133 milímetros de agua, el alud arrastró decenas de toneladas de materiales.

El 20 de septiembre de 1982, las fuertes lluvias provocaron un catastrófico deslizamiento, cientos de personas que vivían en la residencial Montebello, en San Salvador, murieron debido al lahar.