Alma Paz, de 78 años, camina junto a su hermana en la entrada de Nejapa, regresan del molino, un día por la tarde; la presencia de dos forasteros, quienes captan imágenes del recién instalado rótulo que muestra el nombre del municipio, llama la atención de la mujer, y tras curosear unos minutos busca conversar con los visitantes.
Habla de todo un poco: del accidente que sucedió en la zona hace pocos días y los heridos que dejó; de cómo ella y su familia terminó viviendo en ese lugar; de los trabajos que ha tenido en su vida…
“Vivimos aquí hace 70 años, tenía unos 8 años cuando nos venimos para acá; mi papá trabajaba en aquella finca (con su dedo índice señala una propiedad cercana) y luego le ofrecieron quedarse a cuidarla”, recuerda.
Alma, quien dedicó gran parte de su vida al oficio de echar tortillas, comenta que con los años el casco urbano de ese municipio ha cambiado.
“Eran pocas casas las que habían, las calles eran empedradas o de tierra, el mercado eran solo unas cuántas champas, cada vendedor colocaba su velacho”, añade, matizando su voz con la nostalgia.