José Miguel Vivanco: “Ya tenemos tres dictaduras en la región. No podemos aceptar una más”

Desde Washington DC, el director para las Américas de Human Rights Watch concedió una entrevista a El Diario de Hoy donde lamentó que ya no hay frenos institucionales para los abusos de Nayib Bukele a la democracia y a los derechos de los salvadoreños.

El Director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, señala que son los mismos salvadoreños los que "tienen las mejores condiciones de lucha para restaurar el estado de derecho" en el país.

Por Ricardo Avelar

2021-10-11 10:21:20

El director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, lleva mucho tiempo advirtiendo que Nayib Bukele está comportándose como cualquier otro presidente populista y caudillista, que toma las instituciones democráticas y las doblega a su voluntad.

En una conversación reciente, reiteró lo que ha venido advirtiendo: que Bukele está construyendo un legado peligroso que lo dejaría al lado de Hugo Chávez, quien encabezó la destrucción democrática, económica y social de un país entero.

Además, advierte que la comunidad internacional debe apoyar los esfuerzos por restablecer la democracia en El Salvador y coloca el ejemplo de USAID, que ya recortó fondos de cooperación a instituciones del Estado para reorientarlos a entidades de sociedad civil que luchan por la transparencia y la democracia.

Sin fiscal, corte o jueces independientes, ¿en qué nivel de indefensión están los críticos del gobierno?

Total. Hoy día en El Salvador no hay una institución democrática fuerte, independiente y capaz de frenar, prevenir o sancionar abusos. Todo está en manos de Nayib Bukele, que tiene su propio Congreso, su Corte Suprema y ya han iniciado el proceso de sustitución de jueces y fiscales.

La Policía está totalmente politizada, entonces no hay límites institucionales. Lo que queda son solamente dos estamentos: la prensa independiente y la sociedad civil. Es el escenario clásico de un caudillo populista como Bukele, quien ha logrado sus objetivos en un plazo récord.

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Bukele hablaba de lucha anticorrupción y estado de derecho. ¿Qué muestran sus acciones?

Cuando la independencia judicial no existe, la historia muestra que inevitablemente se comete abusos de poder, arbitrariedades, es el escenario perfecto para la corrupción.

No digo que con corte independiente se erradique automáticamente la corrupción, cuando la corrupción lamentablemente convive con nosotros. Pero cuando derechamente todas las entidades públicas están en las manos de una persona, en este caso Bukele, no hay el más mínimo incentivo para que las autoridades judiciales, que están subordinadas al Ejecutivo, ejerzan su tarea de monitoreo y fiscalización. Eso afecta a la calidad de la democracia que pierde su razón de ser, que opera cada vez con más rasgos de autoritarismo y hacia ahí camina El Salvador.

En este escenario, ¿será justo pensar que los corruptos afines al poder serán premiados y los justos pero críticos pueden ser castigados?

Lo que ocurre habitualmente es que a los amigos y aliados se les da todas las facilidades para que operen defendiendo sus intereses sin fijarse en las normas, en la ley, en las reglas del juego, porque cuentan con el beneplácito del que manda. Y los críticos, los independientes o los que no cuentan con la protección del gobierno pasan a ser fácilmente blancos de ataque y de persecución. La lealtad al caudillo, que es lo que estos gobiernos exigen, es premiada, y el distanciamiento es castigado.

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¿Pueden los salvadoreños salir solos de un sistema sin defensas institucionales?

Requieren por supuesto de un apoyo fuerte, decidido y contundente de la comunidad internacional, pero también tienen que organizarse, tienen que defender los valores democráticos. Nadie va a defender estos valores por los salvadoreños.

Nadie está en mejores condiciones de luchar por restaurar el estado de derecho en El Salvador que los salvadoreños. La comunidad internacional juega un rol importante y es necesario que se complementen, pero si los salvadoreños se resignan a vivir bajo un régimen política y moralmente corrupto, es muy limitado lo que pueda hacer la comunidad internacional.

¿Pero qué más podrían hacer los amigos de El Salvador?

Debe buscar todas las maneras de apoyar la sociedad civil, como lo está haciendo USAID que reorienta fondos del sector público a las iglesias, sociedad civil, medios de comunicación independientes porque es imprescindible defender esos espacios. La comunidad internacional puede jugar un rol vital de apoyo, solidaridad y condena frente a los abusos, aumentando la presión y hablando directamente con Bukele para explicarle que este camino que él ha tomado es algo que tiene consecuencias: su conducta, sus políticas antiderechos y antidemocráticas dañarán la relación bilateral y multilateral con otras democracias del mundo.

Hubo quienes guardaron silencio, como el secretario (de la OEA) Luis Almagro. ¿Están a tiempo de alzar su voz?
Sí. Siempre existe esa opción. Yo ya he visto un giro por parte de Almagro. Mi impresión es que la opinión que públicamente ha emitido frente al gobierno de Bukele no tiene punto de comparación con lo que sostenía apenas un año. Eso me parece positivo e importante.

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¿Se puede seguir considerando a El Salvador una democracia?

Cuando hablamos de gobiernos democráticos en la región, pensamos en Costa Rica. Ahí hay una democracia, hecha y derecha. Creo que El Salvador está muy lejos de eso y cada día se distancia más. Creo que hay razones suficientes para temer que en El Salvador haya alternancia en el poder.

A pesar de que lo denunciamos y nos dijeron que no teníamos razón, los hechos nos han demostrado que estábamos en lo cierto cuando decíamos que Bukele iba a modificar la Constitución como cualquier otro populista latinoamericano para poder incrementar su poder y quedarse, y creo que es su objetivo principal. En las condiciones actuales, la democracia salvadoreña ha sufrido golpes fuertes, está muy debilitada, al borde del abismo de convertirse en una dictadura.

Bukele jugaba con la idea de su legado. Si no cambia su curso, ¿cuál será su legado?

Creo que Bukele es lo más parecido a Chávez, no hay que hacer un gran esfuerzo intelectual para darse cuenta que al igual que Chávez tiene una campaña contra el sector privado, la sociedad civil, los medios de comunicación independientes y el sistema democrático. Ha logrado ya politizar y manipular a la Policía que es como una policía de palacio y está haciendo grandes esfuerzos por hacer lo mismo con el Ejército.

No es casual que lance esas arengas frente a cientos de soldados y los trate de llevar al terreno político. Creo que la situación realmente es muy crítica y Bukele está operando sin ningún límite, ejerciendo el poder de una manera descarada.

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¿Por qué le importa a la comunidad internacional que El Salvador no caiga en dictadura?

Porque El Salvador demostró un esfuerzo serio por diseñar una democracia e intentar consolidarla. Costó mucha sangre y sudor fundarla, y la historia de El Salvador es cruenta, dura pero no muy lejana. Que este señor juegue con las instituciones, con la historia, se sienta autorizado a manipular y esconder la historia con el único propósito de erigirse él como un jerarca absolutista es un hecho grave que la comunidad internacional no puede permitir.

Ya tenemos tres dictaduras en la región, bastante consolidadas, no podemos aceptar una más. La obligación política de los líderes regionales es impedir que ese proyecto se concrete, el proyecto absolutista en el ejercicio caprichoso del poder por parte de este caudillo Nayib Bukele.