La agrónoma que dirige a 59 hombres en una hacienda de Caluco, Sonsonate

Jessica Mirian Santos tiene a cargo además a tres mujeres. Ella es graduada de la ENA y de la UCA. Es la jefa del área de administración agrícola y ganadera de la empresa VELESA.

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Por Wilfredo Díaz

2021-05-15 8:00:44

“Tener que dirigir el trabajo donde hay 59 hombres y tres mujeres, no es nada fácil, ni tampoco difícil. Es un trabajo muy dinámico, pesado e interesante, donde me toca estar verificando la parte agrícola y ganadera, para que todo salga bien”, dice Jessica Mirian Santos, una joven agrónoma, al resumir su trabajo.

Para realizar este trabajo en el ramo de la agricultura y ganadería, hay que tener disciplina, amor por la naturaleza, por los animales y hacer un sacrificio profesional.

“Todos los días estoy muy temprano en mi oficina, para dar direcciones a los compañeros de trabajo sobre las tareas diarias. Cada día debe de ser casi perfecto”, expresa la joven profesional, quien desde desde hace cinco años, dirige un área de la empresa VELESA, ubicada en el municipio de Caluco, del departamento de Sonsonate, y a solo 51 kilómetros de San Salvador.

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Pero dirigir esta empresa, Jessica no solo depende de sus conocimientos obtenidos en la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) donde se graduó, sino también de su título en Administración de Agronegocios de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA).

Gracias a esas dos carreras, esta joven puede desempeñarse como jefa del área de administración agrícola y ganadera.

Para Jessica, este es un trabajo donde se necesita concentración, dedicación, fuerzas, donde no hay hora de entrada o salida, y en el que además requiere de conocimiento, técnica, experiencia, sabiduría y entrega al cuido de la agricultura y ganadería. “Todo eso, son piezas fundamentales e importantes para este trabajo, no se puede fallar, no se valen los cálculos, porque un error puede salir caro”, explica Jessica.

Pero ella no solo instruye en las tareas diarias a los empleados, sino que además se pone a trabajar a la par de ellos, para animarlos, dice.

En ese ritmo, cada día, a ella y su equipo les toca atender a unas 400 vacas aproximadamente.

Jessica verifica el desarrollo de cada ternera que va naciendo y creciendo, controla el forraje, alimentación diaria, la parte agrícola, la calidad y cantidad de leche que da cada vaca y el manejo de un software de bovino, es decir, un programa donde mete toda la información del ganado.

Ella dice tener un trabajo muy entretenido pero que conlleva mucha responsabilidad.

Caluco, donde se localiza la empresa, es uno de los 16 municipios del departamento de Sonsonate y se ha caracterizado por ser una zona totalmente agrícola y ganadera. Tiene una extensión territorial de 51.43 km cuadrados, se estima que 50.68 km son de área rural y solo el 0.75 km son área urbana. La población urbana representa el 17.6 % y la rural el 82.4 %.

En el 2007, Caluco registró un total de 9,139 habitantes, de las cuales el 48.6 % eran mujeres y el 51.4 % hombres. En este municipio hay muchas mujeres que se dedican a la agricultura y ganadería.

Toda una vida ligada a la agricultura y los animales

Santos asegura que sus padres la motivaron a estudiar las carreras relacionadas a la ganadería y la agricultura porque ellos tenían una pequeña granja de gallinas ponedoras de huevos. Así fue como estudió esa carrera y terminó trabajando para la empresa VELESA, donde ella hoy es la encargada de que todo salga bien.

El trabajo que desarrolla esta profesional de la ganadería y la agricultura no es nada fácil, cada momento debe de utilizar sus fuerzas y dominar las vacas cuando hay que inyectarlas, ponerles suero o cuando son llevadas al sector donde las ordeñan.

Jessica llega a su trabajo con una libreta en mano y sus botas bien puestas para iniciar cada día este duro trabajo donde combina conocimiento, capacidad administrativa pero también fuerza.

Asegura que cuando comenzó a desarrollarse como profesional en esta área de la agricultura y ganadería, todo fue difícil por el machismo que impera en el sector, un rubro dominado por hombres.

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“Mis compañeros de trabajo, eran desordenados y se sentían incómodos porque una mujer los guiaba a hacer mejor su trabajo, pero con el tiempo han aprendido a ser diferentes, ordenados, respetuosos, amables, colaboradores”, asegura.

Ahora ella dice sentirse protegida por ellos, por el respeto que se tienen como profesionales.

El nombre de Jessica suena a lo largo y ancho de la extensa empresa ganadera, y es que ella está en todos lados. Verifica cómo ordeñan a las vacas, el estado de salud de estas, que la alimentación esté siempre lista y si hay nuevas crías supervisa que se les dé un trato más cuidado.

Larga jornada y la tarea de nombrar a cada vaca

“Desde las cinco de la mañana que me levanto, ya estoy pensando qué tareas haré este día en mi trabajo y qué nombre le pondré a las nuevas crías, que hayan nacido durante el día o noche”, detalla.

Su jornadas son tan largas que se oculta el sol y ella no ha parado de trabajar.

“Mi trabajo es tan interesante, bonito, pesado y curioso, que yo misma me encargo de ponerle el nombres a las 416 terneras, vacas y novillas, que hay en este lugar”, comenta esta santaneca de origen.

Hay un dato curioso en este trabajo de ponerle nombres a las terneras, vacas y novillas. “Siempre trato de poner nombres que estén vinculados con algo de Dios o la Iglesia Católica, nombres que representen valores como por ejemplo: capilla, misionera, peregrina, divina, misericordia, lealtad verdad, bondad...”, explica.

Pero también utiliza nombres que tengan que ver con eventos especiales que pasen en el entorno como mundial de fútbol, nombres de países, personajes de la televisión como la comediante Chilindrina, u otras que tengan que ver con frutas, marcas de automóviles y de animales marinos.

Pero esto de ponerles nombre no es algo antojadizo. Que cada una de ellas tenga su nombre, es la forma más fácil de poderlas identificar, y eso, explica, les ayuda a tener un mejor control.

Jessica tiene un trabajo difícil, fuerte, dinámico, técnico y responsable, pero ella dice hacerlo con muchas ganas, pues está consciente de que con su labor siguen aportando a la agricultura y ganadería salvadoreña.

Son las seis de la tarde, pero Jessica sigue dando vueltas y verificando que todo quede en orden antes de marcharse a su casa. Es entonces cuando Jessica, que ha recorrido más de diez horas de trabajo administrando esta hacienda se cambia las botas de hule, se calza sus cómodos zapatos y se despide de sus compañeros de trabajo.

Afuera la espera su pequeño jeep, lo enciende y sale rumbo a su hogar. Pero en el camino sigue pensando sobre cuál será el próximo nombre que le pondrá a las terneras que nazcan.

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