319 salvadoreños son detenidos al día en Estados Unidos por migración ilegal

Según un análisis de Cristosal, las cifras de migrantes durante el 2021 ya superan las estadísticas reportadas en 2019, que habían registrado una disminución debido a la pandemia.

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Caravana de migrantes salvadoreños que partió de la plaza Salvador del Mundo rumbo a Estados Unidos en enero de 2020. Foto EDH/Jorge Reyes

Por Damaris Girón

2021-11-07 7:41:41

Hasta agosto de 2021, el departamento de Estado de Estados Unidos reporta que 319 salvadoreños son detenidos por migración ilegal, esto según un análisis de datos realizado por Cristosal. Estas cifras dejan atrás la reducción que se había registrado durante el año 2020 debido a la pandemia por COVID-19.
Para Rina Montti, directora de investigación de derechos humanos de Cristosal, esto demuestra que, a diferencia de los datos oficiales del Gobierno salvadoreño, las causas de la migración siguen presentes, no se han resuelto y al contrario están aumentando.

“Las personas al no tener alternativas en el país para poder salvaguardar su vida recurren a la migración”, afirma Montti, y señala que según datos de Cristosal, de personas que han sido retornadas y atendidas por ellos, las causas más frecuentes para migrar son los factores económicos, la inseguridad y un pequeño porcentaje, por reunificación familiar.
La directora de investigación explica que, la migración muchas veces inicia como un desplazamiento forzado interno, provocado por las pandillas; lo que deriva en un aumento en los gastos familiares, al tener que pagar un alquiler en una zona más segura, a pesar de poseer una casa propia.

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Rina Monti es especialista en derechos humanos de Cristosal. Foto EDH / Eduardo Alvarenga

“Esto quiere decir que las acciones que está haciendo el Estado para disminuir las razones de migración no están dando resultado”, sentencia Rina Montti y recalca, que mucho del trabajo que hacen las organizaciones de sociedad civil como Cristosal o ACNUR le competen al Gobierno central, pero han sido transferidas a ellos.
El aumento de niños migrantes es una situación que se está evidenciando cada vez más, bajo la creencia de que al llegar con un menor de edad a solicitar asilo existen más probabilidades de obtener una respuesta favorable, lamentablemente está creencia es falsa y solo sirve para poner en riesgo la vida de los niños.

“El problema es que muchas veces separan a las familias. El adulto es retornado y el niño se queda sin garantía de volver a estar en contacto con un familiar”, advierte Montti, pero ese no es el único riesgo, pues durante el trayecto existen otros obstaculos, como la trata de personas, el abandono por parte de los coyotes, ataques de carteles de droga o grupos organizados e incluso ahogamiento al tratar de cruzar el río Bravo.

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Una familia obligada a migrar
El caso de Alejandra es un ejemplo que refleja gran parte del análisis que explica Rina Montti. Ella estudió hasta noveno grado y relata que su infancia fue dura y con pocos recursos económicos. Es la tercera de cuatro hijos que su madre tuvo que criar sola, luego que su padre los abandonó. Inició el bachillerato a distancia (yendo solo fines de semana) pero tuvo que dejarlo por amenazas de otra joven que tenía vínculos con pandillas y que era de una zona contraria a la que ella vivía, además de quedar embarazada de su primer hijo.

Su vida en pareja empezó mal, pero como en muchos casos, la violencia fue enmascarada bajo una bandera de sobreprotección. Encontrar un trabajo era difícil al solo tener educación básica, pero tampoco tuvo la oportunidad de intentarlo porque su pareja y la familia de este le decían que debía quedarse a cuidar de sus hijos y que sería él quién proveería el hogar.

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La primera vez que Alejandra dejó a Javier fue cuando la violencia física comenzó. Con dos hijos, estaba decidida a seguir por su cuenta e interpuso una demanda en su contra por maltrato intrafamiliar, sin embargo, la pregunta de las mismas autoridades de: ¿está segura de no seguir con él, ni siquiera por sus hijos?, combinado con la insistencia de él por volver la hicieron caer en la misma situación. Como resultado de esa relación nació su tercera hija y aunque ella asegura no estar arrepentida de ninguno de sus hijos, reconoce que la vida se hizo más difícil.

Aún cuando migrar implicaba un gasto de miles de dólares, ($16,000 en total por sus tres hijos, ella y su expareja), que fueron obtenidos con préstamos entre amigos y algunas deudas con casas prestamistas y lugares de empeño, para Alejandra El Salvador no era opción para que sus hijos crecieran y tuvieran un mejor futuro.